El triple campeón mundial austríaco de Fórmula 1 Niki Lauda, cuyas imágenes atrapado en la cabina de su monoplaza en llamas dieron la vuelta al mundo hace más de cuatro décadas, falleció el lunes «en paz» a los 70 años de edad, anunció su familia.
«Con profunda tristeza anunciamos que nuestro querido Niki falleció en paz el lunes 20 de mayo de 2019, rodeado de su familia», indicaron allegados del expiloto en un correo electrónico enviado a medios austríacos.
Lauda, una leyenda de los circuitos en los años 1970 y 1980, escapó por poco a la muerte el 1 de agosto de 1976, cuando sufrió un accidente durante el Gran Premio de Alemania, en el circuito de Nürburgring. Su monoplaza Ferrari se incendió tras una salida de pista y si sobrevivió fue gracias a la intervención de otros pilotos, después de haber pasado casi un minuto en la cabina.
Las imágenes del terrible accidente del entonces campeón del mundo conmocionaron al mundo entero. Pero Lauda, un luchador, volvió a la vida.
Seis semanas después de haber recibido la extremaunción en su cama de hospital, participó, para sorpresa de todos, en el Gran Premio de Italia, a pesar de su sufrimiento y las graves lesiones en el rostro.
Durante esa temporada, luchó por el título hasta la última carrera con el británico James Hunt, quien finalmente se impuso como vencedor. Este épico enfrentamiento, revelador del carácter fuera de toda regla del austríaco, se narró en la película «Rush» (2013) del estadounidense Ron Howard.
En 1977, logró su segundo título mundial con Ferrari. Y en 1979 puso fin a la competición para fundar Lauda Air.
– «Gladiadores» –
Pero en 1982 regresó a los circuitos al volante de un McLaren con el que en 1984 conquistó su tercer y último título mundial.
El hombre de la eterna gorra publicitaria, con la que escondía a medias sus cicatrices, se convirtió en presidente no ejecutivo de la escudería Mercedes en 2012 y siguió siendo omnipresente en los circuitos, donde se lo apreciaba por su experiencia y su honestidad, lamentando entre otras cosas que se perdiera «el aspecto de combate de gladiadores» de su deporte.
Lauda, quien marcó la historia de su disciplina mostrándose meticuloso en su preparación y determinado en los circuitos, seguía siendo escuchado.
Su falsa marcha de la Fórmula 1 en 1979 estuvo relacionada con su segunda pasión, la aviación civil. Pionero del chárter privado, ese mismo año creó su propia compañía aérea, Lauda Air, que en 2002 vendió a Austrian Airlines.
Y no quedó ahí, sino que en 2004 creó la muy rentable compañía de bajo costo Niki, que vendió en 2011 a la alemana Air Berlin.
«Sus éxitos únicos, como deportista y empresario, son y seguirán siendo inolvidables. Su dinamismo, infatigable, su honestidad y su valentía siguen siendo un ejemplo y una referencia para nosotros», destacó la familia.
«Fuera de la vida pública, era un marido, un padre y un abuelo afectuoso y preocupado por los demás. Lo extrañaremos mucho», añadió.
– Un Mini para su debut –
No obstante, Lauda también conoció el drama en su papel de jefe de una aerolínea. El 26 de mayo de 1991, el Boeing 767 de Lauda Air que realizaba la ruta Bangkok-Viena se estrelló con 223 personas a bordo debido aun fallo técnico estructural. No hubo supervivientes.
Nacido el 22 de febrero de 1949 en una familia de la burguesía comercial de Viena, Andreas Nikolaus Lauda, apodado Niki, tuvo cuatro hijos fruto de dos matrimonios.
Cuando no tenía ni 20 años, en 1968, disputó con un Mini Cooper que le había regalado su abuela su primera carrera automovilística, sin prevenir a sus padres.
Los gases tóxicos que inhaló durante su accidente en 1976 debilitaron su organismo. Después de dos trasplantes de riñón en 1997 y 2005, tuvo que someterse a un trasplante pulmonar de extrema urgencia en agosto de 2018, después de haber contraído un virus durante un viaje a Ibiza.
En esa ocasión, fue operado en el Hospital General de Viena un día después del aniversario de su accidente, y la recuperación fue complicada. «Es duro regresar. No se compara con mis quemaduras tras el accidente de Nürburgring», reconoció en declaraciones al diario suizo Blick. «Morí brevemente. Pero resucité».