Patricia Velásquez (Maracaibo, 1971) siempre ha pensado que los personajes y las películas van a sus intérpretes, tal como le pasó con La Maldición de La Llorona, filme donde da vida a la trastornada madre, Patricia Álvarez.
La actriz cuenta que cuando comenzó a leer el guion del filme, que le presentaron bajo el nombre de The Children, no pudo evitar recordar sus primeros acercamientos a la leyenda latinoamericana cuando vivió en México, lo que le permitió compartir su experiencia y aportes con el director Michael Chaves y los productores del largometraje.
Paralelo a sus compromisos laborales, Velásquez confiesa que tiene a Venezuela más presente que nunca no solo porque gran parte de los suyos sigue viviendo en el país, sino porque a través de su Fundación Wayúu Tayá trabaja en un plan de emergencia humanitaria para dar de comer a más de 1.500 niños guajiros del estado de Zulia.
-¿Qué significó para usted participar en La maldición de La Llorona e interpretar a Patricia Álvarez?
-Yo sentí que La Llorona me escogió para asegurarse de que se le estuviese tratando con respeto. Patricia Álvarez es un personaje profundo, que tiene mucho dolor, así que me tocó acceder a los sitios más oscuros dentro de mí para interpretarlo. Siempre he pensado que los personajes y los guiones vienen a ti por alguna razón y eso me parece muy terapéutico, a través de ellos he aprendido muchas cosas.
-¿Pudo intervenir de alguna manera aportando su visión latina en una película estadounidense?
-Sí, cuando me reuní con los productores Michael Chaves y Emile Gladstone y el director de casting, lo primero que me dijeron es que querían hacerla con respeto y ahí les conté cómo me afectó a mí La Llorona cuando era una niña. Tenía un año cuando nos fuimos a vivir a Pátzcuaro, México; fue en ese tiempo cuando por primera vez experimenté la presencia de La Llorona y después, cuando regresamos a Venezuela, siguió. Ella ha estado presente en nuestra cultura. Michael siempre me preguntaba cosas incluso sobre los acentos de los chicos que hablaban en español, si se decía así; es decir, hubo un trabajo de muchísima colaboración durante la película.
-¿En algún momento sintió temor, miedo cuando le hablaban de La Llorona?
-Sí, de pequeña, cuando estábamos creciendo en Pátzcuaro, uno de mis hermanos gritó «¡La Llorona!», y salimos corriendo a la casa. De hecho, me acuerdo que una noche sentí que la toqué con mis pies y por eso nunca más pude dormir con los pies fuera de las sábanas. Yo no creo que sea una leyenda, siento que es una entidad que existe y que, de cierta manera, ha sobrevivido porque representa quiénes somos como cultura y, al mismo tiempo, es una manera de transmitir nuestras costumbres e idiosincrasia a las nuevas generaciones.
-¿Cree que, hoy por hoy, hay un interés real de la industria hollywoodense en acercarse sin prejuicios a la cultura latinoamericana?
-Sí, yo creo que hay mucho interés de la industria en acercarse a nuestra cultura, de hecho, uno de los productores me dijo que los hispanos representan 18% de las películas de terror, y el fin de semana de estreno de La maldición de La Llorona, que fue número 1 en el mundo por 10 días, 48-49%del público que la fue a ver era hispano. Hollywood se ha dado cuenta que nuestra cultura apoya a nuestras historias y al género de terror, lo que no se materializa en lo que se refiere al trabajo de los actores y al talento latino como tal, pero creo que estamos encaminados hacia allá, a tener una mayor participación.
-¿Cuáles son los proyectos actuales de la Fundación Wayúu Tayá?
-La fundación comenzó hace muchísimos años con un objetivo, lo que no me imaginé en ese momento era lo valiosa que llegaría a ser hoy. Actualmente nos estamos concentrando en un plan de emergenciahumanitaria para dar de comer a 1.500 niños. La mayoría de ellos no está comiendo más de lo que comen en los colegios a los cuales atendemos. Nosotros estamos tratando de darles, por lo menos, una bebida nutricional al día. Ha sido difícil porque hay escuelas que están muy lejos y no hay gasolina. Lo que sí ha sido increíble es cómo se ha activado el voluntariado de cada zona y el equipo de la fundación para hacerles llegar la comida.
-¿Qué opina acerca de los sucesos ocurridos en el arco minero venezolano en los que resultaron agredidos y hasta asesinados pemones?
-Las comunidades indígenas siempre han estado en el último lugar de la fila. Es terrible lo que ha pasado con nuestra comunidad pemón, incluso con los waraos que han sido desplazados. Yo puedo ser específica sobre los pemones, pero no me olvido de los otros, y estamos trabajando para hacer todo lo posible y tratar de lograr una diferencia en nuestras comunidades indígenas.
-Hay muchos artistas movilizados en el exterior a propósito de la actual situación de Venezuela, ¿qué mensaje le envía al país?
-Estoy muy involucrada, al igual que la mayoría de las personas que están afuera porque hay que recordar que muchos de los millones de personas que se han ido también la está pasando mal. Es difícil emitir una opinión porque los venezolanos que están allá piensan que uno está aquí muy cómodo. Lo que quiero decirle a quien me lee es que estoy 100% pendiente de lo que está pasando allá, a través de mi familia que también lo padece. Yo sí creo que vamos a salir adelante. No están solos. Me duele mucho el hambre y todo lo que se está ocurriendo y estoy trabajando desde acá para tratar de lograr una diferencia a través de mis conexiones, de lo poco que pueda tener y aportar. Venezuela no puede desvanecerse, yo sé que es muy difícil que el espíritu no se apague cuando hay separación de familias, cuando no hay luz. Venezuela es lo más importante para mí, comparto la tristeza, pero no pierdo la esperanza.
-¿Cuáles son sus próximos proyectos?
-Hay varios de los que no puedo hablar, otros si están por cerrar y estoy desarrollando otros, pero mi prioridad en estos momentos es Venezuela. Ese siempre ha sido mi objetivo de vida, pero hoy más que nunca está presente y es a lo que estoy volcada.