El Liverpool remontó el partido de vuelta que tenía abajo 0-2 y terminó ganado 2-3 (2-5) el global de la semifinal del la UEFA Champions League. Avanza a la fina y espera por la serie Real Madrid – Manchester City.
Los goles de Dia y Coquelin hicieron soñar al Submarino con la remontada pero los reds reaccionaron en la segunda mitad y ya esperan rival en la final de París.
El Liverpool fue mejor en el cómputo de los 180 minutos y es justo finalista de Champions. Ahora bien, ya nunca nadie podrá decir que al Villarreal se le queda grande la Champions o cosas peores. Porque el Submarino estuvo muy cerca de completar una proeza histórica. De esas que se recuerdan eternamente. Los de Emery zarandearon al Liverpool durante 45 minutos, igualaron la eliminatoria, hicieron soñar a un pueblo, a toda España, y quién sabe qué hubiera pasado si Makkelie hubiera pitado penalti de Alisson a Lo Celso. Honor y gloria al Villarreal. Se desfondó en las dos segundas partes de ambos duelos. Pero demostró que es digno semifinalista del mejor torneo de clubes del mundo.
Los que llamaban visionario a Klopp estaban en lo cierto. Por pose o por no relajar a sus jugadores, dijo que iban a sufrir mucho en La Cerámica. Se quedó corto. Desde que aterrizaron vieron que algo no iba bien. Ni rastro de sol, día gris y lluvioso en la cálida España. Ya en el campo, bufandas con el lema Yellow Submarine. Y no eran las suyas. ‘Mi gran noche’ de Raphael sonando por megafonía en el calentamiento. Algo no iba bien. Quizá por eso hizo dos cambios respecto a la máquina engrasada que apabulló al Villarreal en Anfield. Jota y Keita por Díaz y Henderson.
Y a los dos minutos, los presentimientos del alemán se tornaron en realidad. Esta vez la apisonadora era amarilla. Estupiñán vio a Capoue en el segundo palo. El francés tiró a gol. Pero su disparo se convirtió en un centro que Dia, titular sorpresivo por la baja de Danjuma, remachó a la red de Alisson. Guión perfecto. 88 minutos para hacer otro. Mejor imposible.
El gol hizo creer aún más al Villarreal en el partido que dibujó Emery en la pizarra. Atrás, Foyth, Albiol y Pau formaban un muro ante unos desconocidos Salah, Jota y Mané. Y a la hora de crear, la pauta estaba clara: buscar la espalda de Thiago y generar dudas en Van Dijk y Robertson. Capoue vio el agujero y lo explotó. Klopp lo descifró pero no había manera de cerrarlo. Y encima, uno de sus revulsivos, Keita, iba con el Villarreal. Un pase atrás del centrocampista le llegó a Gerard que sorteó a Van Dijk con un pase a Lo Celso para dejarle uno contra uno con Allison. Era gol o penalti. El brasileño arrolló al argentino pero Makkelie encontró una coartada para no pitarlo. El portero tocó balón antes de llevarse por delante a Lo Celso.
La Cerámica estalló de indignación. Aunque le duró poco. Otra vez Capoue cayó a la banda de Robertson, se lo comió con patatas y su centro le llegó a Coquelin que le ganó la partida aérea a Alexander Arnold y la clavó en la escuadra con un excelente cabezazo. Eliminatoria igualada. El mejor equipo de Europa saltaba por los aires. La Cerámica era un clamor: ¡Sí se puede! Jason Cundy pedía las llaves de la cueva.
Paris!!! #UCLFINAL ⭐️ pic.twitter.com/vKoqCInZlX
— Virgil van Dijk (@VirgilvDijk) May 3, 2022
Klopp se desdijo en el descanso. Y sentó a Jota para sacar a Luis Díaz. Mano de santo. La salida del colombiano le cambió la cara al Liverpool. Agarró el balón, como en Anfield. Empezó a ganar duelos e impuso su ritmo infernal. El Villarreal acusó el esfuerzo físico y psicológico de la primera mitad. Los reds ya pisaban área rival. Aunque el primero que lo intentó fue Alexander-Arnold, de fuera del área. Se estrelló en el larguero.
El Liverpool había vuelto en sí pero el Villarreal resistía. Entonces Salah frotó la lámpara y dejó solo a Fabinho quien no desaprovechó el regalo y desabrochó el cuello de la camisa a Klopp. El Submarino no reaccionó y enseguida le llegó el golpe de gracia. Luis Díaz, de cabeza, aprovechó un gran servicio de Alexander-Arnold. El Villarreal despertó del sueño. Mané, en una contra, marcó el tercero y selló el pasaporte del Liverpool para otra final de Champions, esta vez en París, contra el Manchester City o el Real Madrid.