El Villarreal sorprendió al Bayern de Múnich en partidazo de ida de cuartos de final de la UEFA Champions League, 1-0 en el estadio de La Cerámica.
No le hacía falta al Villarreal dar más golpes encima de la mesa para demostrar su nivel en la Champions. Ya se había exhibido en Turín, ante la Juve, para meterse en cuartos, y lo hizo de nuevo ante el Bayern en un partido soberbio de todo el equipo. El submarino dominó todos los palos del juego, como un tahúr al que el acaudalado de turno pretende asustar poniendo un fajo de billetes encima de la mesa. El Villarreal no solo ganó, sino que puede lamentarse de lo corto del resultado. Marcó uno, le anularon otro -por poco-, dio un palo y malogró ocasiones clarísimas para viajar a Munich con una ventaja muy superior.
Fue un baño táctico de Emery a Nagelsmann, pero también una exhibición de unos jugadores que han demostrado que el himno de la Champions les genera litros de endorfinas y no hay escudo ni curriculum por los que dejarse impresionar.
Pretendió el Bayern enfriar el ambiente de La Cerámica con una presión desbocada en los primeros minutos. Así, provocó un error de Estupiñán, cerca de su área, que le valió una mirada fulminante de Coquelin, y poco más. Al contrario, a los jugadores del Villarreal no parecía que les quemara el balón, especialmente cuando lo controlaban Parejo o Lo Celso, que hicieron un partido colosal. Entre los dos -con la colaboración de Gerard- armaron un ataque limpio para convertir el 1-0 en el minuto ocho.
Era el primer balón que tocaba Danjuma, que disimulaba como si estuviera desubicado desde el pitido inicial cuando, en realidad, simplemente pasaba desapercibido para los centrales alemanes. Se aprovechó el holandés de una maniobra de aclarado de Gerard que prolongó la conducción de Lo Celso con una pared desde la línea de banda. El pase atrás del argentino lo convirtió Parejo en un disparo difícil para Neuer, que el delantero de los Países Bajos convirtió en imposible al aparecer por sorpresa y desviarlo con la puntera.
El gol fue directo al mentón del orgullo del equipo bávaro. Sorprendido por el descaro del submarino, el equipo de Nagelsmann se le iban encendiendo testigos luminosos en el salpicadero. No es que Muller o Lewandowski no vieran el balón ni de cerca, es que Coman y Gnabry no ganaban ni una carrera a Estupiñán o Foyth. No había ni rastro de la apisonadora que somete la Bundesliga y que ha enterrado a base de goleadas a sus rivales en Champions.
No ganó para sustos Manuel Neuer, algunos provocados por él mismo. En la primera parte vio cómo un centro chut de Coquelin se convertía en un golazo que se colaba en el segundo palo. El VAR anuló la acción por un fuera de juego previo. Después, fue Gerard el que tuvo tres ocasiones clarísimas de gol. La primera, con un potente disparo lejano que se estrelló en el palo. Luego, fuera de su portería se equivocó en un despeje con el pie que el delantero catalán no acertó para convertirlo en el 2-0 con un disparo lejano. También bloqueó Davies, que volvía a jugar tras varios meses de baja, un disparo del goleador amarillo, tras otro jugadón entre Estupiñán y Danjuma.
Nagelsmann intentó voltear el rumbo del partido con Sané, Goretzka y Sule. Y es cierto que hubo el clásico arreón del equipo alemán que iba empujando al Villarreal contra su portería. El primer disparo a puerta del Bayern llegó en el minuto 60. Fue el momento para Albiol y Pau demostraran su jerarquía dentro y fuera del área. Aun pudo el Villarreal marcar uno más, en una galopada de Pedraza que disparó desviado.
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