La alternancia del día y la noche hace que las flores abran o cierren sus pétalos. Estos movimientos periódicos son conocidos por los botánicos con el nombre de nictinastias.
La mayoría de las plantas cierran sus flores para proteger sus delicadas estructuras sexuales de las condiciones adversas que aparecen cuando el sol se oculta. Así, por ejemplo, el relente de la noche puede humedecer los granos de polen, lo que provoca que germinen antes de la polinización. Generalmente, los movimientos de apertura y cierre floral están propiciados por variaciones de la temperatura ambiental (termonastia) y de la intensidad de la luz (fotonastia).
No obstante, en las zonas costeras y desérticas existen las denominadas plantas de floración nocturna, como el Melandrium album y la Silene nutans, que se abren al anochecer. reseña muy interesante