El Milan aprovechó el mal momento del Real Madrid y los derrotó a domicilio

El Real Madrid no levanta cabeza. Un Santiago Bernabéu atronador recibía a un clásico rival en Champions, a un viejo conocido de la competición europea: el AC Milan. Los silbidos iniciales contra la UEFA por parte de la grada madridista pronto daban paso al más absoluto silencio para escuchar cómo los aficionados italianos, recluidos en la grada más alta del templo, celebraban el tanto de Malick Thiaw. Una euforia a la que Vinicius ponía fin con un gol desde la distancia de la pena máxima. Y entonces, justo antes del descanso, aparecía Morata para adelantar a los suyos y ya en la segunda mitad Reijnders ampliaba distancia. Con 1-3 en el marcador, el AC Milan sacaba las costuras a un Madrid que no acaba de superar las bajas por lesión.

Los blancos acudían al duelo con la moral por los suelos, tras el Clásico en LaLiga, donde cedieron ante el eterno rival por 0-4, tras caer en la trampa táctica. Los de Hansi Flick, acostumbrados a adelantar la línea de los defensas, pillaron desprevenidos a los delanteros del Real Madrid, que eran incapaces de registrar una jugada en posición correcta. Con la herida todavía supurando y la polémica con el Balón de Oro todavía reciente, el equipo de Carlo Ancelotti recibía al AC Milan.

Una noche más, el Estadio Santiago Bernabéu acogía un duelo de Champions. Una de esas veladas mágicas que solo las estrellas pueden protagonizar y donde todo puede ocurrir y más si te llamas Real Madrid, el equipo de las remontadas imposibles, que tiene esa esencia, ese algo incomprensible que nadie entiende y que le lleva a salvar los partidos cuando todos han bajado los brazos. No ante el AC Milan. A los pocos minutos de que el balón comenzara a rodar por el césped del Santiago Bernabéu, el club italiano dio un golpe sobre la mesa, haciendo toda una declaración de intenciones: gol de Malick Thiaw en el minuto 12 de partido. Un duro golpe que mandó a los blancos a la lona.

Lejos de bajar los brazos, el Real Madrid siguió intentándolo y diez minutos después Vinicius caía en el área. El colegiado no tenía dudas y señalaba la pena máxima. El empate estaba ahí. El delantero brasileño cogió el balón, quería ser él quien transformara el disparo desde los once metros. Y no falló. Los blancos se sentían con la fuerza como para volver a remontar un partido en Champions, igual que hicieron ante el Borussia Dortmund. Pero el AC Milan no son los alemanes, no estaban dispuestos a permitir que el partido se les escapara y justo antes de que llegara el descanso, aparecía un viejo conocido del Santiago Bernabéu para adelantar a los italianos.

El delantero del AC Milán, Álvaro Morata, celebrando un gol (REUTERS/Susana Vera)El delantero del AC Milán, Álvaro Morata, celebrando un gol (REUTERS/Susana Vera)

La jugada comenzaba con un error de Tchouaméni, que le enviaba el balón directamente a los italianos. Rápidamente, abrían a banda para que Pulisic subiera y colgara un balón al área. Y eso ha hecho. Ahí le esperaba Leao, que se giraba y disparaba contra la portería blanca, pero un ágil Lunin rechazaba el balón, que le caía a Morata y este ya no fallaba. El delantero español volvía a ver portería ante el Real Madrid, volvía a hacerle un gol a club que una vez fue su casa. La historia volvía a repetirse.

El AC Milan sentencia al Real Madrid

Ya en la segunda mitad, los italianos volvía a batir la portería de Lunin que no dejó de achicar agua durante todo el partido. Esta vez el tanto llegó de las botas de Tijjani Reijnders gracias a un pase de Leao. Con 1-3 en el marcador, la sensación en el templo blanco era que las costuras y las carencias de los blancos cada vez estaban más a la vista de todos. Los huecos en la defensa, un centro del campo inexistente y una delantera incapaz de hacer un gol, reflejaron un equipo gris que no es capaz de levantar cabeza.

Incluso esos que han visto salir a los blancos de peores plazas se ilusionaron con el tanto de Rüdiger, pero el banderín del linier frustró esas esperanzas. Los minutos pasaban y la victoria estaba cada vez más lejos, lo que se aproximaba era la delantera del AC Milan a la portería de Lunin y una mayor goleada, que tampoco acabó de llegar. El pitido final puso fin a la pesadilla de las gradas madridistas que ya habían comenzado a abandonar el estadio minutos antes de que terminara el encuentro.