Los parisinos se meten en su segunda finalísima de la historia (tras la de 2020) gracias al resultado de la ida (0-1) y a los goles de Fabián Ruiz y Achraf esta noche en la vuelta de París.
Este PSG sin Kylian Mbappé (por primera vez en las últimas siete Champions) tiene una estrella en el campo (Dembélé, hoy suplente por su lesión) y otra omnipresente: Luis Enrique Martínez, que se planta en su segunda final de Champions tras la ganada en 2015 con el Barça.
El Arsenal (con un gran Rice y un apagado Odegaard) tuvo su momento. Fue en los primeros cinco minutos. Rice (fuera), Martinelli y Odegaard (en dos paradas de Donnarumma) tuvieron tres claras en los primeros cinco minutos. Pero ahí estaba el meta italiano, tan criticado a veces y tan salvador en esta eliminatoria. ¡Bravo por ‘Gigi’!
El Arsenal apretaba y apretaba… y el PSG no estaba cómodo. No controlaba el juego el PSG como le gusta a Luis Enrique. Pero, ¿para qué? El equipo parisino tiene tres ‘balas’ arriba (‘Kvara’, Doué y Barcola) que amenazaban contragolpe en cualquier momento. El Arsenal estaba obligado a grandes esfuerzos.
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— Liga de Campeones (@LigadeCampeones) May 7, 2025
Y en esto llegó Fabián Ruiz, jugador muy valorado en Francia, y no tanto en España (no se sabe bien por qué). Su gol en el minuto 27 hacía poner un pie en Múnich. Control (medio gol), desvío en Saliba y golazo en una mal defensa de córner del Arsenal. Luis Enrique no cumplía el plan de juego (no tuvo dominio de la pelota), pero sí cumplía el plan en el marcador. Un 2-0 global que anunciaba cosas bonitas.
La diferencia era el área. La contundencia de ambos equipos en la eliminatoria fue muy dispar. El Arsenal no hizo bueno su nombre y no hubo ‘cañones’ suficientemente buenos. Sin un ‘9’, con Merino de ‘9’, y con dos bandas de poco gol: (Saka, que salió de una lesión hace no mucho y no está bien aún) y Martinelli, al que Mikel Arteta le tendrá que encontrar competencia en la izquierda para subir el nivel competitivo de este equipo si quiere un título grande pronto (Premier o Champions). Tiene tiempo y crédito de la propiedad (los Kroenke).
Con esos ánimos ‘suicidas’ (sin nada que perder y asumiendo riesgos), salió el Arsenal en la segunda parte. Con poco que ofrecer en el ataque. Y encima, Ousmane Dembélé, el crack parisino, el sustituto de Mbappé, salía a calentar en la banda. Más madera para un PSG que apenas tenía que concentrarse en las disputas y ver pasar el tiempo.
Y encima Saka no estaba bien. Lleva sólo seis partidos de titular tras la lesión, y no tiene ese ‘arranque’ que le ha hecho uno de los mejores extremos de Europa. El PSG seguía, sin embargo, sin ser el PSG de LE. Pero, aun así, es un equipo de autor, tremendamente bien diseñado por el asturiano, que llega a su primera final de Champions con el PSG.
Al Arsenal no le funcionaba ni los balones parados. Sin Gabriel, lesionado de alta duración, y con un gran Donnarumma, que se impuso en (casi) todos los misiles aéreos que le planteaba el equipo ‘gunner’. Y también paró los tiros al ángulo, como el que le sacó a Saka.
Luego vino el absurdo penalti pitado a Lewis-Skelly (unas manos que sólo vio el VAR a lentísima cámara, poniendo la lupa y… ¡qué pena de fútbol ha creado el VAR!). Lo paró David Raya, mientras Dembélé salía al campo.
Seguía el 1-0 (2-0 global)… hasta que Achraf puso el 2-0 en el 72′. París empezaba a degustar la final de Múnich, el lugar donde Luis Enrique puede ponerle el lazo a su PSG de autor y certificar su segunda Champions. El 2-1 de Saka; el 2-2 frustrado de Saka (solo ante la meta)… apenas fueron los últimos coletazos de un Arsenal que tiene mucha gloria, que lo jugó bien, pero que no le dio para más. Ya fue mucho, y con mucho mérito.