La checa Marketa Vondrousova de 24 años y 42ª del mundo supera a la tunecina, de 28 y 6ª, finalista también el año pasado, y gana en Wimbledon su primer Grand Slam.
Con lágrimas en los ojos, Marketa Vondrousova celebraba el mayor éxito de su carrera deportiva tendida sobre la hierba de la Central de Wimbledon. Mientras, en el banquillo, Ons Jabeur contenía las suyas a duras penas. La checa de 24 años y 42º del mundo, primera finalista del torneo que no era cabeza de serie desde Billie Jean King en 1963, acababa de ganar su primer Grand Slam (doble 6-4 en 80 minutos) después de pasar por un calvario de lesiones tras ser subcampeona en Roland Garros 2019 (perdió contra Ashleigh Barty), por culpa de dos lesiones (muñeca izquierda y aductor), por las que tuvo que pasar por el banquillo. La tunecina de 28 y sexta de la clasificación, tenía el corazón roto al haber perdido su tercera final de un major en un año. En 2022, cayó en la de Wimbledon frente a Elena Rybakina y en la del US Open ante Iga Swiatek.
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En la entrega de trofeos, al recibir una ovación atronadora del público, Jabeur, que jugaba por ella misma y por África (hubiera sido la primera campeona norteafricana y árabe de un Slam), rompió a llorar. “Esto es muy duro. Debo de estar muy fea. Es la derrota más dolorosa de mi carrera. Felicidades a Marketa y a su equipo por su asombroso torneo. Sé que has tenido muchas lesiones y estoy muy feliz por ti. No me voy a rendir, volveré más fuerte. Mi equipo siempre cree en mí, os prometo que lo vamos a conseguir algún día”, advirtió Ons, que jugó atenazada por la presión mientras que su rival, con menos que perder porque no siquiera esperaba llegar tan lejos, compitió con más soltura y menos miedo.
«We’re going to make it one day, I promise you»@Ons_Jabeur speaks after her #Wimbledon final defeat to Marketa Vondrousova pic.twitter.com/4OWGoBANUc
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“Eres una inspiración para nosotras. Espero que algún día ganes, porque eres una persona maravillosa”, afirmó Marketa sobre su oponente. “Aquí estoy, con el trofeo, el tenis es una locura. Volver siempre es complicado, no sabes qué esperar y jugar a este nivel era muy complicado”, expresó antes de hablar de su hermana pequeña. “Ahí está, llorando”. Junto a ella, su marido, Stepan Simek, con quien se casó el pasado verano De hecho, mañana es su primer aniversario de boda y lo celebrarán en Londres. Y cerca de los dos, el entrenador, Jan Mertl, con quien había hecho una apuesta, que se haría un tatuaje (ella tiene muchos) si ganaba un grande. “Mañana mismo vamos”, le espetó entre risas.
Contrastes
Emociones a flor de piel tras un encuentro en el que la clave fueron los errores no forzados. Vondrousova esperó con paciencia los 32 de Jabeur, mientras ella cometía solo 12 y se defendía maravillosamente. En sus servicios, sencillez. Mucho saque abierto para entrar después con una derecha paralela o abierta. Lo peor para la jugadora nacida en Ksar El Hellar fue perder por dos veces su ventaja en el primer set después de hacer quiebres, y que volviera a ocurrir lo mismo en la segunda manga cuando parecía que iba camino de la remontada. Así es el tenis, una locura, como dice la 59º campeona de Grand Slam, 24ª en Wimbledon y sexta nueva en el major británico en las seis últimas ediciones, desde 2017 (Muguruza, Kerber, Halep, Barty y Vondrousova). Lo más increíble es que hasta este año solo había ganado dos partidos en hierba, uno de ellos en Wimbledon. Y ahora tiene un Venus Rosewater Dish, el plato dorado con el que sueñan todas los tenistas.