Por trayectoria e intención, Stefanos Tsitsipas merecía jugar ya una final de Grand Slam y este viernes logró alcanzar la primera de su carrera en Roland Garros. El griego de 22 años venció por 6-3, 6-3, 4-6, 4-6 y 6-3 en 3:37 al alemán Alexander Zverev (24), que el año pasado rozó la gloria del triunfo en el US Open, pero cayó ante Dominic Thiem (27).
Tres jugadores con vidas paralelas, que fueron llamados progresivamente a ser los sucesores del Big Three de Federer, Nadal y Djokovic. Tsitsipas había perdido tres semifinales de majors frente a tres grandes rivales: Australia 2019 contra Nadal y 2021 ante Medvedev, y Roland Garros 2020 contra Djokovic. El domingo buscará su primer título frente a uno de ellos, el español o el serbio.
Stefanos es el finalista más joven en París desde Rafa en 2008, que lo fue con 22 años y cinco días, y los Grand Slams en general desde Andy Murray en el Open de Australia 2010 cuando el británico tenía 22 y 261.
El público de la Philippe Chatrier asistió a una semifinal NextGen, la más joven en edad combinada en un major desde la que disputaron Murray (22) y Marin Cilic (21) en el Open de Australia de 2010. El ateniense era favorito porque es el líder de victorias de la temporada en tierra (22-3) y en la cuenta de todas las superficies (39-8). Pero no le fue fácil doblegar a Zverev, pese a que le superó claramente en los dos primeros sets. Y es que cuando mejor lo tenía para ganar por la vía rápida, aumentó de manera preocupante sus errores no forzados y la tercera manga se le escapó en un mal tercer juego al encajar el segundo quiebre del partido en su contra. El saque del teutón, que se indignó con el juez de silla por una bola que cantó dentro y él vio fuera, funcionó en esa fase de reacción y su reacción continúo en el cuarto parcial con un break de salida que supo consolidar. Sascha se movía con rapidez, bien; Tsitsipas cada vez peor. Así que el de Hamburgo empezó a creérselo porque, además, ya había remontado antes un 0-2, en el US Open 2020 contra Pablo Carreño.
Emociones
Y se llegó al quinto y definitivo set. El heleno levantó un 0-40 en el primer juego. Momento crítico y punto de inflexión. Se metió en el partido a golpes y a gritos. Rompió para ponerse con 3-1 y servicio. Consolidó la ventaja y ya no permitió que Zverev recuperara. Su padre y entrenador, Apostolos, que a veces tiene fuertes discusiones con él, se emocionó en la grada. Su hijo lloró antes de musitar: “Vengo de raíces humildes, de un lugar pequeño. Mi sueño era jugar aquí y no podía imaginar…”. Lo había conseguido.