No ocurre siempre. Pero en la Super Bowl de este domingo, lo visto en el terreno de juego fue superior al espectáculo musical del descanso. No fue culpa de Rihanna, que hizo un ‘show’ aseado, con un inicio espectacular, encaramada a una plataforma volante -no confundir con los globos chinos-, y en el que hizo un repaso de sus éxitos mientras bailaba con una mezcla irresistible y caribeña de desgana y superioridad. La culpa fue de los Kansas City Chiefs y los Philadelphia Eagles, que ofrecieron una de las mejores finales de la NFL, la liga de fútbol americano, de los últimos tiempos.
Se la llevaron los primeros, liderados por un ‘quarterback’, Patrick Mahomes, que ya es leyenda, en un final ajustado y muy polémico. Una anotación con patada en el último suspiro, después de una falta contra los Eagles muy rigurosa y discutible, que llenará programas de televisión en EE.UU. y que no se olvidará en décadas, entregó el triunfo a los Chiefs (38-35). Pero, antes de eso, fue un partido soberbio, una final inolvidable.
La emoción se desparramaba en el estadio de Glendale antes de la patada inicial. Todo EE.UU. -y cada vez más gente en el extranjero- pendiente de la pantalla. Dos equipos que no podían llegar más empatados, con el mismo número de victorias y derrotas en la temporada, igualados hasta en el número de puntos conseguidos. Un estadio hasta la bandera, con las entradas más baratas a cerca de tres mil dólares en la víspera. Una final histórica, la primera vez en la que los dos ‘quarterbacks’ o mariscales de campo, la posición más decisiva, eran negros: Mahomes por los Chiefs, Jalen Hurts por los Eagles. Al entrenador de los Eagles, Nick Sirianni, se le caían lagrimones por la cara cuando sonaba el himno nacional, una interpretación asombrosa de Chris Stapleton, la última figura del ‘country’.
Si algún despistado se sentó tarde en la butaca del estadio o en el sofá de casa se perdió un inicio arrollador. Las dos primeras posesiones acabaron en ‘touchdown’, anotación, cada equipo con su guión previsto.
El primero para los Eagles, después de que Hurts hiciera avanzar a su equipo con una combinación de pases y carrera. Fue el propio Hurts, un prodigio físico, con un tren inferior capaz de levantar 270 kilos en sentadilla, quien percutió contra el muro defensivo de los Chiefs para conseguir la anotación. Lo hizo una y otra vez durante el partido, cada vez que los Eagles se quedaban a poca distancia de la yarda marcada para ‘touchdown’ o para mantener la posesión.
En la siguiente jugada, con la pelota en manos de los Chiefs, Mahomes los guió a otro ‘touchdown’, esta vez encontrando en el pase a su escudero fiel, el ‘tight end’ Travis Kelce, un veterano grandullón con unas manos que son imanes para la pelota.
Habían pasado un puñado de minutos y el partido ya era un espectáculo, cada equipo con su estilo bien representado: la capacidad de Hurts para ser una doble amenaza -carrera con la pelota o pase corto- y la precisión de Mahomes para bailar en el ‘bolsillo’ -el espacio de protección que le permiten sus compañeros de la línea ofensiva- y mandar pases de alta precisión.
A partir de ahí, el partido se rompió porque Hurts cambió el guión. En el segundo cuarto, mandó un pase estratosférico, de 45 yardas, a la carrera del recibidor A.J. Brown que acabó en ‘touchdown’ y colocó a su equipo en ventaja. No es el tipo de jugadas a las que acostumbra Hurts. Tampoco la que sufrió poco después: se le cayó la pelota de forma incomprensible y un defensor de los Chiefs la recogió y la llevó hasta la zona de ‘anotación’. Otra vez empate.
Hurts, historia de la Super Bowl
Pese a esas turbulencias, Hurts fue el dominador del juego. Volvió a anotar otro ‘touchdown’ en carrera para hacer historia: nadie en la Super Bowl había conseguido dos ‘touchdown’ de carrera y otro de pase y él lo había logrado en una mitad. Los Eagles volaban: consiguieron otros tres puntos por patada y se marchaban al vestuario con diez de ventaja. Cuando quedaba minuto y medio para el final del segundo cuarto, Mahomes se torció el tobillo que traía maltrecho.
«Nada me iba a sacar del terreno de juego», dijo Mahomes después de la final, agarrado al trofeo y con el pelo lleno de confeti. Y mucho menos ese tobillo. Se lesionó en el primer partido de ‘playoffs’. Cojeó durante toda la final de conferencia contra los Bengals de Cincinatti, rematada con una carrera heroica, que fue decisiva para meter a su equipo en la Super Bowl.
Tras las curas del equipo médico mientras cantaba Rihanna, Mahomes saltó al campo con la mirada de determinación de los grandes campeones. A las primeras de cambio, lideró la posesión de su equipo hasta un ‘touchdown’ de Isiah Pacheco, un ‘running back’ novato que se ha convertido en una de las sensaciones de la liga. Después, interpretó a la perfección la pizarra para dejar solo al recibidor Kadarius Toney en un pase de ‘touchdown’. El mismo Toney protagonizó una carrera de devolución de patada excelsa,, como un recortador de vaquillas, que volvió a poner a los Chiefs en boca de anotación. Mahomes realizó el mismo pase, pero al lado contrario, con el recibidor Skyy Moore.
Mahomes y los Chiefs, con una defensa superior -por sorpresa- a la de los Eagles, eran una apisonadora. Se adelantaban 35-27 a pocos minutos del final. Hurts no se arrugó: embistió contra la muralla defensiva de los Chiefs para conseguir un nuevo ‘touchdown’ de carrera y dos puntos extras también en carrera para empatar a 35. En un desempeño memorable, batió el récords de yardas en carrera (70) para un ‘quarterback’, en posesión de Steve McNair desde hacía 23 años.
Mahomes no se quedó sin respuesta. A solo dos minutos, firmó una carrera valiente que colocó a su equipo muy cerca de cerrar el partido. Solo cojeaba después de correr.
Solo el final estropeó la final. Una falta -faltita- pitada a un defensor de los Eagles, un agarrón leve a un recibidor, de los que muchas veces pasan inadvertidos, permitió a los Chiefs mantener alargar la posesión y colocarse en una posición muy ventajosa para una patada a palos. En Filadelfia estarán que trinan durante años. Los Chiefs consumieron el tiempo sin jugar -un borrón para una Super Bowl fantástica-, tiraron a palos, deshicieron el empate y se llevaron el trofeo a Misuri.
Mahomes amplía su leyenda -MVP de la liga y de la final, dos Super Bowl en su palmarés-, los Chiefs se confirman como franquicia dominadora y Hurts, tras un recital, se va vacío. En todos los sentidos.
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