Los rojiblancos pagan un mal inicio y, pese a la reacción en la segunda parte, pierden con dos jugadas de córner.
Después de 120 minutos en Arabia Saudí y el golpe moral de perder en los penaltis ante el eterno rival, la visita a Ipurua para jugar contra el Eibar fue un dolor de muelas para el Atlético de Madrid, incapaz de igualar el vertiginoso ritmo en la primera parte de los de Mendilibar, que se llevaron el duelo gracias a dos jugadas a balón parado, con goles de Burgos y Expósito (2-0), y a su capacidad de resistencia en la segunda mitad ante el asedio rojiblanco.
Tras la reanudación, los pupilos de Simeone salieron con más actitud y sobre todo más fútbol para cambiar la tendencia del duelo. El Atlético dejó a un lado los infructuosos pases largos desde la defensa para trenzar jugadas más harmoniosos, amparadas en la movilidad de los mediocentros y los puntas, que lograron encerrar a los azulgranas en su área.
Perder la Supercopa de España ante el Madrid supuso un mazazo tanto físico como mental. Con ese contexto y si le dieran a elegir, probablemente Simeone nunca escogería el desplazamiento para medirse a los armeros. Pero el calendario liguero es caprichoso. Con el amargo recuerdo de haber rozado una pequeña venganza contra los madridistas, los rojiblancos salieron con una marcha menos ante los azulgranas y lo pagaron.