El submarino amarillo pasa a octavos de la Champions League

Villarreal

Un picotazo. Directo. A la primera llegó el gol del Villarreal. Era el escenario perfecto. El inicio soñado por Unai y por los aficionados de un Villarreal que empezaba a soñar nada más arrancar el partido. El gol de Danjuma iluminó al submarino cuando muchos aún no se habían sentado en el estadio. En un balón dividido Parejo llegó antes y sin dudas, lanzó un balón al espacio y allí apareció el delantero holandés. Una cabalgada de más de cincuenta metros para definir con la zurda por debajo de las piernas del arquero de los italianos. El banquillo amarillo enloqueció, pero quedaba un mundo por delante.

Y con la Atalanta más aún. El equipo de Gasperini nunca mira el marcador. Juega a tumba abierta sea cual sea el resultado y eso el Villarreal lo tenía apuntado en su bloc de notas del partido. Y ahí llegó el acoso. Toloi de cabeza, Freuler de fuerte disparo… los ataques de los de Gasperini llegaban sin descanso. Pero el Vilarreal tenía un plan. Activar a Danjuma. Y el tulipán estuvo cerca de fabricar el segundo en otra gran contra.

Pasado el primer arreón italiano, no iban a parar en todo el partido, el Villarreal empezó a jugar con el control. Clase magistral de Parejo, sustos constantes de Danjuma y jerarquía de Capoué en el centro del campo. Con el estrés en el cuerpo que generan los de Gasperini, llegó el gol del galo.

Una jugada tocada de los amarillos acabó con un balón dentro del área para Moi. Este, filtró un pase perfecto para que Capoué golpeara con el alma a la red. Cero a dos antes del descanso. ¿Respirar? Ni locos.

Un paso de gigante

El equipo había dado un paso de gigante y ahora tocaba poner en juego su madurez, su saber estar, su capacidad para mostrar nivel 90 minutos. Era un reto mayúsculo ante un equipo loco, ofensivo como pocos en el mundo y que iba a salir a la desesperada necesitando tres goles en una sola parte. Muy capaz. Pero era el día amarillo. Sin duda.

El despertar de la bestia italiana

Otra vez nada más empezar llegó el gol que ante cualquier rival sería el de la sentencia. Una jugada de magia de Gerard Moreno en el área acabó con pase para Danjuma que esta vez se cambió el disfraz de velocista por el de nueve dominador del área pequeña y a la media vuelta metió el tercero. Impresionante. Qué nivel. Sólo ahí pareció darse por vencida la Atalanta. Era un espejismo. Gasperini se la jugó con cuatro jugadores ofensivos sobre el césped y tuvo premio. Marcó Malinovsky y volvió a activar a los suyos. Incluso en el peor escenario posible, el equipo italiano sacó el orgullo. Tiene el gol en su ADN y no se iba a rendir. Marcó Zapata y pudo hacerlo tres minutos más tarde Toloi. Era una locura. Todos al ataque. Pero esta vez la moneda cayo del lado del Villarreal. Qué mérito.