El Cádiz ha dado otro trompetazo ante un grande, esta vez ante el FC Barcelona que salió derrotado 2-1 en partido disputado por La Liga Española.
Llegaba el Barça al Ramón de Carranza por detrás del Cádiz en la clasificación. Sí, con dos partidos menos, que no es poco, pero al fin y al cabo un punto por detrás de los de Álvaro Cervera. Ronald Koeman no tenía ninguna duda del partido que le esperaba. Lo había visto, o se lo habían contado, lo que los amarillos hicieron hace algunas semanas en el Di Stéfano contra el Real Madrid. Dos líneas de guerreros, leones en la presión, concentrados al mil por mil, solidarios… un equipo complicado de meter mano.
Y encima con un gol a favor de los locales a los nueve minutos. Un córner, donde suele decirse que se igualan las fuerzas entre grandes y pequeños, acabó con Álvaro Giménez empujando a puerta vacía un cabezazo de Mingueza sobre su portería que Ter Stegen había dejado muerto sobre la línea. Más difícil todavía.
En cualquier caso, el guión no cambió lo más mínimo. El Barça dominaba, el Cádiz se dejaba dominar. A falta de centrocampistas puros, sólo con Busquets y De Jong en la sala de máquinas, Messi y Griezmann bajaban a ayudar a crear juego. Los azulgrana llegaban al área con cierta facilidad, pero entre la maraña de camisetas amarillas y el peculiar Ledesma bajo palos, el Cádiz se las ingenió para llegar al intermedio arriba en el marcador.
Koeman tenía claro que había que mover el árbol y en el descanso dejó fuera al chaval Mingueza y a un Coutinho que había pasado por el césped sin pena ni gloria. Pedri y Dembélé, dos creadores de peligro, al campo. De Jong se suponía que pasaba a ser central, pero en realidad, Lenglet se quedaba solo ante el peligro. El Barça corría riesgos, pero no le quedaba otra mirando la clasificación.
Con el paso de los minutos al Cádiz cada vez le costaba más salir de su área, pero eso no quiere decir que renunciara a finiquitar el duelo. Así la tuvo Jairo en un contragolpe al que llegó a la meta sin aire para pensar con claridad. Justo en la jugada posterior, un centro de la muerte de Jordi Alba lo desvió sobre su propia portería Alcalá. Ya se sabe, si perdonas, lo pagas. El Barça respiraba, ya tenía medio trabajo hecho y aún más de media hora por delante para revertir del todo el marcador.
Pero del suspiro se pasó al infarto seis minutos después. Saque de banda de Jordi Alba sobre Lenglet, el francés no fue capaz de controlar, Negredo olió la sangre, presionó a Ter Stegen y marcó a puerta vacía. Acababa de entrar al campo y lo hizo a lo grande. Otra vez vuelta a empezar para los de Koeman, pero esta vez con un mazazo aún mayor que verse 1-0 en la primera parte. Todo lo que había remado para igualar el duelo se había ido por el sumidero tras una jugada de patio de colegio.
El Barça acusó el golpe, como no podía ser de otra forma. Siguió dominando, claro, pero el juego se hizo más denso, menos fluido. Llegaba al área pero el Cádiz parecía tener controlada la situación. Y siempre con la amenaza de un contragolpe ante una defensa desnuda de efectivos y sólo con Lenglet como dique. Y por supuesto con los minutos pasando, cayendo como una losa sobre la mente de los azulgrana.
Y la losa terminó de caer. El Cádiz aguantó como un jabato, Ledesma paró todo lo que había que parar y la Liga se le aleja al Barça puede que definitivamente. Queda mucho, pero 12 puntos sobre el Atlético parece una distancia poco menos que imposible de remontar.