El matrimonio de los padres del rey Felipe VI estaba roto hace décadas, pero se hizo oficial con la decisión del monarca emérito de abandonar.
La decisión del rey emérito de España, Juan Carlos I, de irse a vivir fuera de España y pasar sus últimos años de vida en República Dominicana no va a suponer ningún cambio en la situación de su esposa, la reina Sofía, que mantendrá su residencia en el Palacio de la Zarzuela de Madrid y proseguirá con su actividad institucional.
La madre del actual rey, Felipe VI, ha quedado al margen de la controversia al no tener relación con los presuntos negocios en los que pudo participar el rey emérito, indicaron el lunes fuentes la Casa Real española. Juan Carlos I, que ascendió al trono en noviembre de 1975, y su esposa llevan distanciados en el plano sentimental desde hace varios años, si bien han mantenido la residencia en Zarzuela al ser miembros de la familia real tras la abdicación en favor de su hijo en junio de 2014.
Desde la abdicación de Juan Carlos I, el papel de Sofía de Grecia ha menguado aunque, además de su actividad como parte de la familia real, ha seguido mostrando su lado más solidario. Su hermana la princesa Irene de Grecia es su gran apoyo moral desde hace varios años y quien suele a acompañarla a actos públicos, además de residir con ella en Madrid parte del año.
La separación física de los reyes eméritos es una realidad. No es ningún secreto para nadie que el matrimonio de los padres del rey de España está roto desde hace décadas. Hoy ya es un hecho. Ahora falta conocer en profundidad cuál la situación de su esposa, la reina Sofía, madre de sus tres hijos y abuela de sus ocho nietos, empiezan a contarse por decenas.
La huida de Juan Carlos I la deja en una posición muy delicada de cara al incierto papel que va a desempeñar en el futuro dentro de la institución monárquica. Por lo pronto, doña Sofía se trasladó a principios de esta semana a Palma de Mallorca para disfrutar del periodo estival, en un intento por ofrecer cierta imagen de normalidad.
La semana pasada, varios medios españoles informaban que tanto el Gobierno español como Zarzuela estaban buscando una solución para alejar a don Juan Carlos de la institución. Un hecho que se confirmó el lunes y que contó con el visto bueno de Felipe VI, quien se encontraba de vacaciones con su esposa Letizia y sus dos hijas, y ha expresado su “sentido respeto y agradecimiento” por el paso dado.
Los reyes eméritos hace tiempo que no mantienen ningún contacto y que incluso han pasado el confinamiento cada uno por su lado. La reina Sofía ha soportado en silencio los muchos affaires amorosos de su marido. En estos casi sesenta años de relación, la hija del rey Pablo I de Grecia y de la reina Federica, de 82 años, eligió mostrarse erguida e inquebrantable ante los rumores de infidelidad de su marido, quien ocupó el trono durante 45 años. Los medios españoles por el momento no mencionan un posible divorcio entre los reyes eméritos pese a que llevan vidas totalmente separadas.
La crisis matrimonial de don Juan Carlos y doña Sofía comenzó finales de los años 60. El 13 de septiembre de 1961 se anunció oficialmente el compromiso de Juan Carlos con la princesa Sofía de Grecia, su prima tercera. Se casaron -con 24 años él y 23 años ella- el 14 de mayo de 1962 en una doble ceremonia, católica y ortodoxa, en Atenas, Grecia. Con anterioridad a su celebración, el dictador Francisco Franco había manifestado su interés en que Juan Carlos y Sofía vivieran en España, de modo que, a principios de 1963, y a pesar de la oposición inicial de Juan de Borbón, el matrimonio se trasladaba a Madrid para fijar su residencia en el Palacio de La Zarzuela. Y unos años después el matrimonio ya estaba roto. Sofía lleva más de 50 años aguantando en silencio los engaños de Don Juan Carlos con otras mujeres.
Para la reina Sofía, las aventuras amorosas de su marido nunca fueron una novedad y siempre se ocupó de saber quiénes eran sus amantes. No obstante, nunca se plantearon el divorcio como una salida posible a una relación totalmente terminada.
“Perdonen, voy a saludar a mis suegros”
Nacida en Palma de Mallorca en 1948, la decoradora mallorquina Marta Gayá fue señalada en 1992 como “la compañera sentimental del rey Juan Carlos”. Ella se mantuvo discreta e intentó huir de la fama. El polo opuesto a Corinna Larsen. Durante años disfrutaron de una relación que era un secreto a voces. El rey emérito siguió teniendo aventuras más o menos breves con otras mujeres, pero Gayá siempre estuvo ahí. Fiel, callada y siempre en un segundo plano.
De acuerdo al diario El Periódico, fue muy comentado en Mallorca cuando un verano durante la fiesta de presentación de la Copa del Rey de Vela, estando delante doña Sofía, don Juan Carlos dejó el grupo en el que se encontraban ambos charlando diciendo “perdonen, voy a saludar a mis suegros” porque en aquel momento llegaban a la celebración los padres de la que entonces era su amante.
Don Juan Carlos viajó varias veces a Suiza, “sin razones políticas ni motivos de salud” para visitarla. Ese amor lo llevó a descuidar las obligaciones familiares e, incluso, las oficiales. La Zarzuela intentó justificar las ausencias del rey. Las excusas se agotaron el 18 de junio, cuando Felipe González, el entonces presidente del Gobierno, hizo público que no podía nombrar a un nuevo ministro de Exteriores porque el monarca no estaba es España. Estaba con su amante. Obligado por la crisis institucional, el jefe de Estado volvió a Madrid, pero esa misma noche regresó a Suiza y se ausentó de la fiesta de cumpleaños de su padre, don Juan, conde de Barcelona. Doña Sofía acudió sola con sus hijos al cumpleaños de su suegro. Dicen que Marta fue la mujer a la que más ha querido el rey emérito de España.
Corinna Larsen, la amante explosiva
Cuando el rey Juan Carlos I conoció a Corinna Larsen supo que esa relación no sería solo un amorío más. Si bien terminó siendo un romance explosivo, y que hoy pone en jaque a la casa real de España, se desconoce con certeza cuándo y dónde comenzó la relación entre el rey emérito Juan Carlos, de 82 años, y Corinna Larsen, de 56. Algunos medios especializados en realeza aseguran que se conocieron en 2005, en un festival de tiro que se llevó a cabo en las afueras de Toledo. Para otras publicaciones, el primer encuentro ocurrió en 2006, cuando fueron presentados durante una cena en Ditzingen, Alemania. la pasión fue más fuerte y se convirtieron en amantes.
Cuando empezó el amorío, Corinna estaba casada con el príncipe alemán Casimir zu Sayn-Wittgenstein, su segundo marido. La relación solo duró cinco años y, a pesar del divorcio, Corinna continuó presentándose como princesa en los circuitos más exclusivos del jet set europeo. Sin embargo,tuvo que dejar el título de princesa ya que su ex se casó con la modelo Alana Bunte.
El romance entre Corinne y Juan Carlos podría haber permanecido en la clandestinidad por muchos años, si aquel famoso safari en Botswana -ocurrido en 2012- no hubiera salido a la luz.Para ese entonces, ella trabajaba en una agencia que organizaba viajes de caza de lujo para clientes de muy alto nivel, entre quienes se encontraba el monarca.
Pero entre Juan Carlos y Corinna también había negocios millonarios de por medio y son esos por los que ahora el rey podría tener que sentarse a dar explicaciones en el banquillo de los acusados. Su ex amante reveló en la causa que en 2012 -el mismo año del incidente en Botswana- le regaló 65 millones de dólares en concepto de “amor y gratitud”, y, también, para garantizar su futuro y el de sus dos hijos.
En 2019, envió una carta a la Casa Real, donde hizo saber que, dos años después de esa donación, el rey Juan Carlos le había pedido que le devolviera el dinero que le había regalado. Sostuvo que se negó, por temor a que la acusaran de delitos financieros, pero que el monarca se enojó y le dijo que le había robado. Desde el Palacio le respondieron con una misiva, donde le advirtieron que iniciarían acciones legales si involucraba al Felipe VI en las operaciones de su padre.
María Gabriela de Saboya, la princesa que iba a ser reina de España
María Gabriela de Saboya es la hija del último rey de Italia, Humberto II, que duró un mes en su cargo antes de que el país votara convertirse en una república. También es el gran amor de juventud de don Juan Carlos. Se dice que Gabriela fue una firme candidata a convertirse en reina de España y que incluso los padres de la pareja, el conde de Barcelona y Humberto II, habían aprobado aquella unión. Pero también se dice que Franco no dio el visto bueno.
Hasta los seis años disfrutó de la vida de princesa en su país natal, pero en 1946 la familia debió partir hacia el exilio a otras tierras en busca de un nuevo hogar. El lugar elegido fue la localidad de Sintra, al sur de Portugal. En el exilio coincidieron con los condes de Barcelona y sus cuatro hijos, entre ellos, Juan Carlos de Borbón. Con el tiempo, Gabriela y Juan Carlos se enamoraron. Todo parecía encaminado hacia el altar hasta que, en 1958, Juan Carlos conoció a la princesa Sofía de Grecia y Dinamarca.
“Juan Carlos era muy simpático. Yo lo quería mucho. Íbamos al cine y al casino los domingos. Él no pasaba mucho tiempo en Portugal porque estudiaba en el Palacio de Miramar, pero nos escribíamos muchas cartas”, contó la última princesa italiana al Corriere della Sera en 2018. Mientras él se preparaba para ser rey, ella estudiaba arte en Ginebra, en el Liceo Italiano de Madrid y en l’Ecole du Louvre.
De su romance con el soberano español contó que eran “como dos noviecitos, siempre juntos, siempre de la mano” y confesó que desde entonces ambos han continuado muy unidos. “Él es especial, nos hemos vuelvo a ver hace poco, conozco bien también a su hijo, fui a su boda con Letizia y conozco también a las hermanas de Felipe”.
Con el propósito de mantenerse alejada de las noblezas del mundo, Gabriela se casó con el millonario francés de origen rumano Robert Balkany. El matrimonio duró sólo siete años: de 1969 a 1976. Juntos tuvieron una única hija, María Isabel, que nació en 1972. “Siempre he vivido como quise”, le dijo al Corriere della Sera. “Yo soy muy independiente. No me gusta que la gente me imponga nada. En las monarquías se impone mucho. Y hay que tragar. Si no, terminas como Lady DI”. En Italia, aún tiene un debate abierto con su familia. La repatriación de los restos de su abuelo, despreciado en el país por su connivencia con el régimen fascista.