Sin importar el signo político que abracen, analistas lamentan que el Gobierno no haga desarrollado medidas para detener “la peor crisis económica de la historia del país»
La política económica que ha llevado adelante el Gobierno nacional ha conducido a una crisis que puede hacer que se cierre el año con récords en inflación y caída del crecimiento económico, sin que aún se pongan sobre la mesa planes para detener esta alza de cifras negativas. A esto debe sumarse la de escasez de productos, lo que ha llevado a economistas venezolanos a proyectar el segundo semestre del año como un período negro, tanto para el consumidor como para el empresariado nacional.
En general, los economistas consultados acerca del panorama vislumbrado para el segundo semestre del 2015 coincidieron en afirmar que el pronóstico es delicado para la nación. La ruta hacia la hiperinflación es un diagnóstico común entre estos e, incluso, algunas cifras apuntan a que podría presentarse una maxi inflación.
La caída de los precios de las materias primas (como el petróleo), el aumento del gasto, así como del endeudamiento, la caída de la producción junto al alza de las importaciones, el irregular control cambiario y la falta de planes son algunos de los factores que han profundizado la actual fisura en la economía venezolana.
Cifras negras
Para Asdrúbal Oliveros, director de la firma Econoalítica y profesor de las universidades Católica Andrés Bello y Central de Venezuela, la inflación cerrará este año en 198%, para dejar muy atrás el récord alcanzado en 1996 (durante el segundo gobierno de Rafael Caldera), de 103,2%. Estima, además, que la caída de activos de la nación se situará por el orden de 8,6%.
En opinión de Oliveros la crisis se extenderá al 2016 cuando, “de continuar las tendencias”, podría darse una inflación superior a 150% y una caída del Producto Interno Bruto (PIB) del 6%. Este cálculo no sería de cifras superiores porque la firma considera que en el primer trimestre del próximo año el Gobierno debería aplicar un nuevo ajuste cambiario.
Más alarmantes son los cálculos que el economista Francisco Faraco apunta para el cierre del año. Afirma que el 2015 cerrará con un índice inflacionario ubicado entre 250 y 300% (número este que se corresponde a la hiperinflación según algunas teorías económicas), a la vez que pronostica una caída de la economía de 12%, aún superior a las proyecciones del Fondo Monetario Internacional que la proyecta en 8% para Venezuela en su informe anual para Las Américas, en la región sólo Venezuela y Argentina (con 1% de caída del PIB) mostrarían resultados negativos.
Faraco destaca que el período 2015 cerrará con un déficit en la balanza de pagos que se debe ubicar entre 5 mil y 7 mil millones de dólares.
Y desde sectores relacionados al proyecto revolucionario que impulsa la actual administración la perspectiva tampoco es adelantadora. En tal sentido, el economista, director de investigaciones de Marea Socialista y articulista de la página web Aporrea, Carlos Carcione, también ofrece cifras parecidas a los otros analistas del área. Afirma que la inflación debería cerrar en 180% y no descarta que en el 2016 se llegue a la hiperinflación.
Panorama desesperanzado
Al lado de las cifras mostradas, los economistas consultados no guardan mayores esperanzas en que el Gobierno le dé un giro a la realidad del país y advierten que la crisis económica se profundizará aún más y que hasta se puedan romper los topes en cifras que se han registrado este año o que se originen al cierre.
Oliveros asevera que no hay actualmente elementos que lleven a pensar que puede cambiar la situación graficada por las proyecciones. “Incluso si se hacen ajustes no va a cambiar la situación en demasía”, subraya Oliveros.
Para el director de Ecoanalítica, “por el training, el Gobierno tratará de surfear la crisis exacerbando el discurso político, la ‘guerra económica’ y el tema de la Guyana Esequiba (…) El deterioro es profundo, aumenta la escasez y disminuyen las divisas”.
Sobre el tema de la hiperinflación prefiere ser comedido y explica que es un tópico complicado. Considera que la hiperinflación trastoca todo el sistema de un país, en el que el área financiera sólo sobrevive, sin posibilidades de mayor expansión, mientras a la mayoría de los consumidores sólo les alcanzarían los recursos para comer. “Ojalá no lleguemos a estos desequilibrios”, agrega.
Para Faraco, “actualmente atravesamos la crisis económica más importante de la historia del país. El pasado es deprimente, el presente insufrible y el futuro tenebroso”, resumió el economista sobre los acontecimientos en la nación.
Descarta que esta situación sea similar a la suscitada en la economía venezolana de 1989 (Carlos Andrés Pérez, segundo gobierno) y en 1996 (Caldera, segúndo gobierno) cuando se registraron los dos topes históricos de inflación. Refiere que en esas ocasiones los picos contaron con ajustes cambiarios como elementos disparadores. Hoy existe un control sobre las divisas, pero, a juicio del analista, reina un descontrol generalizado en el manejo del país.
La opinión del director de investigaciones de Marea Socialista sigue este mismo rumbo y, además de subrayar lo complicada que está la realidad venezolana, gira su mirada hacia el proceso electoral parlamentario que se avecina y lanza una sentencia desafiante: “Por la situación electoral no se tomarán acciones, pero lo que me preocupa es el día post elecciones”.
Carcione observa que el rentismo exacerbado y la inexistencia de planes para reactivar el aparato productivo producen una combinación de factores que sólo acentúa el fracaso económico.
Asegura que solicitar aumentos, tal como lo propuso recientemente el gobernador de Miranda, Henrique Capriles, es una estafa porque no ofrecería solución alguna al verdadero problema del trabajador venezolano.
Consumidores contra la pared
Ante la escalada de los precios en todos los rubros de la economía nacional y con la espada de Damocles de la posible continuidad de tales alzas, el cliente final, el consumidor, es quien puede verse más afectado.
Esta idea la esboza el presidente de la Alianza Nacional de Usuarios y Consumidores (Anauco), Roberto León Parilli, quien estima que los elevados niveles de inflación ya alcanzaron la escala de hiperinflación en las calles de Venezuela, aunque oficialmente no esté decretada por los índices que llevan los economistas.
Carcione refuerza la visión de León Parilli sobre la afección generalizada al consumidor. “El único precio de la economía que está realmente congelado es el salario”, y acota que los precios están signados por una relación entre el costo del dólar Simadi y el paralelo.
Asevera que se deben aplicar regulaciones para que el salario pueda cubrir en primer orden la cesta alimentaria y luego sirva para adquirir la cesta básica.
Al respecto, León Parilli señala que esos índices de 150 ó 180% de inflación general corresponden a una estimación global, pero advierte que en rubros como los relacionados al sector automotriz, la tecnología o vestido, ya el 200 o 300% de incremento de precios fue alcanzado y rebasado.
Para el presidente de Anauco, el sector de la telefonía móvil celular es otro ejemplo de cómo se han disparado los precios. Recuerda que a final del año 2014 un dispositivo de nueva data podía costar hasta 80 mil bolívares, pero ahora los precios sobrepasan los 400 mil bolívares por un teléfono recién salido al mercado. “Éramos el país con mejor penetración de telefonía y ahora es imposible comprar uno”, resalta.
“Cada día renunciamos a algo”
Parilli alerta que el aumento de inflación no viene sólo en el paquete anticonsumidor que se observa en el país. El directivo de la Alianza apunta que la escasez de productos y la disminución de la capacidad de compra son otros martillos que golpean a los venezolanos.
“Actualmente no hay capacidad para pagar, tampoco hay estabilidad de precios”, destaca Parilli, quien añade que tampoco existe diversidad de productos ni seguridad alimenticia.
“Cada día debemos renunciar a algo”, aduce el presidente de Anauco. “Por ejemplo la gente podía viajar continuamente a cualquier sitio interno o al exterior en todos los sectores de la población, pero ahora es demasiado complicado hacerlo y para el exterior demasiado costoso (…) Igual ya no se puede comer en la calle porque los precios están muy altos, por lo que tenemos que dejar de hacer cosas para poder rendir el dinero”.
Apunta que todos los sectores económicos toman como referencia montos paralelos del dólar para su mercancía “y se hace imposible adquirirlos”.
“Ahorita viene la época escolar, esas compras se verán afectadas por esta escalada de precios”, subraya. A Parilli le parece paradójico que en una nación donde el Gobierno se llama socialista, anticapitalista y antigobierno. estadounidense la dependencia del dólar sea tan enorme.
“No hay producción y los tres tipos de control de cambio de las divisas no aplican, entonces el importar se hace más rentable que producir, pero esto afecta a los empleos y los precios”, remarca.
Decisiones que cuestan
Los economistas consultados comparten la necesidad de aplicar medidas de inmediato. Para Carcione se debe impulsar la producción (en lo que coinciden todos los entrevistados) y asegura que debe tomarse la decisión de suspender los pagos internacionales, “si no, el default será forzoso”.
Para Faraco se impone promover un cambio de política económica total. “Se debe ir a un programa de ajuste general como se realizó en 1989 o el que empezó a desarrollarse en 1996, pero aquí no hay voluntad para cambiar… Vamos a pasar necesidades”.
Corrupción incide en la inflación
Diversos economistas venezolanos coinciden en que el elemento corrupción ha sido un detonante del alza desmedida de la inflación y la escasez.
Sostienen que este componente impulsa, entre otros aspectos, el incremento del precio del dólar así como la fuga de capitales.
El investigador de Marea Socialista, Carlos Carcione, opina que se debe revisar la alta corrupción existente en los diversos niveles del Gobierno, y a la vez plantea la necesidad de controlar el gasto del Estado.
Al respecto señala que existen demasiadas distorsiones en el país. Aunado a la falta de producción, indica que existe “un mecanismo de desfalco de la nación” que se expande. “Hay especulaciones financieras y un contrabando descontrolado”, resalta.
Añade sobre el contrabando, que esto no se debe observar sólo en el “pequeño ‘bachaquero’ sino atacar al gran contrabandista que opera, sobre todo, en las zonas fronterizas, con grandes capitales”.
Para el economista Francisco Faraco “en Venezuela todos nos ajustamos el cinturón, menos el fisco”, critica que actualmente la “caída brutal de la producción” y los malos manejos de la hacienda pública han llevado a consolidar el quiebre económico.
Para Faraco “no hay nada en el horizonte que indique que habrá cambios. Esta gente (el gobierno nacional) tiene el poder para disfrutarlo y enriquecerse sin importarle los demás”.
Otros analistas, como el director de Econométrica, Ángel García Banchs, aseguran que el incremento del precio del dólar paralelo que incide en el alza inflacionaria se debe a artilugios de grupos mafiosos que empujan el alza del dólar a Bs. 700, cuando la divisa estadounidense sólo debería costar cerca de Bs. 130.
Otro elemento que remarca es que sólo por una acción de mafias el valor de la moneda estadounidense en Venezuela sea determinado desde Cúcuta, Colombia.
Para el profesor y director de Capital Market Finance, Jesús Casique, el que se continúe con una tasa oficial del dólar a Bs. 6,30 sólo genera “infinita corrupción, arbitraje cambiario, cazadores de renta y mafias cambiarias”.
Aumento de sueldo: pañito de agua caliente
Sobre un posible aumento de sueldos y salarios, tal como sugirió el gobernador Capriles, Parilli considera que es una medida que casi no contribuiría a cambiar la situación. “Aumentar los sueldos es un pañito de agua caliente, porque mañana se suben los sueldos y luego aumentan los precios y así se seguiría el juego de la inflación”.
Para el presidente de Anauco es preferible que se apliquen políticas económicas de fondo para que el usuario y consumidor pueda acceder a los productos y servicios. “Se debe ir a la libre competencia, a inundar los mercados de productos, a concertar con los empresarios, aplicar la estabilidad de las leyes, unificar el control cambiario”, acotó. “Tampoco la política de precios justos ha funcionado, por lo que se debe cambiar ese modelo”.
Afirma que “todavía Venezuela cuenta con mucho margen de acción”, pero todo pasaría por evitar en este segundo semestre del año seguir las acciones ejercidas durante los primeros seis meses del 2015. “O se hacen cambios o el deterioro va a ser progresivamente peor a lo visto en los últimos cinco años, ya este primer semestre ha sido terrible (…) El país pide a gritos modificaciones”, sentenció.
El Tiempo