Real Madrid derrota al Chelsea triplete de Benzema en Champions

Karim Benzema

Real Madrid ha disipado las dudas y en su competición favorita 1-3 en Londres para derrotar al actual campeón Chelsea con triplete del capitán Karim Benzema.

Nunca duden del Madrid en la Copa de Europa. Ni de este, ni de los que le precedieron, ni de los que vendrán. Es coautor, impulsor y multiganador de una competición que le transforma. De principio a fin, como en Stamford Bridge, o cuando se equivoca a la primera recurriendo al efecto reparador del Bernabéu, ese estadio capaz de entrar en trance como ningún otro en su Copa. El Madrid ganó porque tiene a Benzema y el Chelsea, no. En realidad, nadie tiene a Benzema, que vale para media docena de puestos, incluso en una misma jugada. De Londres sale bañado en oro y como proa de un equipo que incluso en sus peores momentos solo se hace el muerto.

Hace siete años, con la temporada en cuesta, Ancelotti puso a Ramos de centrocampista en unos cuartos de Champions ante el Atlético (y le salió bien), prueba de que todos los principios son irrenunciables hasta que se renuncia a ellos. Suele mediar causa mayor. Así lo entendió esta vez el recuperado italiano (viajó este mismo miércoles tras un negativo en COVID casi en el descuento) al meter un cuarto centrocampista en Stamford Bridge. Queda la impresión de que a Valverde llegó más por el camino de la eliminación que del convencimiento: Ancelotti no acaba de creerse a Asensio ni a Rodrygo, el resto del banquillo con capacidad para el puesto está momificado (Hazard, Bale…) y el Chelsea es una tanqueta azul al que se combate con pulmones. Y Valverde le ofreció una variante táctica de cierto interés: la posibilidad de defender con cinco (el uruguayo de lateral y Carvajal de central) en el repliegue. Su partido fue sencillamente espectacular en las dos direcciones.

También Tuchel redujo una marcha al meter a Azpilicueta como lateral izquierdo en lugar de Marcos Alonso, un vicextremo. De algún modo, el Chelsea viene a ser un espejo del Madrid: no muerde en la primera presión, deja ese trabajo a sus dos centrocampistas de hormigón, Jorginho y Kanté, y penaliza la pérdida del rival con transiciones de vértigo. Eso explica la falta de utilidad de puntas de referencia como Lukaku o Werner.

Un genio anda suelto

La cosa quedó una partida de emboscadas. En la primera participó Havertz, bien cerrado por Alaba. En la segunda tuvo el gol el Madrid. Benzema, esa bala de platino de la que carece el Chelsea, cambió el curso de una contra condenada al fracaso con un taconazo, Valverde le dio carrete al avance y Vinicius acabó estrellando su remate en el larguero. El partido tenía poco que ver con la eliminatoria de hace un año, en la que los automatismos del equipo londinense evaporaron al Madrid en la ida y en la vuelta.

Esta vez se fue de verdad a por el Chelsea y encontró pronto premio gracias a Benzema, en una jugada que le define como excepcional en casi todos los territorios. Vino a buscar la pelota al centro como un interior, filtró un envío profundo a Vinicius como un mediapunta y acabó cabeceando a la red como un matador. Y con el Chelsea en la lona acudió de inmediato a otro centro de Modric para meter un segundo testarazo a contrapié que también superó a Mendy. 0-2 de un Madrid a disposición del francés, bien asociado con Vinicius, cuya capacidad para desordenar defensas, aun con sus defectos, es inimitable.

El Madrid seleccionó bien sus golpes de mano, con sentido y precisión, de la mano de Kroos y Modric, que conocen bien este paño europeo. Estuvo al borde del tercero Carvajal, al que un contragolpe le llevó a la zona del nueve. Su remate murió en la punta de los dedos de Mendy. Y, sin embargo, antes del descanso, fue cazado por un cabezazo de Havertz con su zaga descolocada que dejaba en mínimos su ventaja. Pero no hubo derrumbe: en un suspiro a Benzema se le fue el tercero por un palmo, y a vuelta del descanso Mendy hizo un Karius en una cesión suicida a Rüdiger y el delantero francés, que algo se olía porque recorrió 50 metros de fe, arruinó el golpe de timón de Tuchel.

La puntilla

Lo primero que vio el alemán tras meter a Kovacic y Ziyech y reducir su defensa a cuatro fue la metedura de pata de su portero y el 1-3. No hay pizarra que aguante el error individual propio o la genialidad ajena. Esta fue de Courtois, que despegó hasta la escuadra para negarle el gol a Azpilicueta. Tampoco ahí tiene el Chelsea nada que se le acerque.

La entrada de Lukaku coincidió con la lesión en una rodilla de Militao y al Madrid le llovió por ahí el peligro. El belga perdonó un cabezazo sencillo en ese bombardeo. Por primera vez en el duelo se sintió el Madrid agobiado de verdad. Así lo entendió Casemiro, que asumió el papel de tercer central. Ahí amainó el Chelsea y se resignó a una remontada de época en el Bernabéu. Mal sitio para intentarlo, incluso para el campeón.

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