Hay cosas que pasan, pero pocas resultan tan trágicas y misteriosas y posiblemente innecesarias como el accidente del 25 de septiembre que terminó con la vida de el jugador de origen cubano José Fernández, de 24 años de edad, y otros dos jóvenes que iban en la embarcación, cerca de las costas de Miami Beach, y que le rompió el corazón a millones de personas en el sur de la Florida.
Prácticamente todos concuerdan en que en el béisbol estadounidense no había un jugador más entusiasta que José Fernández, ya que su alegría innata se extendía a su vida personal. El lanzador de los Marlins de Miami, escapó de Cuba en una embarcación y llegó a la Florida sin un centavo, cuando tenía 14 años. Fernández no tenía maleta, sólo un par de bolsas de compras donde llevaba todas sus pertenencias. Ahora estaba ganando $2 millones al año como uno de los lanzadores jóvenes más brillantes del béisbol, y se esperaba que llegara a tener un contrato de varios años por valor de $200 millones o más cuando cumpliera los requisitos para ser agente libre en el 2019, reseñó El Nuevo Herald.
El jugador adoraba el Kaught Looking casi tanto como al béisbol. Era un SeeVee de 32 pies de eslora que podía alcanzar 60 millas por hora. Lo usaba para salir a pescar, a fiestar y a veces para darse un salto a las Bahamas para almorzar en Cat Cay.
Para muchas personas, la idea de salir a navegar frente a South Beach en la madrugada suena exagerada. Pero en el ritmo nocturnal de los peloteros, quienes salen del trabajo a las 10:30 o las 11 p.m., las actividades sociales tarde en la noche son una rutina de la vida diaria.
El jardinero Marcell Ozuna, el mejor amigo de Fernández en el equipo, le recomendó al jugador que esa noche no saliera. “Le dije que yo no podía ir esa noche porque mis hijos y mi esposa me estaban esperando”.
PRUEBAS
La primera prueba está en los mensajes de texto y llamadas telefónicas de uno de los amigos del pelotero, Eduardo Rivero, un ejecutivo de 25 años del departamento de Ventas de Carnival Corp. A eso de la medianoche Rivero llamó a su amigo Will Bernal para decirle que estaba en camino hacia el club para encontrarse con Fernández en la embarcación. El lanzador, agregó que estaba molesto después de una discusión con su novia. “Él estaba estresado y quería salir”, dijo Bernal.
Cabe señalar, que el joven deportista publicó en su cuenta de Instagram una foto de una mujer embarazada en la playa, hoy identificada como su novia, María Arias, junto a un mensaje en inglés que decía: “Estoy muy feliz de que hayas llegado a mi vida. Estoy listo para ir adonde nos llevará este viaje juntos”.
Arias no ha hablado con los reporteros desde el accidente. De manera que nadie sabe de lo que discutieron, o inclusosi realmente discutieron, porque no ha habido ningún testigo que lo diga en público. Su amigo Bernal se limita a decir lo que le dijeron.
Pero Cualquiera que sea el caso, a Bernal le pareció que José Fernández no estaba en condiciones de pilotar una embarcación en medio de la noche. Bernal, que una vez había salido al mar de noche y la experiencia le resultó alarmante, trató de desanimar a su amigo a que lo hiciera.
“Hice lo posible por convencerlo de que no fuera”, dijo.
Nueve años después de casi dejar la vida en el intento por salir de Cuba (donde incluso estuvo encarcelado por uno de sus intentos de evasión de la isla), José Fernández estaba viviendo el sueño americano en una manera pletórica: fama, futuro, dinero, energía, talento, carisma… el cubano estaba, literalmente, en la cresta de la ola.