En un momento de falta de ingresos, el presidente Nicolás Maduro, anunció el fin de la política de subsidio universal que hace que el país tenga un combustible prácticamente gratuito para todos
BBC Mundo
Una pequeña botella de agua cuesta más de 3.000 veces más que llenar de gasolina el tanque del auto en una estación de servicio en Venezuela.
La botellita de agua sale por 950.000 bolívares, unos 0,2 dólares al cambio en el mercado paralelo, el de referencia en las calles del país.
40 litros de la gasolina de mayor calidad, tan solo 300 bolívares. 0,0000002 dólares. Apenas nada.
Solo en Venezuela, el país con la gasolina más barata del mundo gracias a los subsidios estatales, es posible semejante paradoja.
Y en ella reside uno de los pocos consensos entre el gobierno socialista de Nicolás Maduro y los economistas de tendencia liberal: es un derroche que Venezuela no puede permitirse más.
Maduro anunció el lunes que va a acabar y que el subsidio será sólo para quienes tengan el llamado carnet de la patria. Para los que no, el combustible se venderá a precio internacional.
El dirigente anunció una nueva política de precios del combustible que terminarán con la situación de gratis total que durante décadas ha imperado en Venezuela.
En medio de la feroz crisis económica que golpea al país y que hizo encogerse tanto los recursos del Estado como el poder adquisitivo de la población, la situación parece insostenible desde hace tiempo.
«Decir que regalamos la gasolina es poco», se ha quejado reiteradamente el presidente Maduro en televisión.
«Se debe pagar la gasolina a precios internacionales», sentenció el presidente el lunes.
Es una de las medidas económicas de choque que, junto a la introducción de una nueva moneda, anunció el gobierno para el 20 de agosto.
En un país en el que casi todo se mueve con petróleo, los venezolanos se preguntan cuánto les costará la gasolina con la nueva regulación.
Lo que está más claro es el coste que tiene la política actual de precios.
Las cifras
De acuerdo con los cálculos de Asdrúbal Oliveros, economista director del centro de análisis Ecoanalítica, el Estado venezolano perdió en el último año unos 5.500 millones de dólares por regalar en el mercado interno toda la gasolina que podría haber vendido en los internacionales a un precio medio de 3,70 el galón dólares, es decir 1 dólar el litro.
«Venezuela es un país petrolero, pero aún así muchos piensan que deberían cubrirse al menos los costes de producción de (la petrolera estatal) Pdvsa», señala Oliveros a BBC Mundo.
El agujero que para las arcas públicas venezolanas supone el subsidio casi total de Pdvsa se ha reducido en los últimos años, ya que años atrás llegó a alcanzar los 12.000 millones de dólares, según datos de la propia empresa.
Pero esa reducción de las pérdidas no es síntoma de buena salud.
«El consumo interno ha caído y por eso ha caído también el gasto. En algún momento del boom de precios petroleros de los últimos años, el mercado venezolano consumía cerca de 700.000 barriles diarios, con lo que el subsidio llegó a ser de casi 15.000 millones de dólares», explica Oliveros.
Y a eso hay que sumar que también están subsidiados otros servicios públicos como la electricidad, el agua, la telefonía o internet, todos ellos ahora en precario estado en casi todo el país.
Aunque el combustible gratuito supone una ayuda para los venezolanos, cuyo día a día resulta cada vez más difícil debido a la imparable escalada de los precios, el subsidio universal total también implica el consumo de ingentes recursos que podrían haberse dedicado a otras cuestiones esenciales.
Oliveros indica que si se considera el valor al que se cambia el bolívar por el dólar en el mercado paralelo, muy superior al tipo oficial fijado por las autoridades venezolanas, resulta que en 2015, el último año en que el gobierno presentó un presupuesto, el gasto en el subsidio a la gasolina triplicó la inversión pública en educación, salud y seguridad social.
El contrabando
Para Pasqualina Curcio, economista de la Universidad Simón Bolívar de Caracas, hay otras causas a considerar para explicar las pérdidas.
Como Maduro, ella apunta hacia Colombia.
«El consumo per cápita de gasolina en la frontera siempre ha sido más alto, lo que indica que hay un gran volumen de contrabando de petróleo», dice.
La gasolina es muchísimo más barata en Venezuela que en Colombia, donde el vendedor obtiene un gran beneficio.
Maduro dijo el lunes que el perjuicio para el país podría llegar hasta los 18.000 millones de dólares.
Su gobierno lleva años hablando de la «guerra económica» instigada por la «conspiración imperialista» como la causa de las penurias que sufre Venezuela.
El carnet de la patria
La pregunta aún sin respuesta es cuánto subirá el precio y para quién.
El gobierno llamó recientemente a los ciudadanos a registrar sus vehículos en un «gran censo nacional automotor» a través del cual poner en marcha el nuevo sistema, cuyos detalles aún no se conocen.
Maduro anunció que solo tendrán acceso a la gasolina subsidiada quienes registraron su automóvil y posean el llamado carnet de la patria, un documento que la oposición denuncia como un medio ilícito de control de la población y que se exige para tener acceso a algunos servicios esenciales.
Muchos venezolanos que no han querido o podido tramitarlo verán ahora cómo la gasolina se encarece para ellos.
Además, la introducción de la nueva moneda el 20 de agosto, el bolívar soberano, que tendrá cinco ceros menos que la actual, devaluada hasta el extremo por la hiperinflación, supondrá un aumento adicional de los costes para todos.
Antonio de la Cruz, analista de InterAmerican Trends, centro radicado en Washington, vaticina que «el bolívar soberano tendrá un efecto inflacionario».
«Cuesta imaginar que se vaya a vender la gasolina a 0,00006 bolívares el litro, que es lo que resulta de quitarle cinco ceros al precio actual», explica.
«Solo con que se colocara en 10 centavos de bolívar soberano, ya supondría un aumento de 166.000%», advierte este experto.
Para él, lo que se avecina en realidad es «un racionamiento de la gasolina», porque «la producción ha caído y ya no hay suficiente para abastecer al mercado interno».
Su pronóstico es que el nuevo plan solo servirá para «disparar el mercado negro».
El fantasma del «Caracazo»
La gasolina casi gratis en Venezuela no es un invento del chavismo, sino que viene de mucho tiempo atrás.
De la Cruz señala que «el imaginario colectivo se educó bajo la idea de que la gasolina es un beneficio al que tiene derecho el venezolano por las reservas (de petróleo) que tiene el país».
El asunto del precio de la gasolina es espinoso en Venezuela desde que en 1989 el gobierno del entonces presidente Carlos Andrés Pérez aprobó una subida de las tarifas en el marco del plan de ajuste acordado con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Aquello suscitó una violenta revuelta conocida como el «Caracazo» que incluyó saqueos masivos y una sangrienta represión que fue clave para la caída del gobierno años después.
Desde entonces, cuenta Oliveros, «los gobernantes le tomaron miedo a subir el precio de la gasolina».
Rafael Caldera en 1996, Hugo Chávez en 2007 y Maduro en 2016 se atrevieron a hacerlo.
«Pero no fueron subidas significativas y la agresiva hiperinflación ha diluido por completo el efecto de aquello», aclara Oliveros.
Ahora Maduro lo vuelve a hacer. Falta saber cómo lo encajarán los venezolanos en un contexto tan complejo como el actual.
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