Desde ciencia ficción para adultos hasta las aventuras de bandas de motociclistas adolescentes, las plataformas de streaming se libran una batalla feroz por el dominio de uno de los sectores más lucrativos del momento: las animaciones japonesas.
Impulsada en parte por la pandemia, la popularidad de la animación se convirtió en una mina de oro para plataformas como Netflix, Disney+ y Amazon Prime, con un mercado mundial estimado en 28.600 millones de dólares en 2022 y que se duplicará para 2030, según el grupo Grand View Research.
«No creemos que la competencia en el sector de la animación disminuya», dijo a la AFP Aya Umezu, presidenta de la consultora de entretenimiento GEM Partners.
La demanda mundial aumentó 35% entre 2020 y 2021, según el servicio especializado Parrot Analytics.
En los últimos años, Disney+, relativamente tardío en el sector, comenzó a ofrecer series como «Demon Slayer» (Espada matademonios), «Spy Family» y «Jujutsu Kaisen» (Hechizo de guerra).
«Proponerlas puede evitar que la gente cancele su suscripción», subraya Umezu.
Pero esto no es suficiente y las plataformas buscan obtener derechos exclusivos sobre los contenidos o coproducir sus propias animaciones.
El año pasado, Disney+ se aseguró los derechos exclusivos para la emisión de la segunda temporada de «Tokyo Revengers», manga protagonizada por bandas de matones, como parte de un acuerdo lucrativo con el gigante editorial Kodansha.
Amazon Prime también intentó «monopolizar» las superproducciones, según el periodista Tadashi Sudo, en particular «One Piece Film: Red», la película que más dinero generó en Japón el año pasado.
Netflix se distinguió por trabajar directamente con los estudios de animación, dándoles una libertad creativa inusual.
Tradicionalmente, las animaciones japonesas son producidas por «comités de producción» que reúnen editores, difusores y fabricantes de juguetes. Estos comités desempeñan un papel clave en la diversificación de los ingresos de una serie, a través de la promoción comercial o las adaptaciones en videojuegos.
Industria vibrante
Netflix se asoció directamente con el estudio de animación Tokoite Production I.G en 2018, eludiendo el sistema.
«Algunos pensaban que íbamos a destruir lo que habían construido», explica el presidente de Production I.G, Mitsuhisa Ishikawa.
Y Netflix cosechó los frutos convirtiéndose en «la plataforma que más aumentó la demanda mundial de la animación en 2021», según Christofer Hamilton, de la compañía estadounidense Parrot Analytics.
Pero los gigantes mundiales del streaming tienen poco peso en Japón, donde los editores desean una exposición máxima para las adaptaciones de las mangas y temen que los acuerdos de transmisión en directo exclusivos sean demasiado restrictivos.
Los expertos señalan que los acuerdos originales de Netflix a menudo se basan en obras menos propensas a convertirse en éxitos nacionales como «Demon Slayer».
Según Shota Ito, analista de GEM Partners, ninguna animación original de Netflix se incluyó en la lista de las 20 películas más vistas por los usuarios japoneses en 2022.
Sin embargo, Netflix es una plataforma atractiva para estudios japoneses que perciben el mercado tradicional como demasiado restringido.
Los primeros contenidos originales de Netflix reflejaron este sesgo, con una alta proporción de producciones que, según algunos, evocaban los dibujos animados de ciencia ficción puros y duros de hace algunas décadas.
Es el caso de «Devilman Crybaby», que cuenta la historia de un «chico demonio» con mucha violencia y desnudez.
Esta primera experiencia dio paso a otros géneros, desde la comedia hasta las peleas entre matones, e incluso a un proyecto en «stop motion» -imagen por imagen- con un oso de peluche.
Según el director de contenidos de Netflix, Yuji Yamano, el mercado está lejos de estar saturado y la competencia solo hará que «la industria sea aún más vibrante». AFP