Para el Banco Mundial, los países que cobran menos de 1,90 dólares al día son considerados en pobreza extrema
María Fernanda Sojo/El nacional
Por varios años el presidente Hugo Chávez aseguró que Venezuela tenía el salario mínimo más alto de América Latina; y su sucesor, el presidente Nicolás Maduro, no ha dejado de repetirlo. Sin embargo, con la devaluación y depreciación que ha sufrido el bolívar frente al dólar en los últimos años, la frase se volvió ilusoria.
Maduro ha usado como referencia la tasa de cambio preferencial de 10 bolívares por dólar para comparar la remuneración de los trabajadores venezolanos con la de los empleados de los demás países de la región. En ese caso los 15.051,15 bolívares de sueldo mínimo se traducen en 1.505,11 dólares al mes o en 50,17 dólares al día, efectivamente un salario alto.
Pero no se puede obviar que en el país hay otra tasa de cambio oficial, la del Sistema Marginal de Divisas, que sirve de referencia para el establecimiento de los precios de la mayoría de los bienes que se venden. El jueves pasado la tasa de cambio en este mecanismo se ubicó en 600,99 bolívares por dólar. Es decir, el salario mínimo calculado a esta tasa equivale a apenas 25,04 dólares al mes, o 0,83 dólares al día, una remuneración muy baja.
La brecha entre el salario venezolano y el que devengan en las naciones más cercanas es amplia. Mientras en el país se cobran 25,04 dólares al mes, en Colombia el salario mínimo legal vigente es de 689.455 pesos, aproximadamente 232 dólares, según la tasa de cambio representativa de su mercado, que ronda los 2.969,83 pesos por dólar. En Brasil el salario mínimo es similar, cobran 880 reales, o 255 dólares en promedio.
El salario mínimo de Perú es mayor, la remuneración mínima vital es de 850 soles o 257 dólares. En Bolivia, otro país históricamente menos favorecido, los trabajadores cobran 1.805 bolivianos al mes, o 259 dólares.
En naciones que pagan directamente en dólares la diferencia con el salario venezolano es aún mayor. En Ecuador el sueldo mínimo es de 366 dólares, y en Panamá pagan 677 dólares en la región 1 del país y 529 en la región 2.
Comparado con el resto de los países de América Latina, Venezuela solo es superado por Cuba como el de menor salario mínimo, pues la isla paga 20 dólares al mes. Los trabajadores de las 2 naciones ganan menos de 1,90 dólares al día, el límite del Banco Mundial para considerar que una persona es pobre.
Sueldo diluido
Venezuela no solo tiene un salario mínimo muy bajo, también la inflación más alta, ubicada al cierre del año pasado en 180,9%, según el BCV. Los países que más se acercan son Argentina, con una variación de precios de 30%, según fuentes extraoficiales, y Brasil con una de 10%.
“Comparado con otros países el salario mínimo del venezolano queda muy mal parado, y lo mismo ocurre a nivel local. En la Constitución se establece que el ingreso debería ser suficiente para cubrir la canasta básica y eso no es posible en este momento, por la inflación”, recordó la economista Anabella Abadi, de ODH Grupo Consultor.
Aseguró que aun cuando no hay data oficial del precio de la canasta alimentaria, pues el Instituto Nacional de Estadística no la publica desde 2014, al venezolano le basta con ir al mercado para darse cuenta de que es imposible cubrir sus necesidades con un salario mínimo.
Destacó que mientras no se tomen medidas para frenar la inflación, cualquier incremento salarial que se decrete seguirá diluyéndose rápido. Un ejemplo de eso se vio con el alza más reciente, decretada en mayo. El gobierno aprobó un aumento de 30%, y pocas semanas después aprobó también el alza de 900% en el precio de la harina de maíz, y de 1.208% el del pollo, entre otros productos.
El abogado laboral León Arismendi coincidió con Abadi y agregó que la caída del poder adquisitivo ha desmotivado a muchos profesionales, que prefieren migrar de los trabajos formales a los informales, o que deciden irse del país buscando mejor calidad de vida.
“La inflación golpea también a los profesionales mejor calificados. Hasta antes del aumento un profesor universitario a dedicación exclusiva ganaba 36.812 bolívares. Eso al mes son 61 dólares, cuando en la década de los ochenta estos mismos profesionales cobraran 2.500 dólares; entonces, claro, el que era profesor quería seguir siendo profesor”.
La desmotivación es lo que sienten Katiuska Lugo, empleada de una zapatería en Candelaria, y Carlos Reyes, trabajador de una panadería de la misma zona. Afirman que aun sumando los 15.051,15 bolívares que cobran de salario y los 18.585 bolívares del bono de alimentación, el dinero no les alcanza.
“Muchas veces me pasa que la plata que cobro ya la debo. Prácticamente todo se me va en comida, y eso que no tengo hijos. Lo peor es que yo sé que la gente que revende gana mucho más”, dijo Lugo. Reyes indicó: “Yo no me voy porque no tengo para pagar el pasaje y no quiero dejar aquí a mi familia”.
Los especialistas recordaron que la brecha entre el bolívar y las divisas también ha hecho que el venezolano se convierta en mano de obra barata para empresas extranjeras. “Están contratando venezolanos para hacer trabajos para otros países. Pagan poco en dólares, pero eso es mucho en bolívares. Parece haber más ofertas de trabajo, pero es empleo que no aporta al país”, dijo Abadi.
Alcanza para una galleta
La caída del poder adquisitivo del sueldo, que han señalado los especialistas, es fácilmente verificable. Basta con acudir a una panadería, una lunchería o a un kiosko que expenda chucherías para ver cómo el salario mínimo diario de los venezolanos (501,75 bolívares) se gasta solo en la compra de una galleta waffle de coco o de chocolate.
Lo que se gana en un día de trabajo también rinde para comprar solo 2 panes canillas, pues cada uno asciende a 250 bolívares. O para adquirir un café con leche grande, que ya supera los 300 bolívares.
Pero el salario mínimo diario se queda corto si se quiere acompañar el café con una empanada. Para comer uno de los desayunos típicos del país se requiere de una inversión de al menos 650 bolívares.