Los bajos precios del barril de petróleo dejan sin aire al país caribeño ante la peor crisis económica de su historia
PABLO LÓPEZ HURTADO / ANDREINA GARCÍA REIN / elespanol.com
En los años 30, tras hacerse multimillonario gracias al mercado de hidrocarburos en EEUU, John D. Rockefeller dijo que el mejor negocio del mundo era el petróleo bien administrado, y el segundo mejor negocio del mundo era el petróleo mal administrado. Por eso es difícil comprender cómo Venezuela, el país con las reservas de petróleo más grandes del mundo, cierra 2015 con una contracción de su economía cercana al 10%, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), con la mayor tasa de inflación del planeta (200%, de acuerdo a datos extraoficiales), un alto índice de escasez y una economía al borde del abismo hiperinflacionario.
La estrepitosa caída de los precios del petróleo -en torno al 50% en sus referencias Brent y West Texas- ha llevado a Venezuela nuevamente al atolladero. La segunda semana de diciembre la cesta venezolana se cotizó en 29,17 dólares, su precio más bajo en once años. El presidente venezolano Nicolás Maduro ha revelado en su programa semanal “En Contacto con Maduro” del 29 de diciembre, que el barril del país está en $28 dólares y “va para abajo”.
Con un costo de producción por barril que ronda los 22 dólares y la necesidad de cuantiosas inversiones para desarrollar y extraer petróleo de la Faja Petrolífera del Orinoco —una región al sur del país en la que se localizan yacimientos de crudo pesado y que ha sido repartida entre grandes empresas trasnacionales para su desarrollo—, Venezuela se queda sin ingresos para hacerle frente al déficit fiscal que atraviesa desde 2014.
DÉFICIT PRESUPUESTARIO
La tendencia a la baja del petróleo plantea un déficit de 10,83 dólares por barril para sustentar el presupuesto de la nación del año 2016. El ministro de Economía, Finanzas y Banca Pública, Rodolfo Marco Torres, presentó en octubre un presupuesto sobre la base de un precio promedio de la cesta venezolana de 40 dólares el barril. Iniciar 2016 con un precio por debajo de 30 dólares no parece un buen augurio para la estabilidad económica venezolana, que arrastra un gran déficit y lleva meses financiándose con la impresión de dinero inorgánico.
El presupuesto de la nación de 2015 se hizo bajo la premisa de que el barril de petróleo estaría por encima de los 60 dólares y durante ese año la cesta Pdvsa ha tenido un precio promedio anual 45,23$. Lo que se resume en un decrecimiento de 43,19 dólares respecto a 2014, cuando inició la caída de los precios de los combustibles fósiles. Eulogio Del Pino, ministro de Petróleo y Minería y presidente de Pdvsa, la estatal petrolera Pdvsa, ha señalado que los bajos costos del petróleo “han incentivado enormemente la compra o el consumo de crudo para almacenar”, por lo que la capacidad de almacenaje a nivel mundial estaría en 90% y se estima que para el primer trimestre del año que viene llegue a 100%. A su juicio, los venezolanos pudieran estar “en puertas de una catástrofe”.
DESACUERDO CON LA OPEP
Nicolás Maduro ha responsabilizado a otros líderes mundiales por la caída de los precios. “Por la terquedad de algunos en el mundo que pudieron haber tomado decisiones a tiempo, algunos dirigentes del mundo han hecho oídos sordos de las propuestas venezolanas para estabilizar los precios petroleros”, ha dicho el último martes de 2015 en clara alusión a Arabia Saudí.
El economista Rafael Quiroz ha explicado al medio electrónico Efecto Cocuyo que los altos precios del crudo durante la última década provocaron que algunos países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y No-OPEP “abrieran los grifos petroleros” sin prever las consecuencias. En su opinión, el incremento del suministro condujo a una sobreoferta de tres millones de barriles diarios, lo que propició que la demanda petrolera menguara y alentó la acumulación de inventarios que destaca el presidente de Pdvsa, Eulogio Del Pino.
El aumento de las tasas de interés que ha hecho la Reserva Federal de Estados Unidos y la guerra de precios entre algunos productores de petróleo para mantener sus cuotas de mercado, han colaborado para que la tendencia de los precios sea a la baja, de acuerdo a la visión del economista. Los resultados de la última reunión técnica de la OPEP, realizada en Viena a principios del pasado mes de diciembre, apuntan a que Arabia Saudita producirá más para terminar de destruir a los productores de petróleo de lutitas (shale oil), Irán incrementará su producción a medida de que EEUU levante sus sanciones en el sector energético e Irak también aumentará su cuota en 2016.
Las circunstancias no están dadas para que países OPEP y no-OPEP pacten un recorte en su producción y se apeguen a una política de precios. Los países miembros han rechazado la insistente propuesta de Venezuela de un plan de recorte progresivo y un sistema de bandas, tal como el que se adoptó en 2001 para establecer los $20 como piso del precio del barril. Aunque según un análisis de Barclays Capital del último trimestre de 2015, el precio del petróleo podría volver a subir debido a la disminución de los pozos petroleros existentes por su maduración y la necesidad de nuevas inversiones, todo apunta a que los precios del crudo se mantendrán bajos en 2016.
De concretarse ese escenario, Quiroz ha señalado que este año que comienza habrá un déficit presupuestario “muy grande” en Venezuela. “Por cada dólar que baje el barril de petróleo son 1.000 millones de dólares que dejan de entrar al Fisco nacional”. Actualmente Venezuela exporta 2,2 millones de barriles diarios.
LA NECESIDAD DEL BARRIL EN 75 DÓLARES
Es probable que el déficit fiscal —la diferencia entre ingresos y egresos— se ubique en 15.000 millones, de acuerdo a estimaciones de la consultora venezolana Ecoanalítica, con el agravante de que el deterioro económico hace difícil que se puedan repetir medidas aplicadas por el gobierno de Maduro en 2015 como el financiamiento monetario, el recorte de divisas al sector privado y la venta de activos.
Asdrúbal Oliveros, director de la firma de consultoría económica, ha adelantado que el Ejecutivo podría cubrir el “hueco fiscal” con unos $10 mil millones, liquidando algunos activos, con nuevos préstamos de China, e incluso cobrando deudas de Petrocaribe —acuerdo de intercambio comercial que mantiene Venezuela con algunos países del Caribe como Cuba. Sin embargo, para el consultor habrá una diferencia que se hará cuesta arriba manejar.
De acuerdo a sus estimaciones, Venezuela requiere un barril de petróleo cercano a los 75 dólares para equilibrar la balanza de pagos del país. Un desplome del precio que suma 48,76% en los últimos dos años y que replica la tendencia mundial del precio del crudo representa, en palabras del propio Nicolás Maduro, «una disminución de 60% de sus ingresos en divisas, dificultando el mantenimiento de importantes proyectos».
La merma de los ingresos del país caribeño también ha puesto a temblar a sus acreedores internacionales. En julio de 2015, el banco británico HSBC señaló que la severa merma en los activos externos y las fuertes deudas que mantiene en divisas preocupan a los tenedores de bonos. “Si se excluye la deuda con China, Venezuela debe pagar 16.100 millones de dólares en 2016, una cifra superior a sus reservas internacionales”, que estaban 15.400 millones de dólares en ese momento y han repuntado tímidamente a 16.500 millones, según las últimas cifras del Banco Central de Venezuela.
EL ‘EFECTO VENEZUELA’
Aunque Venezuela reposa sobre las mayores reservas de petróleo del mundo ninguno de sus gobernantes ha sabido administrar los ingresos provenientes de la renta. Tras el fracaso de la política petrolera de la década de 1990, que llevó el barril a $7, el fallecido presidente Hugo Chávez optó por modificar la legislación de hidrocarburos a su llegada al poder en 1998. Procuró abrirse a otros mercados, expropiar a grandes trasnacionales, aumentar los beneficios para el Estado venezolano y redistribuir la renta, pero sus promesas de diversificar las exportaciones se quedaron en el mismo tintero que las de los gobiernos anteriores.
Venezuela importa cerca de 70% de los productos que consume y alrededor de 95 de cada 100 dólares que llegan al país provienen de la exportación de hidrocarburos. Al parecer nada ha cambiado desde la fuerte crisis que vivió el país a finales de los años 80. A juicio de Rafael Quiroz, este panorama demuestra que Venezuela “no ha superado el modelo dependiente y rentista”.
Carlos Mendoza Potellá, analista petrolero y asesor del Banco Central de Venezuela, recuerda que hace 40 años dos economistas noruegos identificaron ese proceso rentista y lo bautizaron como ‘el efecto Venezuela’. “En la medida en que recibas una renta, esa renta determina tus precios internos. Los precios internos, alimentados por esa renta, no te permiten el desarrollo de la producción”, resume Mendoza sobre aquel concepto que hoy sigue vigente.
Para evitar que a Noruega le pasara lo mismo, crearon un fondo de ahorro en los años setenta. “Un fondo para una población de 4 millones de habitantes que ahora está como en 500 mil millones de dólares”. Los países árabes también han hecho fondos parecidos con el dinero que les ingresa por concepto de importaciones petroleras.
La reciente victoria de la coalición opositora en las elecciones parlamentarias del pasado 6 de diciembre ha devuelto a muchos la esperanza de que Venezuela saldrá de la peor crisis de su historia. Sin embargo —y pese a que no es muy conocido—, la Mesa de la Unidad Democrática comparte con el chavismo la voluntad de sustentar sus planes económicos en el rentismo petrolero y el interés de aumentar la capacidad de producción de crudos en el país, tal como lo han plasmado en un documento de 2012 titulado “Lineamientos para el Programa de Gobierno de Unidad Nacional”.
De cara al futuro cercano, Venezuela continuará dependiendo del petróleo para sortear el abismo hacia la hiperinflación y salir de la peor crisis de su historia. No obstante, tras la XXI Conferencia Internacional sobre Cambio Climático (COP21) de París, en la que todos los países acordaron reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, habrá un gran impacto a mediano plazo en la demanda del petróleo y sus derivados. Otra mala noticia para los venezolanos que, para asombro de muchos, enfrentarán una crisis que ni el mejor negocio del mundo puede ayudar a sortear con tranquilidad.