El actor Jorge Palacios, nacido en España y emblema de las artes escénicas de Venezuela, abrió las puertas de su casa para narrar cómo fue su llegada a esta tierra de brazos abiertos que lo enamoró de su gente en 1966.
Para la serie #Legendarios cuenta su vida personal llena de claros y oscuros y en un intento por darle calidez a la distante relación que lo mantiene alejado de su primogénita, Bárbara Palacios, Miss Universo 1986, la invita a una reflexión: “Los padres podemos cometer errores en nuestra relación con los hijos, pero, ¿acaso ellos no los cometen también? Lo disfuncional es negarse a practicar el perdón que se predica”, reseña Caraota Digital
Cuando a Jorge Palacios se le ha puesto la vida oscura, y eso ha ocurrido no pocas veces, el actor se sienta en cualquier rincón de su apartamento ubicado en el exclusivo sector caraqueño de La Alameda y enseguida su amada y joven esposa –Patricia Oliveros, la actriz que personificó a su hija en Sol de tentación– le ofrece la bebida que le apetezca. En el tintineo de esa copa solitaria, el artista repasa álbumes rebosados de imágenes que dan cuenta de una existencia bien gozada. Su sonrisa aparece.
Los pasillos de la casa son, de hecho, una galería fotográfica que emana la naturaleza enmarcada de sus cuatro hijos. De las paredes brota igualmente la arrogancia de los villanos interpretados en la televisión en blanco y negro. Los muros retratan las mujeres que ha amado. No aclara si en la ficción o en la realidad, pero su sonrisa se expande.
Jorge Palacios está en su templo y, a partir de esos viajes mentales liberadores que realiza desde las fotografías, su cara se ilumina con el amor infinito que declara por Barbarita. Así es como llama a la primogénita que tuvo con la actriz Bárbara Teide y quien en 1986 conquistara el título de Miss Universo. También por Gian Piero, el niño rubio que nació del amor con la actriz Pierina España. Y por Georgina y Jorge Javier, los dos ángeles sanadores, como los describe, que llegaron de su relación con la Nena Useche. Cualquier momento sombrío se disipa. Siempre sonriente, siempre amable, siempre en su lugar.
El señor Palacios se muestra devoto de las formas políticamente correctas. Es un rasgo que, para muchos, lo ha distinguido dentro y fuera de cámaras. Eso no ha impedido el rumoreo sobre su persona, de señalamientos que lo acusan de haber dejado su perfume masculino en canales y teatros donde ha trabajado. O que, de cuando en cuando, el apego terrenal haya precipitado el extravío de su espíritu.
Jorge Palacios ha transitado la luz y la oscuridad
Acusaciones de infidelidad, separaciones ruidosas, demandas contractuales, distanciamientos filiales. Todo esto es parte de la vida algo agitada de Jorge Palacios. También se suma una hoja de trabajo impecable que alcanza casi 60 años de éxitos artísticos en teatro, cine y televisión. Un verdadero legendario. Un artista que, humano al fin, atraviesa la sombra y la luz.
En un acto de reafirmación o de mea culpa, Jorge Palacios despeja la primera disyuntiva de una conversación con la que dibuja su autorretrato.
“Creo que mis pecados están en el cuerpo y en el espíritu. He tenido caídas que a lo mejor son elevaciones, en cierto modo éxitos, porque quedan hijos que, en los casos de Barbarita y de Gian Piero, han resultado muy exitosos. Pero con ambos no hay buena comunicación”.
Su cara, que desde nuestra llegada había sido un homenaje a la alegría, dio paso a un gesto de menos euforia: “Es triste no conservar relación con tus dos primeros hijos que, por circunstancias extrañas en las que ambas madres han intervenido, se originaron alejamientos. Me he ido acostumbrando al dolor de la ausencia de mi hijos Barbarita y Gian Piero”.
A partir de este momento –café caliente en mano– somos bienvenidos al mundo de José Ambrosio Pérez Palacios y de su alter ego, Jorge Palacios.
Jorge Palacios pasaría solo vacaciones en Venezuela…
“Llegué a Venezuela en 1966, casado con una bella mujer nacida en Santa Cruz de Tenerife que tenía por nombre legal María Antonia Hernández, más conocida como Bárbara Teide, venezolana por nacimiento, pues llegó de meses a este país”.
(Va foto de Teide y Jorge)
Con ese viaje, Palacios conocería a su familia venezolana –sus suegros– y presentaría a su hija Barbarita, nacida en Madrid tres años antes, de modo que luego de terminado unos compromisos de teatro y una película en España emprendió un vuelo que sería definitivo. “Mi esposa ya estaba en Caracas, viviendo junto a Carmela, mi suegra”.
Recuerda que fue él mismo quien, movido por el carácter explosivo de María Antonia, la bautizó con el nombre de Bárbara, en alusión a la novela galleguiana. El apellido Teide sería el recordatorio de Tenerife, la tierra de origen de la actriz, donde se levanta el volcán con ese nombre y que se considera la montaña más alta de España.
Y él se hace llamar Jorge Palacios
“Mi primera experiencia actoral fue en la iglesia de San Francisco, en Palma de Mallorca, que tiene una plaza medieval, con balcones de la época, y frente al atrio de esa iglesia fue celebrado un Auto Sacramental titulado El gran teatro del mundo, de Don Pedro Calderón de la Barca. Yo había debutado como José Palacios en el papel de El pobre. Recordando que San Jorge, paradójicamente, preside la fachada de la iglesia de San Francisco y que además es patrono de Mallorca, quise entregarle a ese San Jorge el homenaje de mi nombre y de mi dedicatoria artística. A partir de Caracas yo renací, en el arte, como Jorge Palacios”.
“Venezuela era el país con el que yo había soñado siempre”
El hecho fue que Jorge Palacios se enamoró de una Venezuela que lo recibió con los brazos abiertos, con una generosidad que lo hizo sentir en su casa. “En cierto modo, Venezuela era España, en estilo, costumbres y maneras de ser. Me encantó. Venezuela era el país con el que yo había soñado siempre”.
“Yo, que habiendo nacido en Sevilla, el primero de enero de 1940 y criado en Mallorca, soñé siempre con vivir en un clima semejante al de Palma de Mallorca, y Caracas tenía, entre otras virtudes, ese clima. Además, en Venezuela me ofrecieron algo que no existía en la España de los años de 1960: una compensación económica en dólares”.
Descubrió un país fantástico no solo por su clima, sino por su gente, su forma de vida y su economía boyante y con un éxito dentro de un mundo artístico que no había sido igualado por la televisión española de la época.
“Hoy, esta Venezuela me impacta de manera profunda, es como un golpe en el corazón, es la aparición de lo inesperado en su peor expresión”, dice Palacios al sorbo de un café criollo que por consenso se ha elegido para conversar.
“Uno sospecha que un país que tiene tantas riquezas, con tantas posibilidades, que está en exponencial desarrollo y que posee un futuro que solo tienen países como los árabes, las naciones petroleras o las grandes naciones desarrolladas de Europa y Norteamérica, necesariamente tiene que alcanzar ese mismo nivel de desarrollo en lo económico, social y político. Sin embargo, de pronto, este mismo país nos da la enorme sorpresa de decirnos `Señores esta función terminó y lo que vamos a presentar ahora es la versión opuesta, lo peor que puede llegar a ser un país que pudo ser el mejor país del mundo´”.
Aunque se sienta defraudado por el rumbo de Venezuela como nación, en Jorge Palacios habita una suerte de vanidad que lo mantiene arraigado. “No sé si es orgullo, carácter, resistencia al fracaso, lo que quieras definir en mí, que se opone a dejarse derrotar por las actuales circunstancias del país”.
Se convierte en hermano de El bastardo
A su llegada a Venezuela, un día fue a desayunar y jugar tenis en el Hotel Tamanaco. Allí se encontró a Jaime de Mora y Aragón y a Espartaco Santoni. “Yo había protagonizado con Jaime de Mora y Aragón una comedia famosísima de enorme éxito en España llamada Las personas decentes me asustan, original de Emilio Romero, director del diario Pueblo, popular en la época franquista”.
Durante aquella mañana, el venezolano Espartaco Santoni –consumado playboy internacional– decidió convertirse en el productor para Venezuela de Las personas decentes me asustan. Todo fue de inmediato. Los ensayos se realizaban en el Teatro Municipal de Caracas y en el elenco se incluía a Tere Velázquez, famosa actriz mexicana, entonces esposa de Santoni. El montaje de la obra fue dirigido por Alberto de Paz y Mateos.
Aquella pieza fue vista por los hermanos Ricardo y Amable Espina, quienes inauguraban un nuevo canal de televisión, el Canal 11. Decidieron que Santoni y Palacios serían perfectos para protagonizar la primera telenovela, El bastardo (1966).
“El pobre bastardo era interpretado por Espartaco Santoni y yo era el despiadado hijo legítimo que hacía la vida imposible al bastardo para que no participara de la herencia fabulosa que tenía nuestro padre para ofrecer”.
La telenovela fue exitosa, pero el Canal 11 no resistió la competencia conformada por Radio Caracas Televisión, Venevisión y el Canal 8. Así que a mediados de 1968, los hermanos Ferrara –herederos de la gerencia de RCTV dejada por los hermanos Espina– invitaron al español a formar parte de las filas de RCTV.
Jorge Palacios se enfrenta a La tirana
“En RCTV debuté como galán joven de Eva Moreno en una telenovela titulada La tirana. Recuerdo siempre la anécdota cuando Edmundo Valdemar sujetó a La tirana por un brazo y le dijo con su voz ronca `Tú eres mía y de nadie más´ y entonces Eva Moreno le responde `Suéltame, no me toques´ y le dio una cachetada con la palma de la mano. ¿Quieres creer que Edmundo cayó como un plátano maduro al suelo totalmente desmayado? Eva Moreno le había tocado el punto de cristal en su mandíbula y ese hombrote, enorme, que no había forma de derrotar, fue derribado por una cachetadita de Eva Moreno”.
Luego de esa primera oportunidad en RCTV protagonizó Dos mujeres con Doris Wells y María Gracia Bianchi. Y fue el desencadenante para que Jorge Palacios comenzara una racha de oportunidades televisivas en las que compartía el amor de las mujeres que protagonizaban con Raúl Amundaray.
“Yo amaba a las actrices de forma impía, mientras que Raúl Amundaray las amaba de forma muy noble. De un modo o de otro, mi villanía era la cara opuesta al galán y entre los dos conformábamos una unidad de trabajo que funcionó extraordinariamente bien, tanto cuando la protagonista era Marina Baura o cuando era Doris Wells”.
De esas primeras experiencias, no olvida el trabajo en Cristina, protagonizada por Baura y la participación de la Doña, María Félix, quien a decir de Palacios tenía facultades extrasensoriales.
“Había quienes ella saludaba y otros que ignoraba. Ella confesaba que todo era energético, a mí me daba la mano y me abrazaba, creo que me robaba energía (ríe). Sin embargo, Cristina no funcionó bien, la competencia nos ganó con Esmeralda. Nuestra telenovela no tuvo suficiente energía”.
Sabrina, un éxito de mediodía
Protagonizando Sabrina, al lado de la actriz Helianta Cruz, Palacios instauró la televisión de mediodía, una nueva etapa de la televisión. El experimento resultó tan exitoso que el dramático estuvo cerca de dos años al aire.
Simultáneo a Sabrina también hacía teatro como productor y protagonista de una comedia titulada Ardéle o la Margarita, de Jean Anouilh, dirigida en Venezuela por Carlos Giménez y que habría servido de debut como actriz de su hija Barbarita, entonces de 13 años de edad. “Pero, una ridícula comisión de censura de menores prohibió que participara”.
“En esta pieza, yo tenía que afeitarme la cabeza porque el protagonista era un calvo conde francés. A Carmelo Ficettola, jefe de maquillaje de RCTV y todo un artista haciendo pelucas, le pedí que me hiciera una igual a mi cabello y estuve más de un año usando esa peluca en la telenovela Sabrina”.
Palacios se ríe al recordar que nadie se dio cuenta del postizo sino hasta cuando en el banquete de celebración del final de la serie se quitó el peluquín delante de Hernán Pérez Belisario, entonces gerente de RCTV. “No me mató de milagro. En la foto promocional con Helianta lo que llevo es la fraudulenta peluca”.
El amor de Jorge y Bárbara Teide parecía eterno
“Me casé muy enamorado en la iglesia de la Guadalupe, en la calle Goya, cerca de la plaza Colón, en Madrid, que a su vez estaba cerca de la Escuela de Cinematografía de España, donde estudié actuación, dirección, producción y guión”.
José Ambrosio Pérez Palacios, como es su nombre real, tendría 22 años; María Antonia, 20 años. Eran dos jóvenes que amaron Venezuela. Cuenta el recordado Luciano de La usurpadora que, al poco tiempo de estar casados, su esposa presentó un comportamiento que describe a veces normal y de pronto conflictivo, histérico, difícil de sobrellevar.
“Hasta que un día observé que se golpeaba la frente contra las paredes en el apartamento donde vivíamos en la calle Bretón de los Herreros de Madrid”. Era 1962, un año antes del nacimiento de su hija.
Fue entonces cuando la llevó a consulta en el Instituto de Neurología de Madrid, donde sería atendida por los doctores Fernando Olaizola y Antolí Candela. Se consideraban, dice Palacios, los dos grandes neurólogos y cirujanos del oído interno de España.
“El día que los doctores revisaron a María Antonia me dijeron ´De aquí no se va tu esposa. Se queda. Mañana la operamos´. Tiene una “otitis supurada interna en su oído izquierdo que ha invadido ese hemisferio cerebral con una tremenda infección de estafilococos”.
“Creemos que tiene seis meses para conservarse mediamente cuerda”, habrían dicho Olaizola y Candela. “…Si pasamos la época máxima de seis meses no contamos con la posibilidad de que siga ni viva ni cuerda”.
La falta de atención al oído comprometía el comportamiento de María Antonia Hernández de Pérez Palacios. “Tienes que aprender a sobrellevar esto”, recuerda Jorge la indicación médica.
Un polémico titular de Jorge Palacios
Centro de titulares poco convencionales, Jorge Palacios fue reseñado por la revista Venezuela Gráfica, en una edición del mes de marzo del año 1968, por su amor compartido entre Bárbara Teide y Pierina España.
Más de 50 años después, Tv Imagen y Memoria, una cuenta en Instagram dedicada a documentar la vida artística venezolana, trajo al presente de 2019 un post con la portada de aquella publicación y el registro de las declaraciones del actor: “Quiero a Bárbara pero no puedo dejar de amar a Pierina”.
“Yo me separé de Bárbara a principio de 1968, y en 1969 me contrataron para hacer una película llamada Dana, con Pierina España de protagonista conmigo. Conocí a Pierina en el rodaje y ya llevaba más de un año separado de Bárbara”.
Con la separación, Jorge Palacios se había asumido como un hombre soltero en trámites de divorcio. El enamoramiento con la protagonista de la recordada telenovela Estefanía ocurrió de forma instantánea.
“Pierina era una mujer muy bella y atractiva y con quien tenía una serie de escenas que comprometían mucho nuestro contacto personal porque eran escenas de amor y ese amor de ficción se transformó en real, dando origen en 1970 a nuestro hijo Gian Piero”.
Aunque no se casaron, Palacios dice haberla considerado su legítima esposa. “Vivimos juntos, la amé muchísimo. Fue un amor distinto. Pierina era una mujer alegre, divertida, bella y con un encanto muy especial. Fue inevitable enamorarme y, apenas terminada la película Dana, nos fuimos de vacaciones a España”.
En Madrid, Palacios habría sido invitado a protagonizar una obra teatral llamada Acelgas con champagne, una pieza que después constituiría su buque insignia para abrir su propia compañía teatral en Venezuela, estrenada en el teatro Las Palmas.
“Reconozco que en aquella afortunada experiencia teatral española ocurrieron eventos que me alejaron de Pierina, incompatibilidades que se cimentaron en Caracas, después del nacimiento de Gian Piero”.
Descubre a María Conchita, Amanda y Mimí
“María Conchita Alonso, Amanda Gutiérrez y Mimí Lazo fueron mis tres grandes descubrimientos dentro de mi labor teatral como empresario y director”, dice un orgulloso Jorge Palacios.
Refiere que el debut de María Conchita Alonso sucedió en el teatro de la Ópera de Maracay, finalizando el año 1974, con el montaje de la pieza Las casadas las prefieren diferentes. “Ya había sido Miss Princesita”.
Al año siguiente, 1975, la obra tendría a otra actriz debutante, Amanda Gutiérrez, una cara cuya hermosura dejó boquiabiertos a quienes concurrieron al teatro Chacaíto de la época. Luego, en 1977, sería el momento de Mimí Lazo en Ardéle o la Margarita, en el teatro Las Palmas. “Las tres estuvieron geniales en sus respectivos debuts artísticos”.
A finales de esa década, Jorge Palacios inicia la creación de su propia sala teatral: “Esa es otra larga historia”.
Cristal lo ratifica como ícono de la villanía
“Con la adorable persona que es Lupita ya había grabado para el canal 8 las telenovelas De su misma sangre y María Soledad. En esta, las protagonistas fueron Lupita y Pierina. Pero, en efecto, mi reencuentro con Lupita fue en Cristal”.
Fue en ese drama de Delia Fiallo donde Palacios creó al icónico Gonzalo Payares, al lado de Marión, interpretado por la actriz Marita Capote. Ambos personajes vivían una relación de amor y desamor. “Marita Capote es una actriz que vivía intensamente la verdad de sus personajes y como Marión estuvo maravillosa”.
Cuenta Jorge Palacios que durante los ensayos se jugaba con la mayor de las Capote diciéndole ´Vamos a grabar, loquita mía´. El actor explica que Marión era un personaje “muy champagne, burbujeante” y que fue Juan Lamata, director de Cristal, quien al escuchar la frase le pidió usarla en la grabación.
La cúspide de ambos antagonistas la alcanzaron en la escena final que tuvo como referente, dice Jorge Palacios, la célebre película Duelo al sol, protagonizada por Gregory Peck y Jennifer Jones, quienes se matan amándose.
“Esa idea de Duelo al sol fue rescatada por Juan Lamata, que hizo una versión extraordinaria, dura y difícil en un edificio en ruinas, escaleras sin barandas, donde si te resbalabas caías al vacío. En esa construcción hicimos unas de las mejores escenas de la historia de la televisión en RCTV: Marión y Gonzalo se matan a tiros y en sus últimos instantes buscan enlazar sus manos arrastrándose entre las ruinas de una construcción y de un gran desesperado amor”.
Jorge Palacios: “Los padres cometemos errores»
Jorge Palacios admite que Barbarita se crió con su mamá y que solo cuando cumplió 17 años quiso estar a su lado. Entonces, padre e hija, vivieron un par de años.
“Mi niña no vivió conmigo en su niñez, pero todo lo que recibió de mí fueron los mejores tratos para que se educara como realmente logró educarse”.
A pesar de la distancia física, dice que Barbarita ha constituido una preocupación esencial de su vida. “La inscribí en los mejores colegios de Caracas, el Gloria Félix School para que aprendiera inglés cuando era bebé, en el St. George para que aprendiera francés y la primaria y después en el San José de Tarbes para que hiciera su bachillerato. Todos colegios de muchísimo prestigio”.
En el inventario de su memoria paterna trae de vuelta aquel piano Yamaha con el que pretendió aumentar la sensibilidad de su hija mayor. “Le puse como profesor a mi gran amigo Antonio Pizzolante, sobrino del célebre Italo Pizzolante. Yo lo hacía todo por mi hija, Barbarita”.
Mientras las aguas familiares lleguen al lugar donde alguna vez espera que estén, disfruta sus nietos a la distancia del 2.0. “Cuando la gente me dice orgullosa `Esos nietos tuyos se parecen al abuelo´ yo digo que es verdad, son Palacios los dos. Yo estoy orgulloso de Víctor y de Diego, y eso nadie puede impedirlo. Además, mis dos nietos saben que tienen a un abuelo, que siempre lo tendrán y que estaré al lado de ellos como lo que soy, como su sangre, son mis nietos y nadie me los puede quitar aunque se empeñen en ello y se les haga un injusto daño también a ellos. Yo creo, por la experiencia y sabiduría que dan los años, que no basta hablar o escribir sobre la espiritualidad y las virtudes del perdón, hay que decidirse a practicarlas”.
“Los padres podemos cometer errores en nuestra relación con los hijos, pero, ¿acaso ellos no los cometen también? Repito: no basta predicar el perdón, hay que saber ponerlo en práctica, sobre todo en el seno familiar. Lo disfuncional es negarse a practicar el perdón que se predica”.
En un momento de entrega emocional, Jorge Palacios aclara que su mayor contacto con Víctor Manrique ocurrió el día de la boda, cuando en 1988 le entregó a Barbarita en la iglesia Nuestra Señora de Chiquinquirá en La Florida.
“A pesar de existir ya una ruptura, ella me pidió que la llevara al altar en tan hermosa circunstancia, lo cual hice lleno de felicidad esperando, además, el reinicio de nuestra positiva comunicación. Víctor me parece un buen e inteligente padre y esposo, el hombre ideal como esposo de mi hija”.
Su primera gran conversación con su yerno se produjo en el Hospital de la Cruz Roja de Sevilla, España. “Mi hija Barbarita había sufrido un gravísimo accidente de automóvil durante su participación como representante de Venezuela en la Feria Internacional de Sevilla en 1992 y mediante Reiki logré sacarla del coma en que se encontraba. Muy anteriormente, viví otra traumática experiencia en la que logré salvar a mi hija, con tres meses de edad, de un bloqueo respiratorio que estuvo a minutos de matarla”.
«Tú eres mi sangre, tú eres mi carne, tú eres mi hija»
“Cómo no amar a Barbarita, aunque no se relacione con su padre y no haya aprendido a perdonar. Tal como dice el rey Lear a Goneril, su primogénita, con la que se enfrenta: “Tú eres mi sangre, tú eres mi carne, tú eres mi hija”.
Y dice que lo mismo sucedió con su hijo Gian Piero, a quien reconoció legalmente cuando este cumplió los 18 años de edad. “No había forma de ver a mi hijo sino gracias a mi suegra, igual que en el caso de Barbarita. Ambas madres tuvieron un peso, con respecto a mí, negativo. No me dejaron ser el padre que quise siempre ser”.
“La ausencia de mi hijo Gian Piero ha sido compensada por el otro ángel milagroso de mi vida, Jorge Javier, mi último amado hijo. Y hoy quisiera recordar tanto a Barbarita como a Gian Piero que los hijos pueden ausentarse pero siempre permanecen en el amor de un padre. La vida tiene respuestas maravillosas a nuestras oraciones y en mi caso la respuesta es Georgina. Ella compensa toda ausencia de amor, pues es muy cercana, muy divertida, muy amorosa, es un ser maravilloso, es una hija extraordinaria, un ángel sanador. Bárbara puede serlo también, basta que se lo proponga. Desde esta entrevista, se lo ruego de corazón”.