La atleta de 20 años de edad ganó ayer la presea de plata del salto triple femenino, primer metal de la delegación venezolana en los Juegos Olímpicos de Río. La colombiana Caterine Ibargüen se colgó el oro
Mariana Moreno S./El Nacional
Yulimar Rojas bailó en su presentación. Pidió aplausos. Hizo lo mismo en cada salto, ante los 45 mil aficionados, que en el estadio olímpico Engenhao fueron testigos ayer de su momento de gloria en los Juegos Olímpicos de Río.
Con 20 años de edad conquistó una presea de plata que es la primera de una mujer del atletismo vinotinto, tercera de una atleta venezolana —tras las taekwondistas Adriana Carmona y Dalia Contreras— y primera de esta disciplina desde Asnoldo Devonish en 1952.
Tal vez sería su desparpajo una forma de demostrar que no quedaban rastros de los nervios que la atacaron en la clasificación. Puede que haya sido una respuesta a la coquetería de la colombiana Caterine Ibargüen, la reina del salto triple, la rival a vencer.
“Trabajé para esto”, dijo. “Venía siendo un gran año y esto es un premio después de tanto esfuerzo y lágrimas en los entrenamientos”.
Su primer salto no fue muy alentador. La marca de 14,32 la dejaba lejos de la vanguardia. Un brinco nulo aumentó la tensión. Pero cumplió su palabra, que llegaría centrada y relajada a hacer lo que sabía. Un salto de 14,87 la puso de regreso a la pelea por el podio, pero el de 14,98 le aseguró la medalla.
“Sabía que tenía el potencial y la fuerza para darle esta medalla a mi país”, aseguró. “No tengo cómo explicar la alegría que siento y el orgullo de representar a Venezuela. Desde ayer sabía que podía alcanzar un podio, sabía que podía ser un gran día para el atletismo suramericano”.
Rojas no pudo batir a Ibargüen, a la que llama con reverencia “la mejor del mundo”. La campeona de 32 años de edad saltó 15,17 en su cuarto intento para hacerse inalcanzable, pero la medalla de plata de la caraqueña criada en Puerto La Cruz evidencia que no está atornillada en el trono. Pronto puede haber cambio de mando.