Las gimnastas que sufrieron los abusos sexuales de Larry Nassar están reviviendo su pesadilla en las jornadas del comité de investigación que ha abierto el Departamento de Justicia de los Estados Unidos. Las palabras de Simone Biles, acusando a la Federación y al FBI por permitir los abusos sexuales del exmédico del equipo de gimnasia estadounidense han causado gran revuelo en el mundo del deporte.
«No quiero que ningún otro joven deportista olímpico o ningún otro individuo sufra el horror que yo y que otros cientos han soportado y continúan soportando hasta hoy», dijo Simone Biles. «Echo la culpa a Larry Nassar y también echo la culpa a todo el sistema que permitió y perpetró ese abuso. USA Gymnastics y el Comité Olímpico y Paralímpico Estadounidense sabían que estaba sufriendo abusos por parte del médico oficial del equipo», aseveró Simone Biles ante los miembros del comité del Senado.
Ahora nos llega el aterrador relato de su compañera McKayla Maroney: «Les dije (a los agentes del FBI) que lo primero que Larry Nassar me dijo fue que me pusiera pantalones cortos sin ropa interior, porque eso le facilitaría el trabajo. A los pocos minutos, tenía sus dedos metidos en mi vagina», empezó la campeona olímpica en los Juegos de Londres 2012 con EE.UU.
La atleta se ha mostrado muy crítica con las preguntas que le formuló el FBI. «Me preguntaron: ‘¿Metió los dedos en tu recto?’. Dije que no. Me preguntaron si usó guantes. Dije que no. Me preguntaron si este tratamiento me ayudó. ¡Dije que no! ¡Este tratamiento era abuso y no me ayudó en nada!», ha apuntado sobre el abuso sexual que sufrió por Larry Nassar, cabreada.
Explica que los abusos de Larry Nassar con ella comenzaron cuando tenía solo 15 años, en los Mundiales de Tokio 2011: «Me dio una pastilla para dormir en el avión para seguir trabajando en nuestra preparación física al llegar. Esa noche estaba sola, desnuda, con él encima, abusando de mí durante horas. Pensé que iba a morir esa noche. No sería capaz de dejarme ir después de aquello, pero lo hizo. Estuve deambulando por los pasillos del hotel de Tokio hasta las 2 de la madrugada, con 15 años…», ha relatado McKayla Maroney.
Aquellos días le dejaron marcada de por vida, algo que aún le hizo sorprenderse más por la falta de empatía o apoyo de las autoridades.
«Lloraba mientras lo recordaba por teléfono al FBI. Y no se escuchaba nada al otro lado de la línea. Me llamó la atención la falta de preocupación del agente del FBI. Era un recuerdo muy traumático y después de un minuto de silencio solo me preguntó: ‘¿Eso es todo?’. Escuchar esas palabras fue uno de los momentos más duros de todo esto. Que mi abuso fuese minimizado y descartado por la gente que se suponía que me tenía que proteger (…) Parecía que este abuso no era suficiente, pero sí lo era. Y ellos querían encubrirlo», insistió Maroney