El Atlético de Madrid clasificó a cuartos de final de la UEFA Champions League al vencer en tanta de penales al Inter de Milán.
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Oblak se vistió de héroe
Dos penaltis atajados por el esloveno más el fallado por Lautaro llevan al Atlético a cuartos. Griezmann y Memphis remontaron el gol inicial de Dimarco.
El Atlético se clasifica para los cuartos de Champions en los penaltis, en un partido de derroche, en el que el Inter golpeó primero con Dimarco, pero remontaron los Memphis-Grizi para llevarlo a la prórroga y que Oblak fuera el héroe.
Porque el Atleti es sobre todo el Atleti cuando nadie lo espera. “La grandeza del hombre consiste en que carga con su destino”, que escribió Kundera. Y la del Atleti es que nunca se rinde. Su esencia. El sufrir. Porque lo sufrió hasta el último segundo. Hasta ese último penalti que Lautaro envió fuera, después de que Roro marcara el suyo, quitándose la culpa de aquella otra jugada de encima. También lo hizo Correa, como Memphis. Marcar. Como Oblak parar dos penaltis, a Alexis, a Klaassen. Decía la cabeza antes del partido que era imposible. Ahí los datos del Inter, todos sus partidos ganados en 2024. Pero el Atleti es un equipo más de corazón. Y si alguien es capaz de cambiar destinos ese es el Cholo, ya lo hizo con el Atleti, y anoche con esta eliminatoria.
“Este año sí”, se leía en un fondo, mientras el Metropolitano rugía, y los dos equipos salían allí donde la luz de la cubierta caía vertical. Al verde, al fútbol, al juego aldededor de esa pelota que no se detiene. Antes de reecontrársela con el pie, Griezmann la acarició de lejos con los ojos. He vuelto. Y cómo se notó. Salía el Atleti con el francés de regreso y siendo el Atleti. Corriendo, intenso, con unapresión altísima sobre el Inter. Así comenzaba la vuelta de estos octavos con la ida en el Atleti muy presente, el 1-0. Todo pasaba por marcar rápido. Esta era una noche de las que hacen estadios. La que le faltaba al Metropolitano. La de la remontada europea. Quedará para siempre.
El Inter se vio avasallado y sin balón. La intensidad con la que había salido el Atleti les había caído encima como un ladrillazo. Inzaghi salía sin sorpresas, con Dumfries subiendo como extremo y Pavard como lateral. Las dentelladas del Atleti llegaban con control en el centro y por las bandas, con Lino. A los cinco minutos había hecho ya algo que en la ida no hizo: disparar a Sommer. El portero se agigantó. En el área contraria, el Inter no superó la línea del centro hasta el 13′, pero la primera vez que lo hizo, Dumfries descubrió que no hay noche grande en el Atleti sin paradas milagro de Oblak. Esta fue doble. De noches así, San Jan sale con distinciones y sin herida. La ocasión atemperó el partido. El Inter comenzó a tener la pelota. O a regalársela Nahuel, un lunar, una mancha, con el efecto Mundial diluído, insoportables sus pérdidas de balones. El Atleti robaba donde quería y corría hacia Sommer. Cada pérdida del Atleti era una contra del Inter. Mientras sembraba el terror en el Metropolitano.
Oblak salvó una pelota de Lautaro que se envenenó tras pegar en Witsel. Era el belga su mejor guardián. Atentísimo, siempre por delante como en esa pelota que cortó y esperaba Thuram solo. Grizi, estaba sin estar. Sin asomar del todo. Sin sacar la capa. Como aún lesionado. El Inter tenía un 98% de acierto en el pase y esperaba una contra como esa que un mal repliegue del Atleti le regaló a la media hora: triangulación entre Bastoni, Barella y Dimarco para gol del último. Tortazo. No dio tiempo al lamento. Tres minutos después ondeaba la capa de Grizi.
Porque aunque parezca no estar siempre lo hace. El hilo que da forma al collar. El Atleti estaba en el área de Sommer, Pavard despeja mal, Koke envía el balón al área, Morata deja pasar y Grizi remata para arrancar las tinieblas. Como si en esa pelota se reunieran las siete bolas de dragón mientras pedía ese deseo: resucitar, volver. Concedido. 1-1. Y el Atleti se levantó como Lázaro. Al descanso llegó con el Inter sin pasar de la línea del medio.
La segunda parte fue rojiblanca, el Inter cada vez más pequeño. Combinaban los del Cholo, con presión alta para tener la posesión y los disparos. Grizi ya llevaba al equipo por completo sobre los hombros. O barría en su área o buscaba el gol en la contraria. Pero tras un centro atrás de Llorente, Sommer paró su remate en dos tiempos. Morata, precipitado, entorpecía toda la noche. El Inter solo se defendía. Comodísimo. Son italianos. Empezó a tener más la pelota. Correa y Roro fueron los primeros cambios del Cholo. Inmediato, respondió Inzaghi con Darmian y Acerbi. Thuram les recibió con un disparo alto tras una contra de Lautaro tras otra pérdida de Nahuel.
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Fue la entrada de Memphis y Correa lo que terminó de voltear el partido. El primero plantado a los pies de Sommer lanzando bocados, el segundo, llenando cada brizna de de la creatividad que al Atleti le faltaba. El Inter pellizcó con una pérdida de Roro que provocó la contra del Inter, el disparo de Barella y otra parada de Oblak. Memphis replicaba con una pelota en el palo. Ahí estuvo, parecía. La Champions otra vez bastos. Pero el león, como el Atleti, nunca se rinde. Y en la jugada siguiente Koke le filtró una pelota para su giro, disparo y rugido. Goool. Delirio. Prórroga. Qué partido de Savic, Witsel y Hermoso. Y qué mal Roro en la última, cuando Grizi le regaló una pelota de gol, con toda la portería ante él y la lanzó fuera. Simeone caía en su área. El Atleti debía jugar la prórroga. Y seguir con el corazón en la mano.
El Atleti estuvo mejor en la primera parte de la prórroga pero fue perdiendo físico y Grizi se quedó en el banco, tocado. El Inter afrontó mejor la segunda parte de la prórroga pero empeorado por los cambios. El partido se fue a los penaltis. Al sufrimiento extremo. Al más puro Atleti. Fue en el minuto 85 del partido y en cuartos tras los penaltis. Porque ahí estaría el héroe. Después de los 16 gladiadores.