Después de meses de colas y anaqueles vacíos, las palabras “crisis” y “emergencia económica” resonaron en Miraflores. No por casualidad. La derrota política que brotó en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre obligó al Ejecutivo a mirarse a sí mismo en busca de repuestas al descontento ciudadano, acentuado por el desabastecimiento y la elevada inflación, publica Correo del Caroní.
En la retrospectiva y la revisión interna, el Ejecutivo decidió sumar a su vocabulario los términos en un intento de acercarse a la gente y hacerle sentir que el Gobierno y sus figuras padecen también el desorden económico. Sin embargo, la revisión fue superficial, pues sobre las causas estructurales de la distorsión económica, producto del desorden fiscal, monetario y cambiario, el Ejecutivo siguió considerando la “guerra económica” como la culpable de la inflación “inducida” y las colas.
Lo recoge el decreto de emergencia económica, improbado este viernes 22 de enero por la Asamblea Nacional, y los discursos del presidente Nicolás Maduro desde la rendición de su mensaje anual en la sede del Poder Legislativo hasta la instalación del Consejo Nacional para la Economía Productiva.
A juicio del economista Leonardo Buniak, con el decreto de emergencia económica el Ejecutivo intentaba compartir o trasladar el costo político de las medidas económicas necesarias a la Asamblea Nacional, en un momento en el que –asegura- las circunstancias lo están forzando de manera extralimitada a tomar medidas para evitar una tormenta de proporciones mayores.
Tras el rechazo del decreto de emergencia económica, por parte de la Asamblea Nacional, Buniak advierte que para reducir las distorsiones económicas que han llevado a Venezuela al borde del colapso, son muchas las medidas que pueden tomarse perfectamente sin decreto. Las más importantes, destacó, son las siguientes:
-Aumento de la gasolina: El precio como mínimo debería llegar al punto que permita lograr la cobertura del costo de producción. Fijar el precio en función del costo de oportunidad generaría mucho impacto, asegura.
-Ajuste cambiario, que conduzca a la eliminación del control de cambio.Para Buniak, el tipo de cambio oficial debería estar en alrededor de 41 a 45 bolívares por dólar. “Hay que hacer una devaluación y corregir la marcada sobrevaluación en la economía venezolano con un tipo de cambio fijo y único que recoja la realidad del mercado y otro, un mercado libre de divisas formalizado, que no es más que la legalización del mercado paralelo”.
-Ajuste fiscal, “donde el Ejecutivo reduzca el gasto público corriente de carácter clientelar y mejore el déficit fiscal”.
-Devolver la autonomía al Banco Central de Venezuela, “para que haga políticas monetarias restrictivas de recoger bolívares que circulan en la economía venezolana exacerbando la inflación y detener la emisión de dinero inorgánico (…) como el BCV no requería un Decreto para hacer la emisión de bolívares que hizo tampoco lo necesita para detenerla”.
-Desmontaje de la estructura de control de precios que asfixian al sector productivo venezolano. “Para flexibilizar los controles de precios no se necesita Decreto, para acabar con la represión al sector privado y para promover la inversión extranjera tampoco. Es decir, son muchos los temas en los que el Ejecutivo puede avanzar. La Asamblea Nacional tiene la misión definitivamente de crear la atmósfera regulatoria, el marco legal para que esas medidas se den pero estas medidas son urgentes y pueden tomarse sin necesidad de Decreto”.
Otras medidas que el economista –plantea- deberían ser consideradas en un plan de emergencia económica son: ampliar la inversión petrolera, revisar el modelo y la situación operativa y financiera de la estatal petrolera Pdvsa, los acuerdos con Petrocaribe, racionalizar el gasto público y formular los mecanismos para compensar a la población que se verá afectada por este ajuste macroeconómico.
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