Largas filas de vehículos para llenar los tanques en la capital y gasolineras cerradas es el nuevo panorama que se ve en Venezuela.
Por Valentina Lares Martiz para el diario El Tiempo (Colombia)
Suele jactarse la revolución bolivariana de haber logrado la certificación oficial de que en ese país existen las reservas de petróleo más grandes del mundo, pero desde hace al menos dos semanas regiones como Nueva Esparta, Bolívar y Táchira apenas reciben gasolina de la estatal Petróleo de Venezuela (PDVSA) y la sequía finalmente tocó a Caracas.
Debido a la nueva escasez que se ve en la capital, que se suma a la falta de productos básicos sufrida desde hace tiempo por los venezolanos, quienes quieren abastecerse de ese combustible tienen que esperar hasta ocho horas en las zonas de provincia para lograrlo.
“Antes nos llegaban dos cisternas diarias de gasolina, pero desde hace como un mes nos llega solo una”, dijo a EL TIEMPO uno de los bomberos de la estación de servicios cercana al barrio Santa Cruz, en Caracas.
El reducido aprovisionamiento no tarda mucho en agotarse. “Eso nos dura desde ahorita (las tres de la tarde), más o menos, hasta mañana a las nueve de la mañana. Luego cerramos la estación hasta que traigan la próxima, que últimamente no sabemos cuándo será”, añadió el hombre. Aunque la escasez de combustible es noticia diaria en zonas fronterizas del Táchira, Zulia y Apure, su ocurrencia en la capital evidencia que los inventarios llegaron al mínimo, lo mismo que la capacidad de reposición.
Pero ¿cómo se explica eso en un país petrolero y con la existencia de una empresa como PDVSA?
Lo primero a apuntar es que Venezuela, que solía producir hasta tres millones de barriles diarios a comienzos de esta década, ha reducido su producción a 2,1 millones de barriles diarios a causa de una mezcla de deterioro de infraestructura y falta de mantenimiento, según denuncia desde hace años la Federación Única de Trabajadores Petroleros de Venezuela.
Entre las estructuras más deterioradas se encuentran las refinerías del crudo, que han reducido la capacidad de su procesamiento hasta un 46 por ciento y la capacidad de fabricar gasolina a un 35 por ciento. Es decir que producen solo 70.000 barriles diarios de los 200.000 que necesita el país para consumo interno en el día a día.
Vale acotar también que el petróleo venezolano se caracteriza por ser pesado y denso y requiere de un procesamiento complejo y de alta tecnología para transformarlo en combustible.
Los sindicatos denuncian que actualmente la industria petrolera venezolana tampoco cuenta con todos los insumos químicos para ese proceso, por lo que escasamente se produce gasolina de 91 octanos, el octanaje mínimo en Venezuela, dentro de esa escala que mide la capacidad de la gasolina para ser comprimida antes de hacer combustión y en consecuencia, que determina la eficacia del motor.
Cuanto mayor sea el octanaje, mejor será su funcionamiento.
Sin embargo, los vehículos fabricados desde el año 2000 deben utilizar gasolina de 95 octanos, que desapareció de las estaciones de servicio venezolanas.
Este no es un problema reciente. El Gobierno venezolano importa desde hace al menos dos años la mitad de la gasolina que se consume en el país –como producto terminado– desde refinerías estadounidenses.
La evidente falta de liquidez de las arcas venezolanas, con las reservas internacionales apenas por encima de los 9.000 millones de dólares, ha comprometido el pago de los barcos que traen el combustible.
El sindicalista Iván Freites, secretario general del sindicato petrolero antes mencionado, ha dicho que solo por esa razón esta semana dos tanqueros no han podido descargar más de 350.000 barriles de gasolina, pues esperan el pago inmediato del combustible.
“En la actualidad ya no le dan notas de crédito (a PDVSA), sino que todo lo que compra y los servicios que utiliza con empresas extranjeras debe pagarlas al contado y no con notas de crédito como antes”, confirmó el trabajador al portal de noticias ‘Efecto Cocuyo’.
Las recientes sanciones aprobadas por el presidente estadounidense, Donald Trump, contra el Gobierno venezolano aún no apuntan directamente a la industria petrolera, pero la banca internacional se resiste a aceptar cualquier dinero proveniente del Estado venezolano –incluyendo PDVSA– y otorgar algún crédito para evitar eventuales afectaciones por las sanciones.
De hecho, algunos proveedores de la petrolera ya tienen problemas al tratar de cobrar sus facturas pendientes y PetroChina ordenó a su filial en EE. UU. a no otorgar más créditos a la empresa estatal.