Venezuela, un país del que se estima que cerca del 90% de sus ingresos dependen de la producción petrolífera, observa con miedo el desplome de los precios del crudo en el mundo, un fenómeno causado por la pandemia del COVID-19 que alarga la sombra de un posible «default», el temido impago de deuda.
Este lunes, EE.UU. fue testigo de una situación inédita: el petróleo intermedio de Texas (WTI) protagonizó una caída histórica del 305 % y, por primera vez desde que hay estadísticas, entró en valores negativos, pues el precio del barril estadounidense quedó en -37,63 dólares.
Sin embargo, los datos de la cesta venezolana no se hacen públicos hasta el próximo viernes y ya algunos expertos estiman que el precio ronda a inicios de semana los 2,15 dólares, muy lejos del caos estadounidense pero que limita los ingresos petrolíferos venezolanos en un país que depende de ellos más que ningún otro en la región.
Estas son algunas claves de los riesgos que supone para Venezuela la coyuntura actual de precios:
El WTI no afecta a Venezuela
Tal y como recuerda el economista experto en petróleo de la Universidad Central de Venezuela (UCV) Rafael Quiroz, la gran diferencia es que el crudo WTI «no sale de la geografía estadounidense, porque rige solo para el mercado interno», mientras que el venezolano «va a Asia y a Europa».
Además, el crudo venezolano «ya no pisa terreno estadounidense» y, por tanto, no le afecta de ninguna manera el WTI. Ese índice tiene así «un efecto muy del mercado norteamericano» y no afectó al petróleo del país caribeño.
De hecho, en este momento se vive una situación casi inédita, pues el petróleo venezolano se ubica con un valor mayor que Quiroz estima que se cotizó el lunes en un promedio de 7,4 dólares el barril, si bien el precio de realización, «es decir, el que se llama también de venta o mercado», estuvo alrededor de los 2,10 dólares.
Por tanto, y pese a que el golpe no haya sido el mismo que el de EEUU, el precio es el más bajo en los últimos 47 años, tal y como recuerda Quiroz, que detalla que el costo de producción ronda los 18,5 dólares por barril.
Un precio volátil que puede recuperarse
«No hay algo tan volátil como el precio de petróleo», advierte Quiroz, quien considera que «el mercado de los hidrocarburos es impredecible» y va muy de la mano de la economía global y por tanto de la recuperación de las grandes potencias tras el paso de la pandemia del coronavirus.
«Aquí se puede jugar, si se quiere a la lotería, pero a estos precios, en forma promedio, no los soporta no sólo Venezuela, EE.UU. tampoco», asegura.
Por eso pide que «no crea el mundo que los precios bajos llegaron para quedarse» y «los precios altos se fueron de vacaciones». La situación puede revertirse, pese a lo difícil de los pronósticos acerca de cuándo eso sucederá ante la volatilidad del mercado de los hidrocarburos y la dependencia de un elemento extraño como el coronavirus.
Unas pérdidas claves para la economía venezolana
En todo caso y según los primeros cálculos estimados por Quiroz, si se mantuvieran los precios de este lunes le haría «daño a la economía nacional», pues considera que con un promedio anual que ronde los 2,10-2,15 dólares por barril, «el Estado venezolano dejaría de recibir 40.000 millones de dólares», lo que supone «una línea bastante gruesa para la economía venezolana».
En todo caso y según el último dato oficial publicado el pasado viernes, antes del desplome estadounidense, el precio del petróleo venezolano ya había sufrido una caída considerable hasta los 92,03 yuanes (13,03 dólares) por barril, tras perder 3,88 dólares con respecto al precio de la semana anterior. Siempre por debajo de los costos de producción.
La deuda tiembla
El director de Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros, coincide con Quiroz en considerar que la sombra del «default» acecha la economía venezolana, puesto que habría «un colapso muy fuerte del flujo de caja y de los ingresos del Gobierno».
«Habíamos considerado que, con un escenario con un barril petrolero promedio de 24 dólares para este año, los ingresos de Venezuela podían caer cerca de un 68 %», explica el economista con un cálculo muy halagüeño comparado con los precios actuales derivados de la pandemia.
Eso generaría una profundización «del déficit de la balanza de pagos del Estado venezolano», lo que se complica para el país caribeño puesto que la producción petrolera no es rentable y genera una «incapacidad para hacer frente a los pagos de importaciones y a los compromisos de deuda que tiene el Estado venezolano».
«Con estos precios se hace inviable que se pueda cumplir con los compromisos de pagos, sobre todo con China», subraya Oliveros.
Una prórroga necesaria
Por eso, cree que para el Gobierno de Nicolás Maduro será necesario «negociar con China algún tipo de exención de pago, alguna mora pactada», si bien subraya que los procesos de negociación de deuda con el gigante asiático han sido siempre «muy opacos».
Pese a la falta de datos oficiales, el último dato del Parlamento venezolano, de mayoría opositora, estimó en agosto del año pasado en más de 160.000 millones de dólares la deuda soberana del país ante el «ocultamiento de cifras» por parte de las autoridades.
El petro no depende del petróleo
Una de las grandes apuestas de Maduro ha sido la criptomoneda Petro, cuyo valor se suponía fijado al precio del petróleo, una suerte de salvavidas que ha quedado relegado a una unidad de cuenta.
Con estos descensos, son muchos los que se han preguntado qué sucedería con el Petro. Pues bien, Oliveros explica que «es una invención del Gobierno bastante arbitraria», ya que se «fijan los valores en función de las necesidades del Gobierno, no de las condiciones de mercado».
De ese modo, se convierte en «una creación arbitraria del Gobierno que depende mucho» de lo que el Ejecutivo se plantea.
«Si preguntas con lógica del mercado o de lo que es un criptoactivo, efectivamente tendría que venir una modificación total porque está atada al comportamiento del barril petrolero», algo que en este caso no ha sucedido y ha consolidado su estatus como «unidad de cuenta». EFE