Los primeros días de Miguel Cabrera en el campo de entrenamiento de los Tigres de Detroit han ido bien. El slugger venezolano está saludable y puede realizar todo tipo de actividades, nueve meses después de haber sido sometido a una cirugía mayor, realizada para reparar el desgarre sufrido en el ligamento que une el bíceps al codo izquierdo.
Cabrera no tiene restricciones aparentes. Puede batear, y ya se enfrentó a pitcheos en vivo. También ha trabajado al campo, con el mascotín, mientras su equipo se debate entre las posibilidades de mantenerle en la primera base o convertirle en designado a tiempo completo.
El nativo de Maracay parece no quebrarse la cabeza con esas cosas. Para él, según sus primeras declaraciones, publicadas por los diarios Detroit News y Free Press, basta con poder moverse libremente junto a sus compañeros en el complejo de prácticas de Lakeland, en Florida.
“Hace mucho tiempo que no estoy en el campo”, declaró el aragüeño. “Estaba emocionado. Me siento muy bien por volver al terreno, por estar sano. Siento que puedo hacer mi trabajo este año”.
Cabrera admitió que “extrañaba mucho” estar uniformado, sin la obligación de cumplir ejercicios de rehabilitación: “Eché mucho de menos el juego, el año pasado”. La lesión ocurrió en mayo, cuando necesitaba solamente un hit para igualar los 2.667 incogibles de Luis Aparicio, segundo en la cuenta de todos los tiempos entre sus compatriotas, y en medio de un resurgir de su ofensiva.
Ahora es parte de un debate, acerca de la posibilidad de restringir su permanencia a la defensiva, como un modo de alargar su presencia en el lineup. ¿Debe el manager Ron Gardenhire dejar de usarle en la primera base?
“Si vienen a mí y me lo plantean, estoy abierto a todo. Siempre”, respondió Cabrera. “Quiero estar en el campo. Pero si el equipo está mejor conmigo como designado, entonces, esa no es mi decisión”.
Aseguró que se siente bien del codo, sin secuelas del percance que le envió al quirófano después de un swing fallido.
“Me preocupo más por mi espalda y mis piernas”, sostuvo. “Las estoy sintiendo muy bien en este momento. No tengo dolores. Solo debo seguir acondicionándome, haciendo los ejercicios necesarios, siendo consistente con eso”.
Gardenhire no tiene todavía un plan definido con su toletero estrella. Parece ambivalente entre dejarle donde siempre o ser conservador con él.
“Depende de él”, indicó el piloto. “Nadie conoce a Miggy mejor que Miggy. No puedo sentarme aquí y decir que debe hacer esto o lo otro. Hay que dejarle hacer, ver lo que su cuerpo dice”.
“Puedo señalar ahora mismo, tras verlo salir y jugar en el campo, soltando la pelota, que seguramente querrá jugar en primera base”, agregó Gardenhire.
El timonel no se preocupa, al menos en público. Por el contrario, parece encogerse de hombros ante el hecho de que su pupilo cumplirá 36 años de edad el 18 de abril.
“Creo que la gente olvida lo talentoso que es”, justificó Gardenhire. “Muchos lo olvidan, porque no tuvimos la oportunidad de verlo el año pasado”.
Agregó el estratega que irá decidiendo “sobre la marcha” qué papel jugará Cabrera.
“Todo se trata de comunicación”, razonó. “Mi trabajo es mantenerlo sano. Su cuerpo nos dirá lo que puede y lo que no puede hacer. Él dictará el número de juegos que disputará en la primera base. Es lo que voy a pedirle a Miggy: sé honesto conmigo”.