Bajo un esquema de ganancias que dejaría pálida a la empanadera Carmen de la cuña del aumento de la gasolina, la señora desgarbada que vende pan árabe todavía tiene el potecito de hummus a 150, a pesar de que el garbanzo escaló a 2.000 bolos el kilo
Intentemos una composición libre, así como en el colegio. Tema: la alimentación sana.
“No todo es pan, arroz y empanada. Existen otras opciones de carbohidratos como la quinoa (3.000), considerada el alimento del futuro, y la cebada (1.600). Las meriendas a media mañana y media tarde deben convertirse en hábito y los reyes son los granos secos: pistacho (7.000), nueces (4.000), merey (5.000), almendras con piel (3.600) o, en el peor de los casos, maní con concha (1.100). La linaza (2.000) y unas cuantas ciruelas pasas (3.000) contribuyen como aliados para una adecuada digestión. Por favor, no deje fuera las frutas: melón (250), lechoza (180), fresas (450), piña (180*), uno de los ‘superalimentos’, la manzana (350*) y sobre todo en la mañana por su elevado contenido de azúcares, el cambur (120).
¿Sabía usted que la isla de Cerdeña es uno de los lugares con mayor longevidad del mundo? Entre las razones está su elevado consumo de aceite de oliva (4.500*). Los granos son otro grupo alimenticio imprescindible que no puede ser eliminado de su dieta: arvejas verdes (1.000) y amarillas (900), frijoles (900), los deliciosos garbanzos (2.000) y nuestra querida caraota, negra (700) o roja (1.400). No abuse de los lácteos, aunque los quesos más recomendables son el de cabra (1.380), mozzarella (1.790) y ricotta (390). Si siente ansiedad, aunque no lo crea, las cotufas de maíz (900) son una opción muy saludable, aunque prepárelas sin exceso de grasa y sal”.
Entre paréntesis, algunos de los precios por kilo en bolívares fuertes que encontré esta semana durante un recorrido por el Mercado de Quinta Crespo, en Caracas, un lugar en el que hasta hace poco se organizaban incluso tours para iniciados en la gastronomía. En el caso de los asteriscos, se trata de unidades, y en el aceite de oliva, la etiqueta más elevada que le vi al litro portugués marca Oliveira Serra (el sirio Emoc, considerado de menor calidad, no se queda mucho más atrás: 4.365).
Aprendí a comer después de viejo. Solo bien pasados los 30 años comprendí el valor que tenían vegetales como el brócoli o la espinaca, las almendras con su piel, el aceite de oliva (una de las dos pruebas irrefutables de la existencia de Dios, según la película El artista y la modelo de Fernando Trueba), el hummus o una patilla recién macheteada. Disfruté relativamente poco de Quinta Crespo, que era el rincón del mundo donde te podías sentir más feliz un sábado por la mañana, el único donde todavía consigues cosas como tamarindo chino (relativamente accesible, Bs 200 por kg), curuba (180), el orgásmico higo verde (250) o tunas (250), y donde podías rendir el bolsillo en algo tan elemental como un kilo de cebolla (hasta 480 bolívares según el Dow Jones de este martes).
Aunque relativamente bien surtido, hoy Quinta Crespo, todavía a la espera de los nuevo ramalazos de Dólar Today con los acontecimientos en la frontera, se ha convertido en una especie de museo al que vas principalmente a ver y sentir asombro. Garantizando la seguridad y soberanía alimentaria, te recibe un cartel de la Alcaldía de Caracas en la entrada ahora barrida de buhoneros. La sensación de desolación es similar a la que experimentaron los Na’Vi del planeta Pandora cuando les derribaron el árbol gigante. ¿Qué carrizo le estará recomendando en este momento un nutricionista venezolano a sus pacientes?
A la Importadora Americana, hasta no hace mucho taponado por enormes colas para raspar las últimas existencias de aceite de oliva, quesos italianos o garbanzos traídos con dólar preferencial, casi, casi, nadie va: “Los precios son los mismos de todos lados”, exclama resignada una señora. Bs 3.185 por la botella de 750 mililitros de Oliveira Serra; Bs 1.197 por un kilo del pedestre maní; Bs 806 por el juego de tres vasitos Anaké de queso de cabra; Bs 785 por unos cientos de gramos de Provolone Auricchio; entre las revelaciones está la tableta grande de chocolate de cacao 70% marca Valor (Bs 47).
Otras de las relativas sorpresas agradables: la señora con hiyab que vende pan árabe de manera nómada, y que tiene cierto parecido con el Nené Quintana disfrazado de mujer, todavía ofrece el hummus a 150 bolívares el potecito bajo un inimaginable esquema de ganancias que dejaría pálida a la empanadera Carmen de la cuña del aumento de la gasolina, con los garbanzos a 2.000 el kilo. El brócoli no ha subido tanto: entre 200 y 240 bolívares todavía por una flor grande. El cartón de huevos, una ocasión: 760. Precios de las arepas en el emblemático local El Gran Castillito: pulpo (380), perico (230), huevo de codorniz (250), guayanés (170), viuda con matequilla (50) y 700 por una parrilla.
Nadie compra un kilo de pimienta, pero solo por curiosidad antropológica, me acerqué a ver los precios en algunos de los puestos más periféricos del mercado: pimienta roja (21.000); nuez moscada (21.000); nuez de Brasil (4.200), pimienta gourmet de colores (13.000). Un pimentero grande de los que dan vuelticas, como los que usan los chefs de Gourmet Channel: 5.000 bolívares. ¿Hongos Portobello? Una bandeja pequeña por 500 bolívares. La bolsa grande de champiñones, 650. Un paquete de alfalfa, 520. Hay un stand especializado en tubérculos, y aunque muestra opciones como la papita colombiana y la papa blanca de Sanare, igual ninguna baja de 240 bolívares. Pescados: lomo de atún blanco hasta en 1.890 bolívares. Mero, 1.548. Pulpo margariteño, 1.800. Langostinos, 2.900. Camarón crudo pelado, 1.980. Calamares, 2300.
Si quiere terminar el blues de Quinta Crespo como manual para aprender a llorar, le recomiendo que camine una cuadra hacia al norte y pase frente a la entrada del Instituto Central de Nutrición. La encontrará forrada de proclamas contra la “cultura del bachaqueo”. Ese es el rol que juega actualmente el organismo público dirigido por Marilyn Di Luca, que en la batalla contra el presunto paramilitarismo, por lo visto de una eficiencia envidiable, ha cedido toda iniciativa para emprender campañas de concientización al estilo de aquella de Coge dato, como sano, muerta antes de nacer. No hay cómo. El único dato que podría dar la rubia Marilyn es Cómo pescar un millonario.