Pasan los años y El Exorcista sigue asustando… y teniendo secuelas. Es que un nuevo capítulo de la terrorífica saga se conecta directamente con la película de 1973 y aborda la historia desde ese final. Así lo confirmó el productor Jason Blum al medio especializado Den of Geek. Blum es el jefe de la productora Blumhouse, especializada en cine de terror, que fichó a David Gordon Green para dirigir el nuevo proyecto debido a su trabajo en la secuela de la película Halloween de 2018.
La estrategia, la misma que se utilizó en Halloween, es dejar de lado todas las secuelas y precuelas y tomar la historia desde donde la dejó el primer film. “Creo que va a sorprender gratamente a los escépticos. Teníamos mucho sobre Halloween y David les cerró la boca. Creo que hará lo mismo con El Exorcista”, aseguró Blum.
Se espera que la nueva entrega se estrene en 2023 cuando se cumplan cincuenta años del lanzamiento de la primera, cuya filmación estuvo envuelta en una serie de sucesos aterradores. Por ejemplo, antes de comenzar el rodaje hubo un incendio en el set por el que murieron tres operarios; durante la posproducción murieron dos actores que habían participado en el film; y durante toda la filmación no dejaron de escucharse ruidos extraños ni de verse sombras en la oscuridad.
Una historia maldita
El exorcista es la adaptación de la novela best-seller de William Peter Blatty, que marcó un antes y un después en el cine de terror. Blatty escribió el guion y fue productor del film, mientras que el director William Friedkin –Contacto en Francia– lo convirtió en un éxito mundial que recaudó más de 82 millones de dólares con un presupuesto inicial de diez millones.
Junto con el incendio que atrasó seis semanas la filmación, la muerte rondó a todo el equipo mientras estuvo trabajando en la película: al actor que interpretaba al sacerdote se le murió el hermano; la protagonista tuvo que lamentar la muerte de su abuelo; uno de los técnicos fue asesinado y el vigilante nocturno que controlaba el estudio fue encontrado sin vida.
Durante el rodaje, las dos actrices principales, Linda Blair (Regan) y Ellen Burstyn (su madre), sufrieron importantes golpes reales cuando realizaron escenas de riesgo en las que a sus personajes se los empujaba por la habitación. De hecho, en una de las tomas, Regan lanza a su madre al piso y es en ese momento que la actriz se lastima la espalda y los gritos de dolor que se ven en la pantalla son verdaderos.
Debido a las continuas coincidencias satánicas, Ellen Burstyn, sugestionada como el resto, quiso que un sacerdote exorcizara el set, pero el cura prefirió solo bendecirlo.
Al terminar la filmación, las referencias se repitieron: la posproducción se realizó en el número 666 de la Quinta Avenida en Nueva York. También cuentan que la noche del estreno de la película en Roma, una lluvia torrencial azotó al público a la entrada y que justo antes de que empezara se escuchó un horrendo sonido en el exterior. Al salir, vieron que una cruz de una iglesia cercana había sido arrancada por un rayo y había caído en la plaza de abajo. No fueron pocos los predicadores que acusaron a la producción de terror de llevar el poder del demonio en la cinta.