La Universidad de Princeton posee documentos, guiones, anotaciones y borradores que permiten comprender la mentalidad del famoso cineasta. Un periodista leyó todo y quedó impactado por su misoginia y obsesión por las adolescentes
Richard Morgan, periodista de The Washington Post, aseguró que leyó de principio a fin el archivo del cineasta estadounidense Woody Allen: 56 cajas llenas de guiones, sketches eliminados, cuadernos y notas personales que están conservadas en la Universidad de Princeton.
De todo ello, Morgan sacó una conclusión que colocó como título de su artículo: «Woody Allen está obsesionado con las adolescentes».
«Lo sé porque he visto toda su carrera de cerca, sus guiones y sus garabatos, su sala de edición física y mental que se encuentra en 57 años de archivos, que ha estado recopilando desde 1980», explicó Morgan, la primera persona que analizó todos esos documentos, según le informaron en la propia Universidad de Princeton.
Sin embargo, al final de su artículo, Morgan hizo una polémica aclaración sobre el análisis. «No hay nada criminal en la fijación de un hombre de 82 años con los 18 y no es tan malo como ‘de repente mostrar el pene’ (como hicieron el periodista Charlie Rose y el comediante Louie C.K.). Pero es profunda y anacrónicamente burdo. Además, Allen no parece preocuparse en absoluto de mejorar o cambiar de alguna manera. Vive, piensa y crea al igual que lo hacía en los setenta, hace casi medio siglo», fue una de sus resoluciones.
El periodista dijo que contactó varias veces a Leslee Dart, representante del director de cine, para que comentara el artículo pero que esta nunca respondió.
Morgan sostuvo que el archivo «despliega una repetida misoginia» y hasta pone en duda la trayectoria creativa de Allen: «Ha sido nominado 24 veces a los Oscar y nunca ha necesitado ideas más allá del hombre lujurioso y su bella conquista, un concepto alrededor del cual ha hecho películas sobre Roma, París, Manhattan, Barcelona, el periodismo, los viajes en el tiempo, la revolución comunista, el asesinato, Hollywood y muchas cosas más».
Y remarcó que la obsesión por las menores de edad recorre «insistentemente» todas las cajas de material. Para profundizar sobre esto, el redactor señaló ejemplos concretos:
– En un borrador para un programa de televisión jamás realizado, Allen describió una «rubia llamativa y sexy de 16 años en un flamante vestido rojo largo escotado con una amplia apertura en un lado».
– En el relato Consider Kaplan, un hombre de 53 años se enamora de su vecina de 17, mientras comparten un viaje en ascensor.
– En Rainy Day, Allen describe a una chica de instituto que «no debería tener 20 o 21, más bien 18, o incluso 17, aunque 18 parece mejor», mientras que no aclara la edad del personaje masculino del texto.
– Y en el borrador de una historia en 1977, titulado The Kugelmass Episode, el cineasta habla de un hombre de 45 años fascinado por «las alumnas» de un instituto de Nueva York. «Al lado de uno de los diálogos de este personaje, Allen apunta, y luego borra, ‘c’est moi’ [soy yo]», advirtió Morgan.
– «La ciencia nos ha fallado. Cierto, ha derrotado muchas enfermedades, roto el código genético y hasta llevado a los humanos a la Luna. Y sin embargo cuando un hombre de ochenta se encuentra solo en una habitación con dos camareras de 18 años todavía no ocurre nada», reflexionó Allen en otro borrador titulado My Speech to the Graduates.
Más allá de sus textos, el archivo desveló también el comportamiento de Allen con algunas actrices. En una falsa entrevista, se refirió así a la intérprete Janet Margolin, que trabajó con él en Annie Hall: «De vez en cuando fui obligado a hacerle el amor para obtener una performance decente. Hice lo que debía, por el negocio». La actriz murió en 1993.
Y sobre la modelo española Nati Abascal, que trabajó con Allen en Bananas,asegura: «¿Podía actuar? Sí, descubrí, sobre todo en su defensa. Bloqueó mi mano cuando iba por su muslo y llevaba su rodilla hacia mi ingle mientras discutíamos de negocios… Saqué un contrato de mi bolsillo y ambos firmamos, no antes de que le explicara la obligación sexual que formaba parte del trabajo de las actrices que colaboran conmigo». El redactor de The Washington Post trató de contactar a un representante de Abascal y no obtuvo respuestas.
Morgan advierte que Allen es conocido por su humor y que algunas de sus frases pueden ser irónicas, pero que eso no cambia, para él, la sustancia del asunto. Tampoco duda frente al hecho de que decenas de actrices más o menos célebres han querido trabajar con Allen a lo largo de todas estas décadas y han sido nominadas en repetidas ocasiones a los principales premios de Hollywood por sus papeles. El periodista considera que el éxito que ellas obtenían por actuar en sus filmes servía para alejar los focos «de la oscuridad» de Allen.
Este artículo surge en medio de la pelea #MeToo contra el acoso sexual y ya ha generado las primeras reacciones. Rose McGowan, una de las principales caras públicas de las denuncias contra Harvey Weinstein, se ha alegrado en Twitter de que Allen sea «al fin desenmascarado».
En una entrevista reciente con la BBC sobre el caso Weinstein, Allen declaró temer «una atmósfera de caza de brujas, donde cada hombre que le guiña el ojo a una mujer en una oficina tiene que llamar enseguida a su abogado», reseña Infobae
(noticiasaldiayalahora.co)