Alberto Vollmer, CEO de Ron Santa Teresa y presidente del Consejo Nacional de Promoción de Inversiones (Conapri), estima que Venezuela necesita inversiones por el orden de 500.000 millones de dólares, a lo largo de una década, para recuperar el tamaño del Producto Interno Bruto que tenía en 2013.
«Para mí, el problema del país no es aumentar recaudación, que se debe hacer, sino crecer. La foto macro en la que estamos muestra que tuvimos una economía de 350.000 millones de dólares entre 2010 y 2013 y llegamos a un mínimo de 40.000 millones y hoy estamos en 60.000 millones de dólares», el CEO de Ron Santa Teresa apela a los datos.
«Guatemala actualmente tiene un PIB de 80.000 millones, y nosotros tenemos un territorio más grande con más recursos. Cómo hacer crecer el PIB venezolano a 100.000 o 200.000 millones de dólares es, para mí, la gran pregunta que debemos responder», insiste Vollmer.
El empresario, líder de la quinta generación de su familia al frente de Santa Teresa, señala que el país va a tener que competir por esas inversiones y, por lo tanto, se deben tomar decisiones audaces. En su opinión, hay tres vías para conseguir esos fondos: multilaterales, inversión directa y el mercado de valores.
En un contexto como el actual, cuando instituciones del país es objeto de sanciones internacionales, a su juicio el mercado de valores constituye una opción con amplias ventajas.
«En la medida en que nos vayamos formalizando más como empresas, el mercado será más transparente y moderno, y generará más confianza que es la materia prima de las finanzas y del futuro», advirtió Vollmer durante su participación en el evento «Una mirada al presente y al futuro del Mercado de Valores Venezolano», organizado por el IESA Finance Club.
Vollmer: «Ser una empresa pública nos ayudó»
Alberto Vollmer, CEO de Ron Santa Teresa, señaló que ser una empresa pública que cotiza sus acciones en la Bolsa de Valores de Caracas (BVC) fue uno de los elementos claves que permitió enfrentar la crisis financiera que la más que bicentenaria empresa padeció en los primeros años del siglo XXI.
«Santa Teresa es pública desde 1978, y esto se hizo con la intención de hacer codueños a los trabajadores de la empresa, democratizar el capital y que todo el mundo se sintiera parte de ese sueño que es tener una empresa. Hoy estamos con cerca de 6.000 accionistas, donde también hay agentes del mercado», explica.
Y añade: «Por eso sacamos la emisión de acciones Tipo B en 2020, para comprometer a todo el mundo en la empresa con la nueva estrategia de la compañía».
«Cuando emprendimos la reestructuración, en ese momento lo que más ayudó de ser una empresa pública fueron las reglas, que obligan a la transparencia y protegen al accionista minoritario y a la gerencia, de los accionistas mayoritarios, y no porque estos quisieran hacerle daño a los minoritarios, sino porque muchas veces no entendían la importancia de esos accionistas», explica Alberto Vollmer.
En resumen, estar en el mercado de valores impone una gestión empresarial menos discrecional y con límites muy claros.
«Las reglas que benefician al minoritario también benefician al accionista mayoritario. Reestructurar deudas con accionistas, inversionistas extranjeros, proveedores, clientes, también nos permitió poner reglas a esos actores. Por eso pudimos para salvar la empresa en 1999», apunta su experiencia sobre la importancia de cotizar en bolsa.
Directores independientes, también para empresas del Estado
«Hay empresas que tienen juntas directivas muy enfocadas en el control, y cuando piensan en el control, no están pensando en el futuro. Nosotros tuvimos que reconstruir una directiva que fuera totalmente independiente. Ahora solo tenemos dos miembros de la familia en la junta, los demás son independientes. Eso le exige mucho a la organización, más allá de las normas de buen gobierno corporativo, porque impone transparencia y resultados».
Alberto Vollmer, CEO de Ron Santa Teresa, sostiene que las juntas directivas son esenciales y deben constituirse con base en la estrategia de la corporación para que sean realmente útiles.
«Las empresas del Estado también deben tener directores independientes. El día cuando el Estado tenga cuentas transparentes, con directores en sus empresas que sepan de bonos soberanos y que todo ciudadano pueda ver lo que está pasando con sus recursos, el país comenzará a crecer sostenidamente», insiste.
Vollmer es partidario de que Venezuela llegue a crear un fondo soberano como el de Noruega, que reciba una parte de los recursos de la producción petrolera y estimule la inversión productiva interna, pero «debería ser gestionado de manera competente e independiente».
«Los directores independientes no se eligen según el gusto, sino por la estrategia», insistió.
Al hacer referencia al joint venture de distribución que Ron Santa Teresa acordó con el gigante ronero internacional Bacardí, Alberto Vollmer también valora el beneficio de cotizar en el mercado abierto de capitales.
«Bacardí quería comprar y el hecho de ser una empresa pública nos protegió y al final logramos el convenio sin vender una sola acción», afirma.
«Apenas estamos empezando internacionalmente, pero ya estamos en 90 países», indica el ejecutivo.
«Tenemos previsto crecer 40% en la operación internacional este año, pero estamos invirtiendo entre 80% 90% de las ventas en los diferentes mercados. El mercado número uno es Estados Unidos, que es uno de los más grandes y rentables del mundo, luego estamos priorizando a Francia, España y otros», precisa Vollmer.
A su juicio, «este es el mejor momento para invertir», porque en el mercado existen activos subvalorados que tienen muy alto potencial de crecimiento.
«Es verdad, las sanciones son un problema a resolver y si lo hacemos con acuerdos entre los diferentes sectores de la economía nacional para dar una imagen de consenso, nos vamos a fortalecer mucho», concluye Alberto Vollmer.