Fognini apea a Nadal del US Open

Después de tener dos sets de ventaja a su favor, el español cede en la 3ª ronda (3-6, 4-6, 6-4, 6-3 y 6-4). El italiano se medirá en octavos a Feliciano López (6-2, 7-6 y 6-3 a Raonic)

La despedida fue cruel. Después de ceder frente a Fabio Fognini (3-6, 4-6, 6-4, 6-3 y 6-4, en tres horas y 46 minutos de extraordinario partido) y despedirse en la tercera ronda del US Open, el último grande de la temporada, Rafael Nadal recorría cabizbajo el túnel que da acceso a los vestuarios de la pista Arthur Ashe de Nueva York. Abatido, el ganador de 14 grandes se dirigía a rumiar la derrota en solitario. Y es que la caída frente al italiano, que ya le ha vencido tres veces esta temporada y se medirá con Feliciano López (6-2, 7-6 y 6-3 a Milos Raonic) por una plaza en los cuartos, es de esas que deja cicatrices y agudiza la reflexión.

Cierto es que, por momentos, sobre todo durante los dos primeros sets y en algunos momentos de las tres mangas restantes que se prolongó la velada, Nadal fue ese Nadal de antes, dinámico, furibundo y competitivo, hambriento e inabordable. En el primer tramo del encuentro, probablemente se pudo ver al mejor Nadal de esta temporada, lo que abre la puerta a la luz pensando en clave de futuro. Piernas, derecha, revés; por encima de todo, confianza y energía positiva. Sin embargo, el número ocho del mundo no fue capaz de contener a un inmenso Fognini y desperdició sus dos parciales de ventaja, así como dos rupturas que en teoría le allanaban el tercer y el cuarto set.

 

Y no es que esta vez no desprendiera buenas sensaciones el español, no; todo lo contrario. Después de un discreto duelo en la ronda previa contra el argentino Diego Schwartzman, Nadal jugó bien, pero su advesario fue superior. En consecuencia, quedó apeado del major neoyorquino y a partir de ahí, del adiós a Flushing Meadows, los análisis en frío y los números, vienen las malas noticias. A lo largo de su carrera, Nadal nunca había entregado un partido en un torneo del Grand Slam en el que se hubiese adjudicado los dos primeros sets; el balance en este sentido era demoledor: 153-0. Y en los últimos 10 años, desde 2004, el de Manacor nunca había sellado una campaña sin celebrar al menos un título grande.

 

Por momentos, Nadal fue ese Nadal de antes, dinámico y furibundo, hambriento e inabordable

Su 2015 se traduce esquemáticamente (a falta de disputar la recta final, en la que peleará por estar en noviembre en la Copa de Maestros, en Londres) en tres títulos menores (Buenos Aires, Stuttgart y Hamburgo), en 42 triunfos y 14 derrotas, y en un descenso del tercero al octavo escalón del ránking mundial. En las citas de más caché, Australia (cuartos), Roland Garros (cuartos), Wimbledon (2ª ronda) y US Open (2ª ronda), cedió ante rivales teóricamente inferiores (como Tomas Berdych o el propio Fognini), semidesconocidos (Dustin Brown), o bien ante uno frente al que nunca había inclinado la rodilla en la arena parisina, caso de Novak Djokovic.

 

No obstante, puesto en su debido contexto, el año de Nadal debe ser contemplado también desde la óptica de la reconstrucción. Después de un 2014 tortuoso, con lesiones de toda índole, él mismo se empeña en recordar una y otra vez que aún no tiene el nivel para ampliar su cosecha de grandes trofeos. Este curso, su objetivo real consistía en volver a guerrear, en demostrarse que aún puede luchar con los más fuertes. Y, en este sentido, algunas fases del duelo contra Fognini invitan al optimismo.

Al final, venció el de San Remo con una actuación sublime. Resistió al despegue de Nadal y después percutió como un fusil de asalto. Cimentó su avance con un arsenal de 70 golpes ganadores que prevalecieron sobre sus 57 errores no forzados. Su oponente erró poco, mucho menos (18), pero fue mucho menos definitivo (30 winners). En la madrugada neoyorquina, ambos brindaron un duelo cargado de épica, descarnado. Nadal voló al principio, pero rebajó sus índices en los servicios (al final, solo retuvo el 37% de los puntos con sus segundos saques) y el italiano, propicio a la dispersión y que llegó a estampar su raqueta contra el suelo por un cabreo, se envalentonó (54 subidas a la red, 39 de ellas con acierto, un 72%) y cogió las riendas de la noche.

 

El de San Remo venció con una actuación sublime. Resistió y luego percutió como un fusil de asalto

El clímax se alcanzó en el quinto set, en el que los dos se enzarzaron en un cuerpo a cuerpo que derivó en siete breaks consecutivos. Tremendo. Cuando el uno parecía diluirse y el otro renacer, el panorama daba un vuelco y todo volvía a empezar de cero. Tras casi cuatro horas de batalla, Fognini fue el que se impuso en el terreno de los psicológico. Este año ya le doblegó en la arcilla de Río y el Godó, y aunque la última vez que se vieron las caras terminó frustrado, en Hamburgo (julio), fue más sólido en la recta final. El italiano soltó un palo tras otro. Nadal, rey de la épica, aguantó y por instantes apuntó a resolver el debate a su favor, pero finalmente claudicó. Otra vez. Otro triste adiós.

 

Alejandro Ciriza/El País