El 4 de abril de 1979 nacía en Perth, Australia, Heath Ledger, aquel artista que debutó en el cine con el thriller australiano Blackrock en 1997 y que, tan solo dos años más tarde, irrumpía en Hollywood con ese carisma ineludible que, de todos modos, no era el rasgo que lo definía.
El actor, que falleció a los 28 años de edad el 22 de enero de 2008, por una sobredosis accidental de antidepresivos y pastillas para dormir, hubiese cumplido 40 años.
A pesar del tiempo transcurrido, Ledger sigue siendo un intérprete imposible de describir en apenas unas líneas. El consenso es que su carrera no tenía techo, y que no había papel que no decidiera abordar con pasión y entrañas, cualidades propias que trasladó a su amor por el cine y a la construcción de personajes memorables para cualquier retina.
Patrick Verona (10 cosas que odio de ti)
https://youtu.be/S7N6kB11GpE
En esta relectura de La fierecilla domada dirigida en 1999 por Gil Junger, Ledger logró una química insuperable con su partenaire, Julia Stiles, quien interpretaba a Kat, una suerte de antiheroína desencantada en materia de amor.
La entrada en escena de Patrick (Ledger) no solo derrumba sus esquemas y preconceptos, sino que le permite contemplar cómo, del otro lado, también hay una persona con problemas y conflictos por resolver.
Como en muchos filmes protagonizados por el actor australiano, hay escenas inolvidables. En este caso, la declaración de amor en las escalinatas al ritmo de «Can’t Take My Eyes Off You», en la que la sonrisa de Ledger abarcaba toda la pantalla y el corazón de su interlocutora, es de mención obligada.
Ennis Del Mar (Secreto en la montaña)
Los guionistas Larry McMurtry y Diana Ossana hicieron magia, en el año 2005, cuando tomaron el famoso cuento de Annie Proulx, Brokeback Mountain, y lo convirtieron en una historia mucho más extensa y devastadora, que jamás hubiese funcionado sin la suma de sus partes.
Por un lado, la dirección de Ang Lee, que oscila entre escenas panorámicas bellísimas, y momentos intimistas de fuerte impronta. Por el otro, Jake Gyllenhal como el intempestivo Jack Twist, y Ledger como el impertérrito Ennis Del Mar, formaron una dupla extraordinaria.
La interpretación del australiano es particularmente maravillosa, y con la escena final como perfecto corolario. Nuevamente, al actor le tocó transmitir con la mirada la ebullición interna de su personaje, y lo que logra es excepcional. Su primera nominación al Oscar le llegó por este filme en el que conoció a Michelle Williams, con quien tuvo a su única hija, Matilda.
Robbie Clark/Bob Dylan (I’m Not There)
El género biopic es particularmente complejo, y no parece tener muchos grises. Por un lado, se puede caer en la alteración de los hechos para complacer a la audiencia (Bohemian Rhapsody), o bien en la innovación absoluta para no sucumbir a las películas biográficas de manual. Todd Haynes es uno de los mejores representantes del género: lo hizo primero con Velvet Goldmine, y luego con el filme que nos ocupa.
El concepto era abordar la figura de Bob Dylan a través de un prisma, con narrativa no lineal y con seis actores interpretándolo en diferentes etapas, representando sus deseos e influencias de esos momentos. Ledger personificó con maestría al actor Robbie Clark, cuyo matrimonio se desintegra, trama a partir de la cual Haynes aludió al Dylan de 1975 del disco Blood on the Tracks.
El Guasón (Batman: El caballero de la noche)
Hace un par de días, se dieron a conocer las primeras imágenes de El Guasón de Joaquin Phoenix en la película de Todd Phillips, que promete más un estudio de personaje que una adaptación fiel del Joker de DC Comics.
Lo cierto es que cada vez que un actor aborda este emblemático rol, como sucedió con Jared Leto en El escuadrón suicida, las comparaciones con Ledger son ineludibles. Heath, quien obtuvo el Oscar póstumo por su interpretación, abandonó el registro caricaturesco de Jack Nicholson para ponerse a tono con el estilo de Christopher Nolan, y con su propia necesidad: ir a lo oscuro, a lo sombrío, a lo plausible.
Mucho se ha escrito sobre la obsesión del australiano con el papel, pero esa obsesión no fue más que un paso coherente que dio Ledger en relación al resto de una carrera que difícilmente olvidaremos.