Así funciona el racionamiento en la lotería de los Clap

Algunos sectores de Caracas reciben cada 15 o veinte días sin faltas las bolsas de comida vendidas por estos comités de racionamiento.

Otras barriadas deben esperar a que Fundacomunal les de el visto bueno a sus consejos comunales para hacer llegar este subsidio directo. Barriadas enteras han sido apartadas “por ser opositoras”. Así funcionan los Clap, la estrategia del gobierno de Nicolás Maduro para combatir una atroz escasez que viene acompañada de la inflación más alta del mundo,

“Buenos días, les escribe su jefe de cuadra. Es para informarles que a las 11 am nos encontramos en el punto indicado para que reciban su bolsa con alimentos”. Un sencillo mensaje de texto que interrumpe la apacible mañana de domingo entre los páramos de El Junquito, sector Cristo Rey, en el suroeste de Caracas.

Desde su fundación en 1813 hasta su ascenso a parroquia en 1987, se ha caracterizado por su clima templado, restaurantes de cochino frito, abastos con productos agrícolas de primera mano -fresas, duraznos y hortalizas, por ejemplo- y una neblina espumosa que entorpece el libre recorrido de los carros.

Una perfecta postal del turismo venezolano.

Un ambiente que se ha visto trastocado en los últimos años por la crisis económica y social que padece Venezuela. Para la Asociación de Pequeños y Medianos Comerciantes de El Junquito, desde finales de 2015 al menos unos setenta establecimientos entre mercados, abastos y restaurantes han cerrado. Una de las consecuencias de esto es que los 50 mil habitantes de esta parroquia deben “resolver” cómo comprar su comida en parroquias vecinas o esperar a que los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap) aparezcan.

Los datos que proporciona la Fundación para el Desarrollo y Promoción del Poder Comunal (Fundacomunal) sobre El Junquito no cuadran. Según el último censo, establecido en 2013, la parroquia contaba con al menos tres mil consejos comunales conformados. Pero para 2016, más de la mitad de estos no han renovado sus firmas o muchos de sus miembros se mudaron de la localidad. Y mientras estas agrupaciones no tengan el “sello de legalidad” de Fundacomunal, es prácticamente imposible que las bolsas Clap  lleguen cada quince o veinte días como promete su coordinador nacional, Freddy Bernal.

Desde el kilómetro dos hasta el 12, en la carretera vieja La Yaguara – El Junquito, sólo tres sectores reciben sus bolsas con regularidad: la urbanización Luis Hurtado, las comunidades aledañas al kilómetro siete y Lomas de Paya. Los locales saben que llegaron las bolsas porque se forman enormes colas -que impiden el libre tránsito en la vía- desde el día anterior para que nadie se quede sin su beneficio. Las demás comunidades todavía esperan por los que censan toquen sus puertas o que Fundacomunal les permita pedirlas.

“Ustedes deben entender que el presidente Nicolás Maduro indicó que esto es un beneficio revolucionario. Además, no hay comida para todo el mundo y hay que ser pacientes con la entrega”, comenta una de las encargadas de la distribución del Clap en las comunidades de Cristo Rey y Los Picapiedras en el kilómetro nueve . Lo dice en la reunión previa a la entrega de las bolsas. Todos la miran con desconfianza y la pregunta que más suena es “¿cuánto sale la bolsa?” y “¿qué productos trae?”. Será ella quien envíe el mensaje de texto a los inscritos.

Seis meses llevan esperando ciento cincuenta familias de ambos sectores por la bolsa de bienes básicos. Primero, se aseguró que para el primer fin de semana de septiembre llegarían los paquetes, pero “problemas con el transporte” impidieron la distribución. Una semana después se logró la meta pero a costa de ciertas medidas que se alejan mucho del “libre comercio”.

“Tomen su ticket”

Todos tenemos algún recuerdo que involucra caminar en fila india. Puede ser en un plan vacacional o antes de entrar a clases en el colegio. Recuerdos que uno cree dejar en el pasado cuando crece y forma familia. Pues para los Clap esta es la mejor manera de organizar la entrega de sus bolsas.

“Nos vamos a ir caminando en fila india hasta el kilómetro ocho y allá, por orden de lista, esperan a que les entreguen sus bolsas”, anuncia la coordinadora.

Caminar en fila india un kilómetro, al borde de la carretera, hasta otra comunidad para conseguir comida regulada. Además, cuando llegas al punto, te encuentras con una cinta amarilla -las que delimitan la escena del crimen- y dos guardias nacionales malhumorados que piden un ticket sellado por el consejo comunal.

“Tomen su ticket cuando los llame por nombre y apellido”, dice uno de los soldados.

Uno a uno, como autómatas, reciben un trocito de papel bond blanco con el nombre impreso y un sello con tinta chorreada. La consigna de este consejo comunal es: “Por la revolución y la patria”.

Entre los que hacen la cola comienzan los consejos: “Pendientes con los productos que les dan”, “todos deben tener lo mismo”, “¿trajeron bolsas negras para que la gente no se de cuenta de lo que les dieron?”.

Son recomendaciones que no escuchas en un supermercado. Además. el precio de la bolsa varía según pasan los minutos esperando. Inicialmente son 2.600 bolívares, luego son 2.800 porque “marcaron mal el precio del aceite”. Y se llegó a decir que eran 3.500 porque traía productos de limpieza.

Al final, fueron 2.600 bolívares por dos paquetes de arroz, dos de azúcar, dos de leche en polvo, un kilo de pasta corta, un kilo de harina de maíz precocida, un litro de aceite y tres sobrecitos de especias. Sobres que se parecen a los que compraba nuestra abuela en el mercado de Quinta Crespo o Coche a uno por locha.

Hay que revisar muy bien la bolsa. Para que no se rompa -sí, es recomendable llevar un bolso u otra más reciente por si acaso-, y para revisar que concuerde con las demás. Siempre saldrán los comentarios que apuntan a que “le quitaron algo” a la bolsa. Pero, ¿quién le pone el cascabel al gato?

Lo único cierto es que las bolsas de Clap son una lotería. Por ejemplo, ciertos sectores en El Cementerio o Las Adjuntas la reciben cada 15 días. Mientras que por los predios de la avenida Victoria no ha llegado ni una vez por ser un “sector opositor”, según denuncian los vecinos de las calles el Progreso y Chile.

Todos tienen en común el mensaje de texto  vía teléfono celular: “Hoy les entregaremos sus bolsas con alimentos”, no importa si la familia se haya quedando esperando.

por AFP en noticiasaldiayalahora.co