Para quienes no pueden pasar más de 12 horas en una cola, acudir al bachaquero se convierte en el único paliativo cuando la necesidad arrecia y se tienen los bolívares.
Los problemas de escasez se acentúan cada vez más en Venezuela. Los productos regulados cuestan un día de cola con sol, lluvia o cualquier arrebato de la naturaleza; la otra opción la tienen los “bachaqueros”, pero la mercancía suele costar cinco y 10 veces su precio.
Ante ello el ingenio se impone. O debe imponerse. Cada quien busca la alternativa menos mala: el que pide un día de trabajo para comprar en las redes gubernamentales; el que acude al bachaquero, cueste lo que cueste, y el que se endeuda porque el salario se le escurre entre la inflación.
En un trabajo realizado por Correo del Caroní se explican las diferentes opciones para tratar de escapar de la crisis.
BACHAQUERO
No es la primera opción para muchos, tampoco la más económica, pero para quienes no pueden pasar más de 12 horas en una cola, acudir al bachaquero se convierte en el único paliativo cuando la necesidad arrecia y se tienen los bolívares.
“Yo compro las cosas con suerte y el bachaqueo. Con los pañales de mi hija, todos los que he conseguido son por bachaqueo. Me cuestan dependiendo del bulto y de la talla. La mayoría de los bultos están en Bs. 4.500 ó 5.000″, explicó Abdel Salazar.
COLAS
La vorágine de la rutina devora el tiempo sin piedad, pero de vez en cuando, en esas intermitencias de respiro que permite la cotidianidad venezolana, valdría la pena arriesgar un poco de tiempo en una cola para ahorrar un poco y estirar la quincena.
Hacerse con un producto escaso a precio justo es una cruzada que puede requerir hasta más de 24 horas, todo ello sin certeza alguna de que al llegar al anaquel todavía quede algo de existencia.
“Se hace la cola mientras se pueda, y cuando no se pueda hay que comprar a los bachaqueros (…) Tú vas a agarrar un numerito en las colas y tienes el 400. Cuando sales, ves al bachaquero y te toca comprarlo (…) No hago la cola porque los días en que estoy libre no son los de mi cédula, no coinciden. Si el sábado a mediodía hay cola, aprovecho y me meto a ver qué hay”, dijo por su parte Miguel Ferrer.
PRÉSTAMOS
Terminar el mercado en Venezuela pasa por peripecias que van desde perseguir un camión hasta enterarse, casi como por arte de magia, que “apareció” cierto comestible en cierto expendio, lo que obliga a muchos venezolanos a disponer de una cantidad de efectivo a la mano para comprar lo que haya cuando lo haya. Eso implica, en muchos casos, pedir prestado casi de manera sorpresiva a algún allegado.
“Tengo que estar ‘préstame, préstame, préstame y cuando tenga, te pago’, tengo que estar pidiendo prestado para comprarle a los bachaqueros. La última vez que compré fue pañales, en Bs. 3.000 el paquete. Tendré que robar yo también para comprar el bulto”, manifestó Octavia Astudillo.
EL TRUEQUE
Pese a los siglos de distancia desde la aparición de las primeras formas de dinero en el siglo VIII antes de Cristo, de la creación de los primeros bancos por los Caballeros Templarios en la Edad Media, y pese al centenar de billetes que circulan en Venezuela gracias a la devaluación, la escasez generalizada ha llevado al venezolano a incurrir en el trueque para paliar sus necesidades. Hay incluso quien plantea equivalencias entre una lata de leche y dos paquetes de pañales según sea la marca.
LA “VACA”
La contribución de dinero por cada miembro de la familia, mejor conocida como “vaca”, para comprar ciertos rubros para luego repartirlos, también se ha hecho costumbre entre los venezolanos. Todo queda en familia o entre amigos.
CONSECUENCIAS
La escasez y los altos precios de productos alimenticios obligan a los venezolanos a sustituir alimentos. La dieta criolla se ha visto modificada trayendo consigo problemas a corto y largo plazo, aunque estos por la alta conflictividad pasen desapercibidos.
La licenciada en nutrición, dietista y especialista en tratamiento de obesidad y diabetes Biray Salas, advierte que la situación está orillando a las familias a la mal nutrición. “Una alimentación con deficiencia de nutrientes y vitaminas puede pasar factura, en especial a la generación que está creciendo. Hablamos de falta de desarrollo en los niños, bajo rendimiento físico y lógico y deserción escolar”.
Reiteró la gravedad de lo que ocurre con la alimentación, pero esta puede ser contrarrestada si se busca un buen balance de nutrientescon la elección de los alimentos correctos.