Chelsea ha derrotado 2-0 al Atlético de Madrid (3-0) en el global para lograr su pase a cuartos de final de la UEFA Champions League.
El Atlético ya puede centrarse en lo que anda últimamente, que es perder la Liga. Si es desastre, que sea al menos esplendoroso. Pero también en ganarla, vaya usted a saber con estos muchachos. El caso es que, certificada su eliminación continental en una isla, minutos antes de las once de la noche de un miércoles 17 de marzo, «jugaremos donde sea, a la hora que sea y el día que quieran», el equipo de Simeone ya puede (y debe) centrarse en lo doméstico. Es eso y nada más que eso. La Champions, que hace un tiempo al menos se dejaba querer, lo despacha ahora sin miramientos. Dios salve a la Reina.
Es lo que hay, y en ese sentido El Cholo había sido meridiano, pero, aunque suena ventajista ahora, cualquier aproximación a la eliminatoria debe atender a que por lo futbolístico nació y murió adulterada desde el momento en que era la única de la competición que sólo iba a disputar uno de sus partidos en campo neutral, el que correspondía al Atlético como local. Las curiosa normativa española, que permite regresar de Inglaterra sin cuarentena que valga, fue la excusa perfecta para que UEFA exhibiera una vez más su considerable falta de cintura: hoy en Bucarest… y mañana en Londres.
El Atlético necesitaba marcar, mínimo uno, posiblemente más, pero ni por ésas fue capaz de generar. Más allá de un inicio tan aparente como efímero, ni diez minutos duró, lo cierto es que el cuadro rojiblanco fue exhibiendo cada una de sus carencias actuales, que no son pocas. En ese sentido no hay quien sostenga la titularidad de Saúl, por ejemplo, pero tampoco el momento de forma de más de uno y de más de dos. El Chelsea fue imponiéndose técnica y físicamente, sin demasiados alardes, no es equipo dado a ellos, pero sin apenas apuros. El peor, de hecho, se lo llevó en forma de posible penalti.
Porque Azpilicueta metió la mano para frenar dentro del área la carrera de Carrasco, pero ahí Orsato decidió que el suyo iba a ser uno de esos arbitrajes que vienen en calificarse como europeos y que consisten básicamente en que el del silbato haga lo que le viene en gana: en la misma competición ha visto el Atlético expulsado a uno de los suyos con poco más de media hora de juego y tras hacer dos faltas, así que el rollo ése de que contemporizan vayan a contarlo en otro auditorio. Contemporizan cuando les place. También Luis Suárez había reclamado una carga que legal no parecía, mire usted, pero la indignación visitante vino con la segunda jugada.
Y después, el gol. Era falta a favor del Atlético en el campo del Chelsea, fue diana del Chelsea. Rifó la pelota Trippier y la escuadra blue tocó a rebato. La cosa les salió por una pasta, eso sí, Havertz en el arranque, Werner en la asistencia, Ziyech en la definición, pero más caros resultarían los tres si no construyeran dianas para seguir adelante en la competición que reparte billetes. Del Atlético, pillado a trasmano, no hubo noticias en todo el recorrido local. Si acaso la dolorosa constatación de que Oblak ya no para todo lo que antes paraba: el disparo no buscaba precisamente un rincón, pero tanto dio.
Ese zarpazo dejó la constatación de que había que marcar ya en cosa de una hora la misma cantidad de goles que había encajado el Chelsea de Tuchel en 12 partidos. Así que se juntaban el hambre y las ganas de comer. El Cholo cambió el dibujo en el descanso, prescindiendo de Lodi e incluyendo a Hermoso para jugar con tres centrales y con carrileros, pero lo primero que pasó fue que Ziyech activó a Werner, otra vez a la contra, para que Oblak se luciera. Esta vez sí. Luego apareció Dembélé por Carrasco, lo que supuso el traslado de Saúl. Y poco después entró Correa… por Suárez. Si no se llega arriba, tanto da el delantero.
Para cuando Tuchel hizo su primer movimiento, tirando de Pulisic en él, Simeone los había agotado con el de Lemar por Trippier. Se los pudo ahorrar, las cosas como son, porque apenas tuvieron reflejo. De lo único que se cargó el Atlético fue de tarjetas, incapaz de hacer una ocasión, superado en todos los sentidos por una escuadra que tampoco mostró especial afán por hurgar en una herida, la rojiblanca, que tiene peor pinta según discurre la temporada. Para colmo de males, el tramo final se jugó con uno menos por expulsión de Savic. Ahí sí anduvo vivo el trencilla, porque codazo hubo, pero también premio a la interpretación para Rüdiger. A ultimísima hora Mendy sacó la de Joao y Emerson selló el segundo. Pues eso: que de Europa se sale por Londres. El Brexit es lo que tiene.
Bayern de Múnich avanza y Lewandowski suma
Los trámites también están en la agenda de Robert Lewandowski. Para el delantero polaco no hay partido ni escenario que no sea propicio para marcar y aumentar sus números. Ni el 1-4 de la ida en el Olímpico le dejó en el banquillo. Con la Lazio K.O. desde el descanso del primer round -los bávaros se colocaron 0-4 en el 47′ en Roma- la vuelta en un Allianz Arena vacío por la pandemia y frío por la aguanieve invitaban a rotar a las piezas más importantes. Sí lo hizo Immobile pero no un Lewy que descansa en el área. Las dianas son la gasolina de un delantero que está on fire.
El Bota de Oro (32 goles en 24 partidos en la Bundesliga) quiere cazar a Haaland en la Liga de Campeones. Con la pelea con el noruego ganada en la Liga alemana -le saca 13 tantos al ‘9’ del Dortmund- el pulso continúa en la Champions. 10 goles en seis choques acumula Erling, pichichi del torneo, y cinco en seis Lewandowski después de aprovechar para seguir sumando dianas en la victoria (2-1) del Bayern sobre la Lazio. La escuadra de Inzaghi fue valiente como en la ida… pero sin generar peligro. El vigente campeón, con el pase a cuartos amarrado, ni aceleró. Se limitó a controlar y minimizar esfuerzos y daños mientras esperaba que cayeran los goles.
Sin equipos italianos
Sin Neuer, Nübel fue titular. No ha debutado con los de Flick en la Bundesliga y ya ha jugado dos encuentros de Champions -estuvo bajo palos en el 1-1 en el Wanda-. La Lazio se rebeló al final… sin esquivar su destino. Fue el epitafio de la Serie A en esta Liga de Campeones. Desde la 2015-16 no estaba el calcio sin representantes en cuartos. Toca reflexión.
Sin tensión ni velocidad, el ritmo monótono lo rompió un agarrón de Muriqi a Goretzka pasada la media hora. Un penalti claro que no desperdició Lewandowski. Desde los 11 metros es letal en la Champions: 13 chuts y 13 dianas. El tercer máximo realizador de la historia de la Liga de Campeones (73 goles en 96 partidos únicamente superados por Cristiano (134) y Messi (120) sigue ampliando sus registros.
Ha celebrado 39 dianas en 35 choques entre todos los torneos este curso. Si se salió en 2020 (45 tantos en 40 partidos) en 2021 ha arrancado con 18 en 16. Rozó el doblete… pero se topó con el palo. Choupo-Moting firmó el 2-0 y Parolo recortó distancias. El Bayern no se quita el traje de favorito. El monstruo sigue suelto.