En 2017 Venezuela recibió cerca de 3.000 millones de dólares en remesas. se prevé que la cifra aumente para el cierre de este año
El proceso hiperinflacionario que atraviesa Venezuela, y que dejó casi inservibles los ingresos en la moneda local, el bolívar, ha comenzado ahora a devorar los dólares y euros que reciben muchas familias a través de remesas y pagos por trabajos en estas «monedas duras», otro dato que confirma la severa crisis del país.
En las calles del país se habla de la «inflación en dólares» y del cada vez menor rendimiento de las divisas para costear los gastos promedios de las familias que reciben pequeños ingresos en moneda extranjera como venía ocurriendo desde hace un par de años, cuando 100 dólares bastaban para pagar, al menos, la compra básica mensual de alimentos.
«Sí, experimento inflación en dólares», dijo a Efe el contador venezolano José Cisneros.
El joven abandonó Venezuela hace tres años por la crisis y, a su vez, para estudiar un máster de planificación empresarial en España, y tras la profundización de la crisis en su país comenzó a hacer envíos mensuales de 50 euros a su familia, monto que ha tenido que elevar hasta 70 en los últimos meses.
Pese a que esta remesa de 70 euros representa al cambio oficial unos 5.080 bolívares -la cifra casi se triplica con la tasa del mercado paralelo-, un valor cercano a tres salarios mínimos, el dinero apenas alcanza para comprar alimentos, según dijo Cisneros a Efe.
La misma «inflación en dólares» afectó a la familia del periodista venezolano Ramón Ballester, quien ahora trabaja en un hotel en Estados Unidos y pasó de enviar a su familia 100 a 140 dólares por mes -8.800 bolívares o casi 5 salarios mínimos-, un dinero que solo se destina a la cobertura de facturas médicas.
La profunda caída de la economía en Venezuela generó un éxodo que la ONU calcula en cerca de 2,3 millones de personas, aunque el gobierno de Nicolás Maduro insiste en negar lo que algunos países de la región califican como una crisis de migrantes venezolanos.
Estos migrantes enviaron a Venezuela en 2017 cerca de 3.000 millones de dólares en remesas, según algunas estimaciones independientes, y se prevé que la cifra aumente para el cierre de este año.
Aunque los envíos individuales solían estar entre los 50 ó 100 dólares por mes, el economista venezolano Jesús Casique advierte que en la actualidad hacen falta al menos 200 dólares por persona para la cobertura de gastos básicos, siempre que se tome en cuenta el tipo de cambio oficial que se ubica en 62,88 bolívares por moneda estadounidense.
Casique dijo a Efe que la «emisión de dinero sin respaldo en bienes y servicios» así como la «monetización del déficit», en el que asegura incurre el gobierno venezolano, son causantes de la enorme inflación que sufre el país, y que el Parlamento calcula cerrará en casi 4.300.000% este año.
La inflación en Venezuela es tan alta que la diaria durante el pasado mes -4%- fue superior a la anualizada de 2017 de Bolivia, Perú, Chile o Brasil.
«La inflación en Venezuela tiene razones fiscales» ligadas a las políticas económicas del gobierno que preside el chavista Nicolás Maduro desde 2013, añadió Casique.
En tanto que la firma Ecoanalítica eleva hasta los 940 dólares (poco más de 59.000 bolívares a la tasa de cambio oficial o casi 33 salarios mínimos) el ingreso necesario para cubrir los gastos de una familia promedio, que en Venezuela es entendida como de cuatro miembros.
Expertos han señalado que las recientes medidas económicas de Maduro, que incluyen el incremento del salario mínimo por 35 veces su valor anterior, la supresión de 5 ceros a la moneda y una reforma fiscal que afecta «a los más ricos» según Hacienda, no atacan la raíz de las enfermedades de la economía en Venezuela.
Además, los precios de algunos servicios en el país, como internet, telefonía o la educación no pública, por ejemplo, han sufrido súbitos incrementos, cuando antes se pagaban con apenas un puñado de bolívares.
Casique estimó que el fenómeno de la «inflación en dólares» continuará, porque si bien los precios de algunos servicios se han ido sincerando, la mayoría permanecen «rezagados» con los fijados a nivel internacional.
EFE