Boca Junior y River Plate se disputan este sábado la Copa Libertadores de América

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Llegó la hora! River Plate y Boca Juniors, centenarios archienemigos argentinos, pondrán su historia y orgullo en juego este sábado en la vuelta de la inédita final de la Copa Libertadores de América, un duelo que tiene en vilo al mundo del fútbol.

Millonarios y xeneizes se citarán en el estadio Monumental de Argentina, templo de los de la banda roja cruzada, a partir de las 05.00 locales (08.00 GMT) para dirimir el pleito que dejó el 2-2 del primer lance en la mítica Bombonera hace dos semanas.

“Esta es una final increíble, fantástica, espectacular. Esto es como una final del mundo”, subrayó el viernes en Buenos Aires el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, quien asistirá al encuentro.

Ni el más atrevido optimista imaginó que la edición 59 de la Libertadores, tendría como epílogo uno de los grandes clásicos del planeta fútbol, considerado el más pasional por el fervor de sus hinchadas.

Boca ha hecho de esta Copa una obsesión, pues persigue el séptimo título para igualar al también argentino Independiente como los máximos ganadores de la Libertadores, mientras que River, que ganó la última hace tres años, busca su cuarta corona.

Para River los recuerdos de una vuelta olímpica por Copa se remontan a 2015 cuando en el Monumental, y dirigido por su actual entrenador Marcelo “el Muñeco” Gallardo, venció a Tigres de México (0-0 en Monterrey, 3-0 en Buenos Aires).

Con Miguel Ángel Russo como técnico en 2007, Boca había conquistado América por última vez, y desde entonces lo más cerca que estuvo del ansiado séptimo trofeo fue en 2012 cuando perdió la final con el Corinthians.

Más atrás en el tiempo, el xeneize había vivido una etapa dorada de la mano de Carlos Bianchi, ganando las Libertadores de 2000, 2001 y 2003. Y uno de esos pilares en esa campaña fue Guillermo Barros Schelotto, el actual DT del club.

Es una final del honor
River y Boca son los clubes más populares de Argentina y representan juntos a un 70% de los hinchas, en un país con 44 millones de habitantes donde el fútbol es una obsesión sin distingo de sexo o edades.

Nada más importa en el país en estos momentos que el River-Boca.

Ni siquiera la cumbre del G-20, que sesionará en Buenos Aires los próximos viernes y sábado con los líderes de las principales potencias, ha logrado opacar el que será el duelo más recordado entre antiguos vecinos de La Boca.

“Hay que inventar palabras nuevas para este partido. Ya no es un superclásico, es un megasuperclásico”, añadió Infantino, entusiasmado por el duelo.

Para los jugadores de ambos clubes es el partido de los sueños, el que tiene mayor repercusión mediática en el país, y del que habla el mundo del fútbol.

El fervor de las hinchadas es el condimento de esta centenaria rivalidad, aunque no se podrá expresar este sábado en el Monumental porque en Argentina está vedada la presencia de simpatizantes visitantes desde 2013, debido a recurrentes hechos de violencia.

Sin valor doble para el gol visitante, el 2-2 en la ida dejó abierto el panorama para la vuelta en Núñez, y la localía de River podría ser una ventaja para los de Gallardo. Pero en el fútbol nada está escrito, y nada es tan cierto hasta cuando suena el pitazo final.

La Conmebol recordó que en caso de persistir un empate al término de los 90 minutos se jugará un tiempo extra de 30 minutos (dos tiempos de 15), y si la paridad continúa, se recurrirá a lanzamientos desde el punto penal.

Asimismo, el reglamento les permitirá a los técnicos realizar un cuarto cambio si el partido llega a la prórroga.

Además de contar con el VAR (video asistente arbitral) durante el desarrollo del juego, el sistema también se utilizará por primera vez en la definición por penales, si ésta llegara a sucederse.

El árbitro uruguayo Andrés Cunha podrá consultar el video para verificar y anular algún cobro en caso de que así lo considere. También podrá amonestar y expulsar a los guardametas si llegaran a adelantarse para atajar los disparos.

Igualmente el VAR le permitirá verificar si un jugador frena su carrera para patear.

Sólo falta que ruede la pelota en el Monumental… por el título, pero mucho más por la gloria eterna o la humillación para siempre.