Comienza la semana más tensa sobre Neymar. La semana que Nasser al-Khelaifi y Florentino Pérez preveían como el periodo más decisivo en sus respectivas estrategias deportivas y empresariales.
El punto del calendario en el que se determinará si habrá paz o se desatará la mayor guerra comercial registrada entre dos clubes de fútbol. Exactamente cuando el Paris Saint-Germain y el Real Madrid, según fuentes de ambas instituciones, esperan que Neymar Júnior manifieste qué quiere hacer con su vida, la primera señal que emitió el ídolo —a través de Instagram— parece desoladora: “Es difícil encontrar fuerzas para querer seguir jugando al fútbol”, según publica El País de España
El mes pasado Neymar trasladó a los dirigentes madridistas a través de su padre y de sus representantes legales, entre ellos el agente Wagner Ribeiro, que hasta que no acabara su participación en el Mundial de Rusia no dilucidaría si se quedaba en el PSG o forzaba su salida al Madrid. Ambos clubes cuentan con la misma información. De modo que Pérez, el presidente español, como Al-Khelaifi, su homólogo en París, asistieron a la eliminación de Brasil a manos de Bélgica como quien recibe una señal. Activaron el cronómetro. Ahora esperan ansiosos una llamada del jugador o sus agentes. Algo más concreto que su triste mensaje en las redes sociales.
La historia del fútbol es rica en situaciones espectacularmente folclóricas pero no consigna nada parecido. Neymar es único. Los analistas que informan a los clubes observan por unanimidad que se trata de un superdotado a punto de alcanzar el cénit de sus posibilidades físicas. Luego añaden que jamás hubo un jugador que gozara de mayor reputación con un currículum más limitado. “Neymar ha ganado menos que Pedrito”, señala un representante muy vinculado al Barça, por poner un ejemplo. “Pero tiene al mundo del fútbol en vilo”.
Como Neymar, también Pedrito ganó Liga y Champions a la sombra de Messi. El canario, igual que el brasileño, hizo su golazo en una gran final europea. Pero luego, además, conquistó una Copa del Mundo. Esto último es algo que a Neymar se le escapó en Kazán, en la noche del viernes. Después de un partido sin estridencias, la estrella brasileña, el hombre al que la publicidad señalaba como el candidato a ocupar el trono del fútbol en la próxima década, no solo perdió el Mundial sino que sepultó definitivamente sus posibilidades de lograr el primer Balón de Oro. A su edad, Messi ya tenía cuatro.
Más seducidos por su colosal peso mercantil que por su realidad deportiva, el Madrid y el PSG llevan meses sondeando al brasileño sin recibir más que informaciones contradictorias o fragmentarias, siempre de parte de intermediarios, porque Neymar en persona parece inaccesible al diálogo cuando se trata de asuntos contractuales. Las fuentes consultadas en el club francés indican que sus dirigentes conocen por terceros que el padre del jugador —también se llama Neymar— ha alcanzado un acuerdo verbal con el Madrid, que en caso de ficharle le pagaría un salario de 37 millones de euros netos, a cambio de que ceda el 50% de sus derechos de imagen. Estas fuentes indican que nadie del círculo del futbolista ha insinuado al PSG su intención de marcharse. Pero Al-Khelaifi espera una llamada de un enviado de Neymar esta semana, o bien para decirle que se quiere marchar, o bien para advertirle que solo permanecerá en el PSG bajo determinadas condiciones.
“¿Qué Tuchel?”
Un funcionario del club de París explica la situación: “Puede que pida más derechos, puede que pida que fichemos algún jugador, o puede que pida que pongamos en venta a otros”. Al-Khelaifi no tiene dudas: su prioridad es satisfacer todos sus requerimientos con tal de retenerle. “Si pasa esta semana y no llaman”, añaden, “aquí respirarán aliviados”.
En el Bernabéu describen un cuadro de incertidumbre similar. Desde febrero, las comunicaciones con el entorno jurídico o familiar del futbolista se han enfriado. Cuando los responsables madridistas incitaron a Neymar a llamar al PSG para expresar su deseo de fichar por el Madrid, los interlocutores dieron largas. Primero bajo el pretexto de que antes de manifestar públicamente ninguna preferencia, Neymar debe cumplir con Brasil en Rusia. Luego, sin justificarse. Simplemente dijeron que no era el momento de abrir las hostilidades.
En el PSG manejan una pista nueva, señalada por un abogado del jugador. Cuenta una persona del club que, según este abogado, Neymar dejó el Barcelona porque no quería ser “cola de león” de Messi. Siguiendo esta lógica, afirma, no fichará por el Madrid si tiene que convivir con Cristiano, a quien Neymar considera un jugador inferior al argentino.
Uno de los colaboradores de Al-Khelaifi advierte que el presidente considera que este es el mejor momento para demostrarle a Neymar que su club le respalda. De ese modo, el dirigente cree que Neymar comprenderá el carácter incondicional de la apuesta por conservar sus servicios.
Al-Khelaifi está persuadido de que si Neymar pretende iniciar negociaciones para rescindir su contrato debe hacerlo mediante una comunicación en el curso de los próximos días, pues tiene un mes de vacaciones por delante y carecería de sentido que emprenda un conflicto en plena pretemporada.
Las alarmas no dejan de sonar en París. Cuentan los empleados que cuando le avisaron a Neymar que su próximo entrenador sería Thomas Tuchel, el jugador hizo un esfuerzo por parecer interesado en el tema. “¿Qué Tuchel?”, preguntó. “El que fue entrenador del Dortmund”, le dijeron, sin que pareciera advertir de quién le hablaban.
Hace mucho que Neymar da muestras de esforzarse desesperadamente por ser futbolista al tiempo que las rutinas del oficio le resultan desagradables. En los tres meses previos a la concentración mundialista con su selección, se recluyó en su mansión de Mangaratiba. Lo envolvió una atmósfera adolescencial, lúdica, de amigos aduladores, guacamayos cantores, playas suaves y dulces guayabas. Los médicos del PSG dicen que no hizo absolutamente nada para ponerse en forma. Solo aceptó ejercitarse con el uniforme de Brasil. El 3 de junio, el seleccionador, Tite, le puso a la canarinha en sus manos, durante el primer amistoso de preparación, contra Croacia. Él aceptó el mandato como si tuviera la certeza de que el equipo más legendario que existe le correspondiera por derecho. Hasta que llegó Kazán.
Kazán, la ciudad de los tártaros, puede ser el sitio de una derrota. También puede ser la última parada de la mayor figura de la historia del fútbol que se aburre antes de empezar.