Seis muertos al día. Ese es el promedio de migrantes que perdieron la vida en el Mediterráneo en su intento de llegar hasta Europa en 2018, un año en que las llegadas se redujeron con respecto al año anterior, especialmente en Italia, si bien aumentaron en el caso de España, pero el porcentaje de víctimas aumentó.
En total, 2.275 personas perdieron la vida o desaparecieron en el Mediterráneo en 2018, una cifra que es muy inferior a los 3.139 muertos de 2017 y algo menos de la mitad del récord de 5.096 muertos que se contabilizaron en 2016. Pero también hubo menos llegadas en los últimos doce meses, 139.300 frente a las 172.324 del año anterior.
Así, uno de cada 51 migrantes y refugiados que se echaron al mar para intentar alcanzar las costas europeas fracasaron en su intento, según se desprende del informe ‘Travesías desesperadas‘ publicado este miércoles por el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
Se dispara la ruta central
Aunque inferior en comparación con el dato de 2017, cuando hubo un muerto por cada 55 llegadas, en el caso de la ruta en el Mediterráneo Central, la que lleva de Libia a Italia, se ha disparado. En concreto, en 2018 fue de un muerto por cada 14 que llegaron a tierra firme, frente al dato de un muerto por cada 38 llegadas de un año antes. Italia registró 23.400 llegadas, cinco veces menos.
En el caso de España, donde se registraron 65.400 llegadas el último año –8.000 a través de Ceuta y Melilla–, el número de muertos en la travesía desde las costas del norte de África prácticamente se ha cuadruplicado hasta los 777 fallecidos, en comparación con los 202 de un año antes. Para la agencia de la ONU, el aumento de víctimas vendría motivado por “nuevas prácticas de tráfico de personas que animan a los barcos a partir independientemente de las condiciones meteorológicas”.
España, puerta de entrada
España se convirtió en la segunda mitad del año en el principal punto de entrada a Europa, siendo buena parte de quienes tratan de llegar a las costas españolas marroquíes y cada vez más argelinos, pero también personas procedentes de otros países como Guinea, Malí, Costa de Marfil o Gambia, según ACNUR.
Entre quienes llegan a territorio español, ha precisado en su informe, figuran muchos migrantes económicos pero también personas que huyen de matrimonio forzoso, de la mutilación genital femenina o por persecución por su orientación sexual, además de menores no acompañados.
Según ACNUR, en 2018 se ha producido un cambio en las pautas migratorias motivado en parte “por las nuevas restricciones”. Así, ha resaltado en su informe que las llegadas a Italia cayeron aún más a partir de junio tras la decisión del Gobierno italiano de prohibir a los barcos de rescate de la ONG y los mercantes desembarcar a los migrantes rescatados en aguas próximas a Libia.
El 85% desembarca en Libia
A esto se sumó la creación de una zona de búsqueda y rescate libia, de un radio de 110 millas desde la costa y en la que operan los guardacostas del país norteafricano, y una reducción de la presencia de los barcos de la ONG y de la UE en la zona.
Como resultado de ello, en la segunda mitad del año el 85 por ciento de los rescatados en esta zona fueron desembarcados en Libia, frente al 54 por ciento que fueron desembarcados en Europa tras ser rescatados en esta misma zona en el primer semestre del año.
Esto ha provocado, según ACNUR, que algunos barcos con migrantes hayan tratado de llegar más allá de la zona de actuación de los guardacostas libios y en algunos casos hayan conseguido llegar directamente a Malta o Italia o ser rescatados por los efectivos de estos países.
Más tiempo en el mar
Pero también se ha producido una pauta que la agencia de la ONU ve con preocupación: refugiados y migrantes han pasado más tiempo en embarcaciones desvencijadas, a veces sin comida y agua durante varios días, antes de llegar a tierra o ser rescatados.
La falta de un acuerdo a nivel europeo que permita desembarcos predecibles de los rescatados ha provocado en algunos casos “demoras significativas” en la llegada a puerto, ha lamentado ACNUR, que también ha resaltado que los buques mercantes parecen cada vez más reacios a rescatar a migrantes en dificultades tras constatar los problemas registrados por otros barcos para poder desembarcar a los rescatados.
‘Obligación ancestral’
“Salvar vidas en el mar no es una opción, ni una cuestión política, sino una obligación ancestral”, ha sostenido el máximo responsable de ACNUR, Filippo Grandi. “Podemos poner fin a estas tragedias teniendo el coraje y la ambición de mirar más allá del próximo barco y adoptar un enfoque a largo plazo basado en la cooperación regional, y centrada en la vida y la dignidad humanas”, ha defendido.
De acuerdo con la agencia de la ONU, alrededor de un tercio de quienes usaron la ruta del Mediterráneo Central necesitaban potencialmente protección internacional, una cifra que ronda aproximadamente la mitad entre quienes usan la ruta oriental hasta Grecia y el 10 por ciento en el caso de quienes llegan a España.
Por otra parte, ACNUR ha vuelto a hacer hincapié que “para muchas personas la travesía en el mar es solo el paso final en un recorrido que ha implicado viajar a través de zonas de conflicto o desiertos, el peligro del secuestro y la tortura a cambio de rescate, y la amenaza de los traficantes de seres humanos”.
Torturas y violaciones en Libia
En este sentido, ha expresado también su preocupación por la devolución a Libia de los migrantes rescatados, donde muchos “han sido torturados, violados, retenidos a cambio de rescate y han visto morir a personas a su alrededor”. Además, se les lleva a centros de detención donde las condiciones “son horribles“, apenas hay acceso a agua y alimentos y se ha producido incluso muertes.
Así las cosas, ACNUR ha reclamado una vez más “el establecimiento urgente de una respuesta regional coordinada y predecible de rescate en el mar, así como mayor responsabilidad compartida en general”. Esto pasa, ha precisado la agencia que dirige Filippo Grandi, por “una mayor capacidad de rescate, puntos predecibles y especificados de desembarco, más solidaridad y apoyo con los países a los que llegan más refugiados y migrantes, así como un acceso mejorado a vías legales” para emigrar, reseña Sumarium