Ser madre es una elección personal que cada mujer puede tomar cuando cree que es el momento. No importa que seas joven, o que te encuentres en ese momento de equilibrio personal y profesional donde, por fin, te dices a ti misma y a tu pareja que deseas dar el paso.
Ser madre te cambia la vida. Se establece otro orden de prioridades, el mundo se observa desde otra perspectiva e incluso varía también el modo en que te ves a ti misma. Nada puede ser tan grande y, aunque eres muy consciente de tu responsabilidad, es algo que vives con emoción y plenitud.
Suele decirse muy a menudo que ser madre es como tener el corazón fuera del cuerpo. Así es. No obstante, también cabe señalar el papel de los padres, ese compañero que te ayuda y que enriquece tu vida y que también es básico en la vida del niño.
En cambio, si tu hijo y tú formáis una familia monoparental, es algo que tampoco te da miedo ni te supone dudas. Porque la maternidad dota a la mujer de una sabiduría innata, donde el cuidado y ese vínculo mágico con su niño son algo que va creciendo día tras día.
Lazos afectivos desde el nacimiento
En ocasiones, muchos expertos nos señalan que el momento del parto supone toda una explosión hormonal capaz de crear un vínculo muy intenso con ese niño que acaba de venir.
La oxitocina, por ejemplo, tiene tanto poder que, en ocasiones, puede no solo aumentar esa unión, ese vínculo con el bebé recién llegado, sino que, además, puede llegar a provocarnos estrés, sufrimiento y esa sensación tan común de… ¿Lo estaré haciendo bien? ¿Llora porque hay algo en lo que fallo?
El sufrimiento de las primeras semanas es algo normal. Los bebés parecen muy frágiles pero, en realidad, son seres abocados a vivir y lo hacen gracias a tu fuerza, a ese vínculo que creas con él desde que crece en tu interior hasta el final de tus días.
La importancia de acariciar a tu bebé, de dejarlo cerca de tu corazón
Seguro que más de una vez te habrás asombrado con esas noticias de bebés que son dados por muertos al nacer y, al ser llevados al calor de su madre para que esta se despida, el niño, de forma casi espontánea, empieza a llorar. Empieza a vivir.
La piel de la madre es la extensión del hijo y, por tanto, es vital que no perdamos esa unión durante los primeros meses. Es parte de tu corazón y te necesita en esos periodos para encontrar seguridad, cariño y ese apego que toda criatura ansía cuando llega al mundo.
Sabes que cuidarás siempre de él, pero lo ayudarás a ser independiente, maduro, feliz
Tus hijos siempre formarán parte de ti, pero los alentarás para que sean buenos habitantes de este mundo. Y, para ello, no dudarás en favorecer su unión con cada aspecto de su día a día, porque sabes que la sobreprotección no es adecuada.
Los niños deben ser capaces de aprender a sentirse útiles, a ver que son capaces de hacer cosas por sí mismos, y que la vida, en ocasiones, también requiere de esfuerzo y dedicación.
Y tú estarás siempre con él, apoyándolos, dándoles confianza para que se sientan seguros y alcancen cada estrella que habita en sus sueños.
Le ofrecerás los valores de la tierra, los valores del corazón
Ofrecerás a tu hijo esos valores que te son propios y que sabes que le ayudarán a ser una persona íntegra, feliz y, sobre todo, capaz de hacer de este mundo un lugar mucho mejor.
- Como madre le enseñarás el valor de ser libre, de ser capaz de tomar sus propias decisiones, de saber escuchar su voz y defender sus opiniones.
- Le guiarás cada día en el respeto por la naturaleza y por todo ser vivo. Porque todos merecemos vivir en respeto y equilibrio, porque la Tierra es un lugar hermoso que merece ser defendido.
- Le enseñarás qué es el respeto, qué valor tiene el sencillo acto de confiar en uno mismo y en los demás para unir vínculos, para saber establecer relaciones positivas y estables.
- Le harás comprender el valor del amor. El amor que empieza por su persona y que debe acompañarle toda su vida, y le sugerirás a su vez que, para ofrecer amor a los demás, debe dejar a un lado el ego, la manipulación y el engaño.
Ser madre no es fácil. Requiere una dedicación de 24 horas al día durante 12 meses al año, y durante una vida entera. Sin embargo, es una obligación que no pesa y que, a su vez, enriquece.
Porque cada día aprendes cosas nuevas con tus hijos, la mirada de un niño es siempre una ventana a nuestra alma, a esa esencia más pura desde donde conseguimos relativizar muchas cosas.
No dudes en seguir tus instintos, tus intuiciones, porque tu corazón siempre te guiará por el mejor camino para educar personas felices.
Mejor con Salud