En las últimas semanas el altibajo en este mercado ha sido constante. El tope fue de 829 bolívares por dólar, sin embargo, ha descendido constantemente hasta ubicarse en Bs. 735,91, retrocediendo 94 bolívares en solo dos días.
En los seis años que estuvo vigente la penalización sobre su divulgación de la tasa del dólar paralelo pasó de 5,35 a 67,57 bolívares por dólar. Medida que duró desde enero de 2008 hasta marzo del año pasado. No podía hacerse referencia a la misma en los medios ni divulgar su estatus.
Mientras que, luego de su ‘liberación’, luego de la eliminación de artículo relacionado a este aspecto de la Ley de Ilícitos Cambiarios y que fue sustituida por la Ley del Régimen Cambiario y sus Ilícitos, el repunte en su valor se ha sostenido llegando a superar en 1172% en 18 meses, pasó de 67,57 hasta 829 bolívares por cada divisa americana.
Para Efraín Velásquez, presidente del Consejo de Economía Nacional, el tema central, no es si se sabe o no la tasa de cambio en el mercado negro, sino que la alta “depreciación” es consecuencia del diseño de “políticas económicas, necesitamos autoridades que diseñen una estrategia económica que sea consistente que estimule el crecimiento económico en un ambiente de estabilidad de precios, de baja inflación, de estabilidad del tipo de cambio y tasas de intereses estables”.
En tanto, el economista Tomás Socías, señala que el dólar ‘negro’ se ha visto influenciado por la baja oferta de divisas a tasas oficiales. “En los últimos seis meses el Estado ha dejado de aportar el 70% menos de divisas, tanto en Sicad como en el Simadi, por lo que es evidente que ese dólar se ha disparado”.
El diputado de la Asamblea Nacional, Elías Matta, indicó que la fluctuación se origina en la especulación sobre la información, dado que la única referencia “es una página” que arroja el indicador diario sobre “supuestas transacciones que se hacen”.
Matta explicó que esa variación de más de 1000% es producto del gran porcentaje de productos importados gracias al precio del barril en 100 dólares, y con lo que se “destruyó” la producción nacional.
Jessica Velásquez/Panorama