El grupo italiano The European House – Ambrosetti presentó una nueva edición de su Índice de Atracción Global, que mide cuán favorables son las condiciones para la inversión y el desarrollo en el mundo.
Se presentó en la localidad de Cernobbio, en la Lombardía italiana, la edición 2020 –la quinta– del Global Attractiveness Index (“Índice de Atracción Global”, GAI por la sigla en inglés), elaborado por el grupo The European House – Ambrosetti, con el apoyo de algunas grandes empresas privadas. El GAI se presenta como un mapa de 144 economías del mundo, que busca medir y comparar cuánto potencial tienen en términos de inversión y desarrollo productivo.
Los investigadores a cargo de la confección del índice le asignan un puntaje a las economías teniendo en cuenta diversas variables agrupadas en cuatro dimensiones: apertura, innovación, talento y eficiencia. Pero el puntaje es relativo: le asignan 100 a la mejor –que por tercer año consecutivo es Alemania– y estiman cuán lejos están las otras de ella.
“En 2015, The European House – Ambrosetti lanzó el GAI, un indicador de países que tiene por objeto medir y evaluar el atractivo de 144 economías mundiales desde una perspectiva más amplia que el mero atractivo económico. El atractivo de un país es, de hecho, un concepto que depende de una pluralidad de factores económicos, pero también sociales, culturales, de innovación, de eficiencia, de capacidad de apertura y diálogo con países extranjeros y del talento de cada uno”, sostiene el informe.
Alemania ha consolidado su posición como número 1 en el GAI, tanto en términos de ranking como de puntuación. Los Estados Unidos, que hasta 2017 era el líder, pasó al segundo puesto, pero está muy cerca del primero, ya que suma 99,61 puntos. Los demás, en cambio, están bastante más lejos. Por ejemplo, el tercero es Singapur, con una puntuación de 90,51.
Solo hay seis economías más catalogadas como de “Atracción Alta” por los autores del informe: Japón (90.06), Reino Unido (89.17), Hong Kong (87.89), China (82.13), Canadá (80.75) y Corea del Sur (80.06). El top ten del ranking lo completan los Países Bajos, que por tener 79.86 puntos –más de 20 por debajo de Alemania–, pasan a la categoría siguiente: “Atracción Buena”.
Muy lejos de esas posiciones están los países latinoamericanos. Apenas tres de los 19 evaluados están entre los 50 más atractivos del mundo: Brasil, que ocupa el puesto 41, con 44.74 puntos; México, que está 43, con 43.46 puntos; y Chile, que está 46, con una puntuación de 39.80, más de 60 puntos menos que Alemania. Son los únicos tres de la región que llegan a ser considerados como de “Atracción Media”. Todos los demás son de “Atracción Baja”, lo que significa que pocas empresas están interesadas en invertir su dinero en ellos.
Nueve se ubican entre los puestos 50 y 100: Uruguay (66º, 27.56), Panamá (70º, 26.87), República Dominicana (74º, 26.46), Perú (82º, 24.87), Ecuador (84º, 24.42), Costa Rica (88º, 23.17), Colombia (91º, 22.51), Argentina (92º, 22.15) y Paraguay (95º, 20.32). El resto está entre los peor puntuados de todo el mundo: Guatemala (104º, 16.87), Bolivia (116º, 12.36), Honduras (120º, 11.13), El Salvador (122º, 10.88), Nicaragua (130º, 9.34), Venezuela (137º, 5.74) y Haití (141º, 4.35).
Solo hay tres economías menos atractivas que la haitiana: Guinea (3.22), Burundi (2.05) y Sierra Leona (0.14). Y además de esas cuatro, solo hay otras tres en peores condiciones que la venezolana: Gambia (5.61), Malawi (5.29) y Yemen (4.41). Se trata de países históricamente pobres e inestables, atravesados por todo tipo de conflictos políticos y armados desde su independencia. Ninguno era una democracia relativamente próspera como lo era Venezuela hace 20 años.
América Latina no es la única región en problemas. El informe destaca que la Unión Europea (UE) está experimentando un proceso de disminución de su atractivo. En los últimos cinco años, el 75% de sus miembros han estado disminuyendo o se han mantenido estables en el ranking, y en la última década, el porcentaje europeo de la torta mundial de Inversión Extranjera Directa ha disminuido del 43,7% al 30,7 por ciento.
En este contexto, el coronavirus vino a agravar muchos problemas preexistentes en gran parte de las economías mundiales. El GAI intenta captar los posibles efectos de la pandemia de COVID-19 en el rediseño del mapa de atracción, mientras continúa la incertidumbre sobre la capacidad de recuperación a mediano y largo plazo.
A corto plazo, los autores creen que hay que mirar detenidamente lo que pueda suceder con el crecimiento de las desigualdades sociales, el aumento del desempleo y el impacto de la crisis en las finanzas públicas y en los salarios. Estas dificultades reducirán el atractivo de las economías más vulnerables en particular, pero también representan un gran desafío para las más sólidas.
Sin embargo, los investigadores advierten que la pandemia podría tener algunas consecuencias positivas en ciertos ámbitos del desarrollo y la competitividad. Las cuarentenas tuvieron tres efectos que no dejan de ser interesantes: fomentaron el uso de herramientas digitales, contribuyeron a reducir las emisiones de gases contaminantes y bajaron el consumo de materias primas. Claro, son tendencias que se revertirán si no están acompañadas de reformas transformadoras y sostenidas en el tiempo. Pero este puede ser el mejor momento para avanzar en esa dirección.