Una jugarreta del cronómetro, otras veces un amigo de Sergio Ramos, el hombre récord del fútbol español, retrasó la llegada de la selección a la Eurocopa. En el minuto 93 un penalti de King mandó a la nevera a España, discreta en una noche en la que destacó Fabián. Poco más para el recuerdo. Noruega castigó la falta de chicha del juego español.
Llegar antes a una Eurocopa era sólo para héroes. Los partidos eran agradables visitas a Vietnam. Los ganadores eran coreados en las fuentes. Ahora es cosa natural, es lavarse los dientes, es ganar en Oslo, tierra de nieve y leotardos, sin que sea necesario montar un delirio. Cuando Saúl remató el gol pareció encenderse la fiesta.
El partido llevaba la etiqueta de un 168 gigante, los partidos internacionales de Sergio Ramos, un central que marca época. El escenario y el juego no invitó a los fuegos artificiales para un día inolvidable, de documental. Una tarjeta amarilla le deja sin bola extra en Suecia, un disgusto para el apetito insaciable de Ramos.
El puzzle de Robert Moreno
Con once jugadores de once equipos distintos el puzzle de Robert Moreno comenzó bien y se durmió pronto. Como centinelas de Busquets aparecieron Fabián, Saúl y Ceballos. Se quedó España en el detalle, en un centro de Navas y en un taconazo del zurdo del Nápoles, al que va a ser imposible dejar sin billete europeo.
Noruega se quitó la almohada de los ojos y comprobó que no había motivo para ser el filete de España. Sus mejores alumnos pidieron cita. En la banda derecha, Elabdellaoui hasta se atrevió con una rabona que le salió de documental. Pareció una marcianada en una de las tierras del slalom. El capitán Johansen sacaba sus chapas de guerra en el centro del campo con buenos envíos sobre el área.
De la pierna izquierda de Odegaard ya se conoce que salen párrafos enteros y delante estaba King, un polvorilla del Bournemouth de la Premier, que lo mismo canta una nana que suelta un pescozón. Dio trabajo de noche antipática a Albiol y Ramos.
Debate en la delantera
Había motivos para la duda. Robert Moreno ha metido algún debate como el de la portería en el baúl de los recuerdos porque se ha descargado la aplicación de Kepa y no la borra. En cambio, los hechos mantienen otras tertulias vivas. Entre ellas, la de la delantera, donde Oyarzabal y Rodrigo no abrieron el bufete. El jugador del Valencia pareció desconectado, algo que no es extraño después de vivir unos meses en los que se acostaba de un equipo y se despertaba de otro.
En la cocina del descanso se calentó el juego español. Cuando todavía estaban los tendones tiesos Saúl enganchó un derechazo que botó con arsénico antes de llegar a Jarstein. Era un tranquilizante para domar a una Noruega que se había animado demasiado.
Atropello final
El gol no ahorró sufrimientos. El partido era una bola en la garganta. Un zurdazo de Fabián, algo que ya está en las actas de los partidos, peinó el larguero noruego. El volante del Nápoles repitió lanzamiento a la madera.
No había dueño en el partido y Noruega estaba más fogosa que España. Kepa se llevó por delante a Elabdellaoui y King metió en el congelador la clasificación de una España helada.
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