El analista financiero Edgar C. Otálvora asegura que la reciente medida de reducir los montos que se pueden retirar de cajeros automáticos significa el comienzo del corrralito en Venezuela.
Así lo dice en el informe que publicó este viernes en el Diario de las Américas.
“El “corralito” venezolano comenzó a ser implementado desde el año 2014 en los estados Zulia y Táchira, ambos fronterizos con Colombia. Las entidades bancarias limitan el monto de los retiros de fondos que el público puede realizar en efectivo. Esos retiros, además, son realizables sólo en billetes de baja denominación ya que el gobierno comenzó a restringir la circulación de billetes de mayor denominación (Bs.100 y Bs. 50) en las zonas de frontera, alegando que eran objeto de contrabando a Colombia.
En momentos cuando la población requiere más billetes para realizar sus compras el gobierno Maduro decidió actuar en contra vía, restringiendo la entrega de papel moneda a los bancos. El “corralito”, de hecho, ya fue instaurado a nivel nacional desde principios del mes de agosto. Los bancos comerciales redujeron a la mitad el monto diario que sus propios clientes pueden retirar de sus cajeros automáticos y sólo en esos ATM es posible obtener billetes de “alta denominación”. El billete de Bs.100 equivale el 06AGO15 a poco más de 14 centavos de dólar en el mercado paralelo.
Las colas de venezolanos para adquirir productos básicos ahora se reproducen frente a los ATM, los cuales no son alimentados durante los fines de semana.
La falta de billetes en los bancos está generando un novísimo mercado negro de dinero en efectivo, que se suma a la creciente desinstitucionalización de la economía venezolana. Testimonios recogidos por este Informe, procedentes de diversas ciudades, dan cuenta de la práctica de recurrir a establecimientos comerciales para hacerse de efectivo mediante compras ficticias a través de puntos de venta (TPV). El fenómeno del “raspado” de tarjetas de crédito en el extranjero, para obtener dólares preferenciales mediante compras ficticias, comienza a verse ahora dentro del propio país. Los venezolanos están “raspando” sus tarjetas de débito, a cambio de hasta el 10% del monto, para tener dinero efectivo en poblaciones interioranas e incluso en Caracas.
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