No es la pista más coqueta del mundo ni tampoco con el público más entendido pero la Arthur Ashe es el estadio de tenis más grande del mundo. Muchas aficionados, tantos como 24.000, vieron ayer a un tenista hacer historia al sumar su cuarto título en el US Open y el decimonoveno en los bautizados como Grand Slam. En la carrera por ser el mejor de la historia, que se mide en en el número de coronas de la categoría, Rafael Nadal se queda a solo una de Roger Federer. El español derrotó con mucho sufrimiento a Daniil Medvedev por 7-5, 6-3, 5-7, 4-6 y 6-4, en 4 horas y 49 minutos.
El ruso llevó el duelo al límite, remontando dos sets y dos primeras pelotas de partido: revés ganador y punto de servicio. Iba 5-2 abajo en el desempate y tuvo una opción de igualar a cinco.
Medvedev, de 23 años, tiene mucho margen de mejora pero tuteó hasta la última bola a Nadal. Al campeón le funcionó el revés cortado, lo que convirtió el partido en una pesadilla para el moscovita. Dio igual que Daniil se presentara a la cita con la etiqueta de jugador con más triunfos en 2019 con 50. Sin olvidar la gira norteamericana de superficie dura, con 20 duelos ganados por sólo dos perdidos.
Lejos queda la última victoria en un gran torneo que no corresponda a Nadal, Novak Djokovic o Federer. Fue Stan Wawrinka, precisamente en el certamen neoyorquino en la edición de 2016. Pero en esa época tanto Nole como Rafa estaba en una crisis de juego y de resultados y Roger ni tan siquiera hizo acto de presencia por lesión.
Medvedev empezó fuerte y disfrutó de una pelota de ‘break’ en el juego inicial. El juez de silla le pitó al español una amonestación por retrasar la puesta en escena de la pelota. Al segundo ‘warning’ ya iba a significar la pérdida de un servicio. Esa presión no afectó. El ruso volvió a intentarlo en el tercer asalto con más suerte. Se adelantaba 1-2, en la séptima rotura que recibía el segundo favorito del cuadro en el torneo.
La alegría le duró poco a pesar de realizar unas defensas increíbles. En un visto y no visto, estaría otra vez por debajo: 3-2. El vencedor blindaría su saque, encadenando 14 puntos. La igualdad se mantuvo hasta el duodécimo juego: 7-5. El moscovita quedaría retratado con una volea al clavo.
Nadal, dentro de su habitual repertorio, le añadió las subidas a la red porque su oponente se posicionaba muy lejos de la línea de fondo. Era una invitación para volear. Medveved, a sus 23 años, quería vender cara la derrota e intento ponerse por delante en la continuación. Se le escapó una opción de ‘break’. Rafa le apuntaba al cuerpo al espigado tenista de 1,98 metros.
Palabras a su equipo
El punto de inflexión pudo ser con las cuatro pelotas de rotura favorables a Nadal en el cuarto juego. Las levantó Daniil. El manacorí hablaba con su banquillo, que ponía cara de preocupación. Pasó de las dudas al 5-2. Y es que el español es prácticamente imbatible desde que perdió con Stefanos Tsitsipas en las semifinales del Mutua Madrid Open. Ha decantado a su favor 29 partidos por un único traspié ante Federer en Wimbledon.
El tiempo parece que no pasa para él. Es el primer jugador que gana cinco majors por encima de la treintena. La final pudo morir con la cuarta rotura en el quinto juego de la tercera manga. Medvedev tenía una vida más e igualó a 3-3. El partido se había convertido en una batalla física a la vez que tenística. El aspirante se puso gallito y se llevó su set. El lenguaje corporal del número dos mundial no era el mejor. La grada se levantaba porque disfrutaba del espectáculo de los dos finalistas.
Daniil tenía contras las cuerdas al balear y dispuso de pelota de 2-0 en la continuación y saque. Nunca antes había remontado un duelo al mejor de cinco mangas. De hecho, había perdido los cuatro partidos al límite. Empezó a subir su porcentaje de primeros servicios con el paso de los minutos. La pelota no le corría a Nadal como al principio del partido. La final empezó de día en Nueva York y terminó de noche.
El ruso logró firmar las tablas con un revés paralelo de videojuego. El balear había perdido el guión y la táctica. Ya no llegaba bien apoyado a los tiros. Estaba a merced del jugador que estaba en el otro lado de la red.
El árbitro le quitó un saque con punto de rotura en contra en el segundo juego. Dio igual. Seguía de pie. Aparecía el fisioterapeuta en la pista para atender a Medvedev. Este luchaba para lograr una hazaña que no se veía desde 1949, cuando Pancho Gonzales remontó a Ted Schroeder.
Con 2-2, Nadal vio una vida de escape y la aprovechó. La gloria es suya. Lo resume el tercer punto del penúltimo juego. Lo devolvió todo como un frontón a las 4 horas y media de intercambios. Otro ‘warning’ por ralentizar el saque alargó el desenlace.
De momento, Marat Safin seguirá siendo el único ruso que ha inscrito su nombre en el palmarés del torneo. Nadal, por su parte, iguala los cuatro entorchados de John McEnroe en Flushing Meadows. Se queda a uno de Federer, Jimmy Connors y Pete Sampras. «Ojalá pueda seguir peleando por la historia», afirma el manacorí.