A 60 años de aquel triunfo, y con 79 de edad (los cumplió el pasado 11 de agosto), la hermosa y espigada morena, cuya delgadez desafiaba el prototipo de -un poquito en y de guitarra- predominante en su época, que cautivó a la prensa inglesa con su espontaneidad, simpatía y sencillez, puede vanagloriarse también de ser la más querida y popular de nuestras reinas de belleza.
Más que actriz, locutora y animadora, actividades que a lo largo de todos estos años ha desempeñado, Susana es todo un personaje. Su encanto y chispa criolla son atributos que ha sabido cultivar como antídotos contra el envanecimiento. Ajena a poses, estereotipos y frases hechas, conversar con ella es siempre una delicia. Uno nunca puede dejar de reír ante las ocurrencias que salpican sus comentarios y puntos de vista.
Desde hace ya varios años se recluyó en Margarita, un lugar que adoptó como suyo, de la misma manera que los margariteños la sienten también como propia. Según sus propias palabras, allí encontró “la felicidad más grande del mundo, aire puro, playas bellas, gente simpática”. En la isla conduce un muy sintonizado programa radial diario, su única ventana pública, pero lo que más agradece es la existencia apacible que lleva.
Seguramente por estos días, cuando se están cumpliendo seis décadas de su triunfo en el certamen internacional que le sirvió de trampolín a la fama, recuerde todo lo bueno que le trajo ese acontecimiento, pero que a estas alturas no cambia para nada por la vida que vive, ni mucho menos por los tres hijos que con trabajo y dedicación levantó, quizás su más importante logro. Salud, Susana.
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Aquilino José Mata / EDC