La base, cedida en la localidad de Latakia por el gobierno de Bashar Al Assad, cuenta con al menos 32 aviones de guerra. Allí viven unas 2.000 personas, entre pilotos, soldados y personal de mantenimiento
La vida cotidiana en el búnker desde el que Rusia lanza sus furibundos ataques aéreos contra grupos rebeldes y posiciones del Estado Islámico es bastante más tranquila de lo que se podría pensar. Ubicado en el extremo occidental del país, en las costas del Mar Mediterráneo, sirve como un refugio y un lugar de descanso para los militares.
Los corresponsales rusos Alexander Kots y Dmitry Steshin, del Komsomolskaya Pravda, tuvieron acceso al lugar y retrataron su intimidad.
Rusia desembarcó esta semana en Siria, con la intención de afianzar su apoyo al régimen de Bashar Al Assad en su enfrentamiento contra grupos rebeldes apoyados por Occidente y el temible Estado Islámico. Este sábado, sus bombardeos destruyeron un puesto de mando de ISIS cerca de Raqqa, feudo de la organización yihadista en el nordeste del país.
«En las últimas 24 horas, los aviones SU-34 y SU-24M efectuaron más de 20 salidas aéreas contra nueve instalaciones del Estado Islámico», precisó Igor Konashenko, vocero del Ministerio de Defensa. También destruyeron con una bomba BetAB-500 un búnker subterráneo en el que se almacenaban explosivos.
INFOBAE